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martes, 3 de junio de 2014

El castaño

394 Pasó la Feria del Libro Gon, pasó, y aquí seguimos, aquí seguimos, ¿qué te pasa compañero, te comiste una cotorra?, vamos a dejarlo ahí Alba, que no ando de buen ánimo, me dieron recuerdos para ti Antonia María y Néstor, muy bien pues de ti se acordaron Lou, María, Mónaco y M. J. Collado, ¡qué de gente!, es que tenemos grandes amistades Gon, no lo olvides, pero dejemos la charla que no hay mucho tiempo, hoy te he traído esto, a ver qué te parece…

Presentamos hoy un árbol del que siempre se habla en otoño, pero en esta ocasión lo vamos a hacer en las puertas del verano, siquiera sea por su prevención para el futuro. Y es que cuando se aproxima el mes de Octubre, la tele nos anuncia la apertura de curso, y un sin fin de estudiantes se aprestan a conquistar un peldaño más de su particular escalera, por la Sierra de Aracena (Huelva) tiene lugar una explosión de color y sonido: allí en medio de bosques de quercus y de frondosas aparecen majestuosas, con espectaculares troncos en la mayoría de los casos, llenos de enormes heridas por las sucesivas talas, constituyendo reuniones de gigantes en los mágicos atardeceres de la sierra; son los castaños del género Castanea y la familia FAGACEAS que en envolturas pinchosas (erizos) nos ofrecen sus deliciosos frutos y que constituyen uno de los atractivos de estas tierras. Por aquí le podemos encontrar la mayoría de las ocasiones en perfecto cultivo, aunque también existen fincas en evidente abandono y que posiblemente haya dado lugar a pensar a mucha gente que todo el monte es orégano, dedicándose a coger castañas a pie de carretera como si aquello fuese el maná. La respuesta por parte de los propietarios de las tierras, llega en forma de alambradas para desespero de los senderistas, que cada día encuentran más dificultades a la hora de completar sus recorridos, y esta sierra - la de Aracena - debido a la proximidad de sus pueblos ya la benignidad de la orografía permite su disfrute a pie como pocas. El castaño lo trajeron los romanos y afortunadamente aún se sigue cultivando para disfrute de sensibilidades propensas a sentir un goce especial caminando entre el amarillo de sus hojas. Tan importante es esta zona norte de la provincia de Huelva, que dicen que por aquí merodea el emblemático lince y la nutria - un mamífero muy delicado a la hora de elegir la calidad de las aguas - El castaño también nos ofrece su madera -¡cómo no! -aunque se da la paradoja generalizada a las maderas en general de que aunque la empleamos cada vez más la vemos cada vez menos, ya que al final acaba convertida en papel, pintura plásticos... una pena para nuestros sufridos bosque4s. A veces, sentado frente a uno de esos gigantes deformes, a uno se le viene a la mente aquella atmósfera de hace quinientos millones de años, donde el anhídrico carbónico imponía su ley creando una situación desfavorable para la evolución, hasta que la combinación clorofila -luz sentó las bases para que con el permiso de las algas, hongos y musgos, hoy podamos quedarnos atónitos ante estos muditos de piel leñosa. Bastantes pueblos citan al árbol como primer emblema del que conservan recuerdo: los altaicos, siberianos, aqueos, pelasgos; las grandes leyendas nórdicas hablan de árboles milenarios.

6 comentarios:

  1. Hola Jose, pero si te tengo abandonado; eres muy considerado y agradecido conmigo. No organizo mi vida ni por asombro, soy un desastre. Despistada, dejada y más...
    Bueno, gracias por tus detalles y me gustaría saber que consigue lo que te propones.

    Un beso

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  2. Por cierto, me crié entre nogales, castaños, cerezos, zorros... ¡bendita vida!.

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  3. Podrías escribir un manual sobre defender el medio ambientes desde textos literarios. Disfrutamos, y nos instruimos. Muy bueno, José. Un abrazo.

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  4. ¡Hola, Arruillo!!!

    Por aquí ando de visita leyendo tu texto muy bueno porcierto: debe ser muy linda la sierra de Aracena. El fruto de los castaños fue en tiempos de posguerra, alimento para las gentes de humildes pueblos. Se tomaban castañas asadas cocidas y has se hacía caldo con ellas.
    Donde yo me crié, en mi huerta había cuatro castaños y dos grandes cerezos entre otros muchos frutales de todas las estaciones del año. Yo hacía como la araña, me subía hasta la punta de los árboles, mi madre me gritaba; bájate de ahí!!!!!!!!!!!!!!! Que te vas a caer. Pero no me caí nunca.
    Bueno ya esta bien de rollo dirás tú...
    Ha sido un placer. Un beso y feliz fin de semana.

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  5. La verdad es que somos nosotros (el ser humano) quienes terminaremos por destruir no solo los bosques, sino la tierra. No sabemos apreciar lo que tenemos... Un placer leerte. Abrazos

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  6. Gracias, Nuria. Confiemos en que se le pueda dar la vuelta en algún momento y sigan vivos los bosques. Un abrazo

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