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sábado, 1 de junio de 2024

Tripas doradas

 


Así comienza este relato que se puede encontrar en el libro Bajo la luz de mi plaza  /Primavera-Verano

Llegué corriendo y sudoroso hasta el lugar donde estaba aquella pareja y casi sin aliento, les dije:
—¡Escondedme, por la virgen!, me persiguen los maderos.
La mujer dejó al lado de una muleta la botella de cerveza, miró a su compañero y me preguntó:
—¿Qué te pasa colega? ¿Has robao un banco?
—¡Déjate de leches, tú! ¿Dónde me meto?  ⸺le contesté.
—Pues como no me baje el vaquero y te meta en las bragas…
—¡Eh!  ⸺gritó otro⸺ ¡Ven aquí!
Me acerqué hasta una pileta circular, llena de agua, en la que dos enormes perros jugueteaban con unas naranjas.
—¿Sabes nadar?  ⸺me preguntó el individuo.
—Cuando chico iba a la piscina.
—¿A la piscina? ¡Anda, da igual! ¡Métete ahí dentro y bucea!
—¡Ahí! ¿Con los perros?
—No te van a comer, pero como lleguen los maderos, sea lo que sea lo que hayas hecho, se te caerá el pelo.
—El agua estará fría.
—¡Da igual, cojones! Así te lavas la camisa.
Pude oír las sirenas de las motos.
—¡Métete ya, desgraciao!  ⸺me gritó la mujer.

 

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