Dos lunas nos contemplan
cual bamboleo de columpio
al amparo del laurel
que atestigua el encuentro.
este noviembre del Sur
forjador de la luz
de tus pupilas,
dice que mi lamento
no es de seguiriya,
sino más bien flor de castaño,
que germinarán nuevos brotes,
que emanará nueva cosecha.
Por eso poseo un peluche
entre mis brazos
que habla conmigo
y se acerca a la niña
desde tu trona de mujer.
Palmas de compás pronostican
una romería de besos
hasta los tiernos mofletes
⸺rosa de quince meses⸺
y hasta allí peregrinamos,
hopo de pértiga tus gatos,
corretean como los niños
de un lado a otro, gacelas;
ella atiende a sus brincos
y yo limpio de polvo el camino
donde el querubín juguetea
como la perdiz en la umbría.
Tras la colina
arde la hoguera
hasta que el canto de la alondra
se posa en tu ventana,
mientras tanto declamaré
solista de ronca voz
para no disipar el ritmo
mesurado de tu presencia.
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