Nunca he sido consciente de que para qué escribía, lo hacía porque me apetecía,porque lo pasaba bien, estaba a gusto.
Arturo Pérez Reverte
Así comienza el Capítulo VII de la novela "La casa deshabitada"
La voz de Samuel me trajo a la realidad y la figura de nuestros clásicos
volvió a ocupar lugar preferente. Ahora le llegó el turno a Camilo José Cela, y
otra vez fue Diego el encargado de esbozar con brevedad su vida y su obra, para
centrarnos en aquello que nos interesaba: “La familia de Pascual Duarte” paseó
por cada uno de nuestros asientos y no hubo un solo componente de la mesa que
no tuviese algo que aportar. Yo, siendo cómo era el tercero en el ranking de edades, tras Navarrete y
Diego, me extendí cuanto me dejaron, puesto que el personaje de Cela me traía
muchos recuerdos de mi infancia, debido a que en los años cuarenta, en este
pueblo tan apartado de la Geografía hispana, había mucha hambre y se daban
casos de extrema miseria. Desde el primer momento en que tropecé con la novela
del escritor gallego, veía mi tierra de origen, así que fue una obra que me
caló y de qué manera. Por fortuna mi familia no tuvo que andar con demasiadas
necesidades, pero lo cierto es que tenía amigos de entonces que para mí eran el
vivo retrato de las descripciones de Cela.
Rufo Miralles quiso hacer una comparación entre el drama rural que transmitió
Cela, a través de Pascual Duarte, y lo que aportó Delibes a favor del mundo
campesino, mucho más humanizado, aunque surgieron voces cómo la de Enrique o la
propia Beatriz —que estaba en todas las peleas—, que no estaban demasiado de
acuerdo. Temí que otra vez se enfrascaran en alguna discusión estéril, pero no,
esta vez hubo un entente cordial, que se vio enriquecido por otras aportaciones
de todos los allí reunidos.
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Hola José, pues me parece un inicio interesante, tomo nota porque no lo he leído. Un abrazo
ResponderEliminarDe acuerdo, Nuria. El libro está en Amazon, por si lo quieres conseguir.
ResponderEliminarGracias por la visita y el comentario.
Un abrazo