Una parada obligatoria en el mundo de la Literatura
CLARA MILICH.-
Iván S. Turgueniev
Un drama del
siglo XIX que este autor lleva al extremo de dos muertes jóvenes al modelo de
Romeo y Julieta.- Veo los tres actos: en el primero ya nos anuncia lo que le
puede ocurrir al joven, dada la forma de ser de su padre; en el nudo figura su
encuentro con Clara, que tampoco tiene desperdicio, según podemos ver más tarde
y como es lógico el asunto no puede acabar de otra manera.- Me gusta el papel
de los personajes con esos nombres tan difíciles de pronunciar, pero que tiene
su encanto.- Un romanticismo intenso tratado en pocas líneas.- Buena lectura.
TRES ROSAS
AMARILLAS.- Raymond Carver
Siete relatos de
un autor al que no había tenido el gusto de leer y que se conoce como el
“Chejov americano”. Supongo que me ha faltado la intensidad lectora, porque en
estos relatos no he encontrado esa comparación aludida. Profundiza en los
grandes temas de siempre, pero a mí no me ha calado y casi necesito volver a
las páginas del libro para recordar alguno de los relatos que termino de leer:
mal síntoma. En estos casos la receta recomendada por mi asesor literario es
una segunda lectura, sobre todo para asegurarme de que soy capaz de descubrir a
un “magnífico” escritor como se dice en la solapa de esta edición.
TRES NOVELAS
EJEMPLARES Y UN PRÓLOGO.- Miguel de Unamuno Leer a
los clásicos españoles siempre es un lujo que no debemos desaprovechar cada vez
que podamos, porque nos ponen en el término medio de la narrativa actual y
aquella otra que se escribía en tiempos pasados. Tres muestras de este genial
autor he asimilado en poco tiempo porque su lectura es cómoda, sin grandes
estridencias y con mucho arte. En especial el último relato “Nada menos que
todo un hombre” me ha dejado maravillado por su buena estructura, su gran
diálogo y la capacidad de sorpresa. Lo cierto es que podrían ser tres obras de
teatro por sus características peculiares o al menos serían fácilmente
adaptables al medio. Lenguaje costumbrista pero de un desarrollo tal que
termina por cautivar al lector.
Se trata de un árbol caducifolio que puede llegar a medir hasta 25 m. Su
corteza es blanco-verdosa o grisácea y se agrieta longitudinalmente con la
edad. Sus frutos poseen forma de cápsula y se abren al madurar liberando con
ello sus semillas, envueltas en un tejido algodonoso que facilita su dispersión
con el viento. Normalmente se confunde este tipo de “pelusa” procedente de los
frutos del álamo con el polen.
El álamo blanco (Populus alba) es una especie que prefiere zonas
bajas y que no aguanta bien las heladas. Por lo general prefiere las zonas
fértiles en las inmediaciones de los cursos medios y bajos de los ríos, no en
vano, se encuentra muy asociado a los ecosistemas fluviales y aquellos que
rodean arroyos y manantiales. En ocasiones se encuentra formando bosquetes que
se confunden con la vegetación de ribera. Desaparece en aquellos terrenos donde
existe una alta concentración de sal. Es una especie que crece de forma natural
por toda la Península, excepto en zonas excesivamente húmedas de la Cornisa
Cantábrica.
Con respecto a los usos de esta especie, su madera se utiliza para la
obtención de papel y la confección de embalajes de pequeño tamaño. Sus hojas se
han usado tradicionalmente para teñir de amarillo y para la obtención de
infusiones para curar la fiebre. Además es utilizada como planta ornamental en
muchas ocasiones. Una de las curiosidades de esta especie es que la icónica
obra de arte de la Gioconda de Leonardo da Vinci fue pintada sobre una tabla de
álamo blanco.
Durante
siglos el espacio que ocupa la actual Alameda fue un meandro del Río
Guadalquivir, que acabó alejándose paulatinamente del cauce principal. Las
primeras murallas romanas dejan fuera de su perímetro defensivo esta zona. No
será hasta el siglo XII cuando la nueva cerca islámica incluya la futura zona
de la Alameda dentro del recinto urbano, bajo la protección de sus
murallas.
Su origen
como parte del cauce fluvial, así como su cota geográfica, propiciaron la
formación de una extensa laguna a la que inundaciones y cambios en el nivel
freático modificaban el nivel de sus aguas.
Será
conocida después como Laguna de Feria, por su proximidad al barrio y calle de
ese nombre y reunirá en sus inmediaciones una creciente actividad comercial
ligada principalmente a la venta de productos agrícolas procedentes de las
huertas situadas en el exterior de la ciudad, así como a la de pescado
procedente del río. También será de gran importancia la "cañavería" o
actividad comercial vinculada a la elaboración de cestos con los mimbres y
aneas obtenidos de las plantas que espontáneamente crecían en las orillas tanto
del río como de la propia laguna. Se ha dicho que pudiera encontrarse aquí un
lejano antecedente de ese tradicional mercado al aire libre que se celebraba los
Jueves "de donde viene su nombre" y que se ha convertido en
seña de identidad de todo este espacio.
Una vez
completado el desecamiento, se plantaron numerosos árboles, la mayoría álamos
blancos, que favorecían este proceso y que además de darle nombre al nuevo
espacio urbano contribuirían a crear un gran paseo, convirtiendo la antigua
laguna en el primer gran jardín público de la ciudad. Investigaciones recientes
atribuyen al propio Felipe II el deseo de crear el paseo, una vez conocida la
vieja laguna tras su visita a la ciudad en 1570, e incluso a algún arquitecto
de la confianza del monarca "se ha hablado del mismo Juan de Herrera o de
Gaspar de la Vega" las trazas de ese primitivo jardín desgraciadamente
perdidas.
Dos grandes
columnas romanas con grandiosos capiteles corintios trasladados allí desde
diferentes puntos de la ciudad, serían coronados por sendas estatuas, una
representando a Hércules (que completaría el topónimo aún vigente) y otra a
Julio César. El primero tenido por legendario fundador de la ciudad y el otro
por el que la cerró con murallas considerándola ciudad merecedora de tal
protección. Las dos esculturas se asientan sobre pedestales situados sobre los
capiteles, lo que confiere a las dos columnas carácter de monumentos de gran
esbeltez.
La
jardinería existente, reordenada con motivo de las obras citadas, se centra
sobre todo en el arbolado en el que destacan alineaciones de plátanos de sombra
(Platanus x hybrida) y álamos (Populus alba). Junto a ellos hay algunos
aligustres (Ligustrum japonicum) y grupos arbustivos de adelfas (Nerium
oleander), granados (Punica granatum) y pitosporo (Pittosporum tobira).