La encina
385 Buen día de campo ayer ¿eh, Gon?, no estuvo mal Alba,
seguro que Vero, MJ Collado y Trini hubiesen disfrutado, seguro Alba, pues yo
tomé café con Priego, Marisa y Marina y también echamos un buen rato, ¡ah!, en
fin ¿qué nos traes hoy?, como la cosa
va de campo, te traigo uno de sus árboles más significativos: la encina,
estupendo pues...vamos a ello:
¿Qué
tienes tú negra encina
campesina
…/…
Se preguntaba Don Antonio Machado
comparando su figura con la de otros árboles y el mismo poeta nos hace ver la
enorme expansión geográfica de la vetusta encina, adaptada a nuestra península
y a nuestro clima como pocas especies.
La
encina (Quercus ilex) de la familia Fagaceas es algo consustancial al paisaje
tórrido del sur y así la podemos encontrar en la Sierra Norte de Sevilla
ofreciendo su fruto (bellota) al ganado y sus ramas a multitud de especies
animales, para que de ella hagan lugar seguro donde sacar adelante sus crías.
Alanís, Constantina, El Pedroso, San Nicolás del Puerto, son algunos de los
pueblos de la sierra ligados a este árbol y sus vicisitudes. Las hojas de la
encina –coriáceas y pinchudas- dan idea de las dificultades del conjunto para
encontrar agua suficiente. A base de transpirar agua, energía solar y
temperaturas altas, el árbol transforma los materiales terrestres basados en la
química del silicio en productos con carbono, de tipo orgánico. Las hojas de
los árboles con sus caprichosas formas, coquetean con el carbono ofreciéndole
hospedaje, pero a veces las relaciones con los minerales del suelo no son de
buena vecindad y ésta termina descomponiéndose en el suelo para entrar de nuevo
en el ciclo aunque sea parcialmente; como vivimos de ellos, hemos de hincar el
filo del acero en su dura piel. Procuremos que la herida sea producida en sus
justos términos: época precisa, ramas adecuadas, daño imprescindible, personal
adecuado, directrices oportunas.
Al
final ellos siempre nos lo agradecen. La encina –sin que nadie se lo diga-
procura crecer rodeada de pinchudas carrascas, protegiéndose así de la visita
de los herbívoros. La rentabilidad económica del bosque mediterráneo –del que
la encina es su más fiel representante- puede ser elevada si se realiza un
aprovechamiento integrado de todos sus recursos: ganadería, caza, corcho, leña
y carbón vegetal; en el Plan Forestal Andaluz se contempló repoblaciones con
encinas –entre otros árboles- para subsanar la nefasta política de los años
sesenta, que nos llenó los campos de ecucaliptos a costa de los milenarios
Quercus. Otro tipo de ayudas, de origen comunidad europea, también está
consiguiendo llenar de plantaciones, terrenos que antes estaban baldíos.
Esperemos que estos planes puedan llegar a buen puerto, y vayamos recobrando
nuestros bosques por el bien de toda la comunidad.
En la Odisea podemos ya encontrar
referencias a este árbol; así Penélope le dice a Ulises: “No creo que seáis de
esos hombres que no conocían a sus antepasados y afirmaban haber nacido de una
Encina y una Roca”. De ella se obtiene picón, carbón, bellota para el ganado;
tolera el calor, el frío, las sequías prolongadas y las podas más brutales. Se
lleva bien con el alcornoque, el madroño, el brezo, el lentisco, las jaras, el
cantueso, el águila imperial, el lince, el lagarto corredor, el sapo partero…no
nos debemos extrañar, por tanto, que en la Grecia antigua, los vencedores en
los juegos nemeos luciesen en su sien una corona de ramas de encina. Puede
alcanzar los veinte metros de altura, vivir mil años y dar cobijo a su sombra a
mil quinientas ovejas. Del bosque de encinas que cubrían nuestra península,
hemos pasado a todo tipo de cultivos: pastizales, pinares o eucaliptales,
quedándonos como mal menor la dehesa, forma de convivencia que parece la más
idónea para el hombre y el árbol. Confiemos que esto sea así y dejemos de ver
desaparecer más ejemplares de la que ha llegado a ser considerada como árbol
nacional: la encina.
…/…
con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin
tormento,
y tu humildad que es
firmeza?
La encina se viste de poesía desde tus letras, hoy la encina ha florecido en su verde campo.
ResponderEliminarUn beso.
He recorrido esos lugares de la Sierra Norte que enumeras, hermosos lugares. Confiemos en mantener los bosques que nos quedan. Un abrazo.
ResponderEliminarAquí, al son de tus letras, la encina se engrandece aún más si cabe.
ResponderEliminarAhora, cuando esté cerca de ellas las miraré con otros ojos.
Abrazos
Hola Arruillo, muy buena entrada, gracias a la cual me entero que la encina puede alcanzar los vente metros de altura ¡¡es impresionante!!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Conchi.
¡¡¡Hola, Arruillo!!!
ResponderEliminarPerdón por mi demora, no paso por mi mejor momento y llego con retraso a muchos bogs queridos para mí.
Es una bonita entrada, que nos habla belleza esa negra encina y de sus propiedades culinarias para los animales; si, nos habla de la naturaleza y que no son muchos los que saben apreciarla.
Ha sido un placer leer este post poético.
Me ha encantado.
Te dejo mi gratitud y mi estima.
Un besote y feliz semana.