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domingo, 22 de septiembre de 2024

La casa deshabitada CapítuloII

 

 

          Así comienza el Capítulo II de la novela La casa deshabitada.

Así que, estando Medardo cursando los estudios de la educación general básica, los abandona, y con nueve años en sus espaldas, deja atrás la ciudad que lo vio nacer. Se instala con sus padres en la finca Santa Rosa del término municipal de Albarrasa, donde su progenitor ejercería de capataz agrícola.  Su hermano permaneció en Sevilla incorporado al mundo laboral, como dependiente de una tienda de charcutería y conviviendo con sus abuelos, pero él, su hermana y su madre se incorporaron a la vida del campo para seguir manteniendo a la familia.
La finca en la que hallaron trabajo pertenecía a una de las familias pudientes del pueblo, con toda una gran extensión de terreno adehesado en su mayor parte. Para Medardo aquello representaba haber encontrado la libertad del pájaro enjaulado, lejos de los peligros de la ciudad. Ahora disfrutaba de todo el espacio del mundo para corretear a sus anchas. La casa asignada a la familia, en medio de las grandes cortijadas de los señoritos, era suficiente para cubrir las necesidades de los cuatro y aunque su hermana y él tenían que dormir en la misma habitación, poco le importaba, ya que al abrir cualquier ventana respiraba el aroma de la jara o el olor a la tierra recién regada por alguna nube. «Isabel, hoy me dijo un chiquillo que ha cogido un pechuguito, ¿tú sabes qué es?», «¿Por qué no se lo has preguntado a él?», «Me dio vergüenza, pero ¿tú sabes lo que es?», «Creo que es un pájaro, se lo podemos preguntar a José Fierro», «Él lo sabrá?», «Él es de aquí y como es cosa de campo, casi seguro que lo sabe», «¡Ah, bueno!»,«¿Y una bobita, sabes lo que es?», «¿Huele mal?», «Creo que sí», «Otro pájaro», «¿Y un rabúo?», «Pero bueno, para ya muchacho, que tengo que seguir estudiando», «Vale».

 

1 comentario:

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?