a su lado el camposanto,
ahí llegan los peregrinos
¿qué buscan?¿que ven
en esos gráciles campanarios
que durante siglos fueron
cobijo de enhiestos tordos?
Entre sus grietas, oraciones,
en su interior,
el silencio que se resbala
oscilante por columnas, por altares
y un aroma
a
lirios frescos
que dejó aquella altiva mujer.
negra pizarra por fuera,
negras
nubes,
negras suelas de sandalias
que amoldaron el umbral
de gruesa puerta de abeto.
Y a su lado una caja
con tintineo de monedas,
hay un olmo que compite,
que te desafía en el tiempo,
a ti te aderezan con
hierros,
él a tus piedras se adereza
¿Acaso pensabas Oliba que
no habría de servir tu dote?
Una nube va y se adueña
de la pizarra vecina,
del gorrión, de los
páridos,
mientras sobresale adusta
la puntiaguda figura
de la torre
en la piedra.
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miércoles, 25 de junio de 2025
Piedra sobre piedra
Piedra sobre piedra y piedra,
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Me encanta.
ResponderEliminarUn poema con mucha fuerza José.
Te aplaudo.
Un abrazo y feliz fin de semana
Gracias, Nuria, como verás es parte de tu tierra.
EliminarUn abrazo
Me encantan esos pueblos que son de piedra, y parecen deshabitados, pero no para vivir claro, sino para disfrutar por unos instantes de ellos. Me ha encantado esta entrada, J.
ResponderEliminarR.
Un abrazo.
Gracias, María, pueblos fantasmas según la época del año que los visites, como fue el caso cuando yo anduve por ese valle.
ResponderEliminarUn abrazo