martes, 19 de noviembre de 2024

Chopo

                                    Chopo

Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

El nombre científico del álamo negro —también conocido como chopo— Populus nigra, se traduce como “árbol del pueblo”. Se trata de una especie arbórea que puede llegar a medir hasta 30 m de altura y que cuenta con un tronco esbelto. Sus hojas, de forma romboidal o triangular, son caducas, simples y alternas. Con respecto a sus frutos, tienen forma de cápsula y se abren al madurar, liberando semillas que se encuentran envueltas en un tejido algodonoso, que en ocasiones es confundida con el polen, para facilitar su dispersión con el viento.

El álamo negro es la especie arbórea autóctona de la península Ibérica que más rápido crece y suele encontrarse en las riberas de los ríos, así como en zonas encharcadas, donde es normal que comparta su entorno con otras especies como el sauce, el fresno o el aliso. Asimismo esta especie puede crecer en todo tipo de suelos, incluso tolera aquellos terrenos con cierto grado de salinidad, y es posible hallarlos en enclaves que van desde el nivel del mar hasta los 1.800 m de altitud. Con respecto a su explotación, debido a su rápido crecimiento su madera es muy apreciada para la elaboración de pasta, papel, tablones y embalajes poco pesados. Además en el pasado fue utilizado para teñir de amarillo o de verde.

La provincia de Granada ocupaba en la década de los años 70 el primer puesto en cuanto a extensión de choperas (12.000 ha con una producción de 120.000m3 de madera) y aunque en la actualidad no llegan a 4.000 ha; recuperar su producción es vital para reactivar no solo el tejido industrial de esta zona sino para beneficiarse de los servicios ecosistémicos que el cultivo de esta especie lleva adherido.

Los chopos contribuyen a la estabilización de las riberas y sus márgenes y reducen la erosión y arrastre del suelo provocado por las avenidas extraordinarias de los ríos, mejoran el paisaje y protegen los cultivos en zonas expuestas a vientos de gran intensidad. 

Las choperas actúan como sistemas naturales de depuración ripícola al capturar los pesticidas, abonos y otros contaminantes utilizados en los cultivos agrícolas colindantes, es decir, son filtros verdes de las aguas de escorrentía superficial y de la capa freática antes de que alcancen el río. 

Granada es la tercera ciudad de España con peor calidad del aire y las choperas tienen una notable capacidad de capturar grandes cantidades de CO2 de la atmósfera y filtrar gases contaminantes procedentes del tráfico urbano. Además, estas explotaciones aportan otras ventajas medioambientales, ya que contribuyen a reducir la temperatura y refrescar el ambiente, filtran el agua contaminada por el uso de abonos en otros cultivos, previenen la erosión y atraen biodiversidad vegetal y animal.  

Estas choperas, movidas a menudo por la brisa, se dirían la viñeta del primer libro de
poesías de Federico García Lorca (1918):

Escuchad los romances
del agua en las choperas.
Los árboles que cantan
se tronchan y se secan.
Y se tornan llanuras
las montañas serenas.

Los chopos niños recitan
su cartilla; es el maestro
un chopo antiguo que mueve
tranquilo sus brazos muertos.
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
Cabecean los chopos hablando
con el alma sutil de la brisa. 

 

miércoles, 13 de noviembre de 2024

De Sevilla a Buenos Aires

 

Domingo 2 de Julio de 2006

Desde la cinco de la mañana estamos en pie, para llegar al aeropuerto de San Pablo con los primeros nervios del día.- Poca gente para Madrid, controles metálicos y la subida del avión que o me sienta nada bien, aunque disfrutamos al comprobar que aquello no da miedo.- En poco más de media hora estamos en la famosa Terminal 4, que recorremos varias veces haciendo tiempo para el embarque definitivo.- Descubro que la mezcla de la biodramina y lexatin va muy bien para quitar los pellizcos de estómago y que se te quiten las ganas de abandonar la aventura antes de comenzarla.- Descubrimos que los asientos del vuelo a Buenos Aires son mucho más cómodos aunque por poco si nos toca ir empujando.
Las supuestas doce horas de convierten en trece, desde que nos ponemos en cola para el embarque del personal y hay momentos en que es difícil imaginar que estamos volando.- Nada se mueve; por la pequeña ventanilla el efecto de las nubes y el azul del océano parecen una pegatina sin vida.- Eso sí, en el interior, un joven rabino con esposa y dos hijas pequeñas constituye el centro de atención por el continuo trajinar de maletas de un lado a otro del avión: Ora se pone un uniforme, luego otro, se prepara para la oración, pasea a la niña pequeña en brazos y continua cambiando la maleta de un lugar a otro.- Mi acompañante a mitad del viaje comienza a sentirse mal, mientras que yo mantengo viva la esperanza de completar el viaje sin el temido mareo turbulento.- Al final acabo blanco, pero entero.- El trayecto resulta largo, bien atendido por el personal de a bordo pero con síntomas claros de agobio porque no se descansa bien y el duermevelas dura poco.- Dan ganas de dejarlo todo, de abandonar y la cabeza duda, tiembla de pensar lo lejos que queda ese viaje de vuelta (otra vez el avión), pero no hay vuelta atrás.- La tranquilidad del resto de los pasajeros ayuda mucho y las visitas al baño se repiten una y otra vez.- Aunque nos cierran las ventanillas y nos ponen tres películas, una detrás de otra, es la música clásica la que consigue relajarme más: Mozart se convierte en compañero inseparable, la presencia de mi acompañante en malas condiciones físicas, el no poder dedicarle más atención, trato de superarlo como puedo, consciente de que debo moverme los menos posible y acoplarme a mi almohada mágica.- La llegada al aeropuerto bonaerense es todo un espectáculo de luces y aunque una de nuestras  maletas llega la última, ya pisamos tierra firme y eso reconforta bastante.- Somos bien recibidos por nuestros anfitriones que nos introducen en un taxi y pasamos nuestra primera noche en el hotel Impala, cuyas camas nos sabe a gloria bendita a eso de las cinco de la mañana -- hora española --. O sea, veinticuatro horas de continuo deambular.

sábado, 9 de noviembre de 2024

En el último suspiro

 


La mujer extrajo del baúl el negro farol que habría de iluminar el gris de la lápida. Lo limpió, le dio barniz y escamondó el cristal para que brillase toda la noche. Introdujo una vela en su interior y cogió una cerilla para prender la mecha. La vela no iluminaba. Cambió la vela, consumió la caja de cerillas y probó suerte con un mechero. Se le agotaron las velas. Probó con una lamparilla de aceite, pero al cerrar la puerta de la farola, se apagó. Rebuscó y halló un artilugio chino, de luz permanente que simulaba una vela, pero no tenía pilas. Se acordó de una iluminaria cilíndrica que acumulaba luz y se hacía visible por la noche. Agarró el farol, se cubrió con la negra mantilla y cuando llegó al cementerio ya era de día.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Capítulo III de La casa deshabitada

 


Hay panolis que piensan que esto de escribir para uno es como el hablar a solas, cosa de chalados.
Miguel Delibes

Diego Álamo y Rufo Miralles se retiraron a sus habitaciones. Nunca me enteré de cuáles eran sus verdaderas dolencias, aunque podría imaginármelas. Rufo Miralles, José Lorite y Eduardo Soler salieron a la calle, supongo que con la intención de mirar el cielo, que según nos contaba Samuel López, estaba en uno de esos días en que merece la pena mirarlo. Enrique Tobar y Manuel Navarrete se acodaron en la barra para departir  con Juanito Ponce, a quien no le importaba pasar toda la noche charlando. Yo, salí también a la calle, acompañado de Beatriz y Elisa.
—Oíd estos versos —dijo Beatriz leyendo en su iPod

Si con el templo de tu voz
no escaparan las diásporas nocturnas
en galaxias de orfebrería
y el entusiasmo de mil corolas rojas:
¿cómo podría escribir hoy
que tirando de un cordel de versos
se pueden sacar un cubo de azucenas
por el brocal más cálido del tórax?

—¿Quién los escribió? —pregunté.
—De un admirador, se apellida Cerrillo y ya no os digo más.
Comenzó a reír.
—A propósito Beatriz, ahora que te veo con ese aparato, ¿tú crees en la desaparición del libro de papel? —le dije.
—Cayetano, por Dios —intervino Elisa—, lo que maneja Beatriz no es más que un teléfono con Internet, el libro electrónico es otra cosa.
—Lo sé, lo sé, compañera, hasta ahí llego. Mi pregunta viene dada por el uso excesivo de esos medios. Perdonad si he sido demasiado impulsivo.
—Yo te entendí a la primera, amigo. Comprendo la reticencia de ciertas personas a la irrupción de la tecnología en el mundo actual, pero esto es una realidad —alzó su teléfono—, a la que no hay que darle la espalda. Pienso que habrá convivencia. Por experiencia propia sé que los estudiantes siguen prefiriendo los textos impresos y ellos son los que vienen detrás, así que tranquilo, compañero, que seguiremos viendo libros en los escaparates.
—Además —añadió Elisa—, mientras que el IVA siga en el 21%, mal vamos, ahí sí que hay diferencia con el papel.
—No sólo eso, —siguió Beatriz—, existe además el problema de las descargas ilegales, la piratería del siglo XXI. Ya ves, Núñez, —ríe Beatriz— ¡larga vida al papel¡ 
—Ya veo, ya veo. En fin, vamos a otra cosa, ¿os apetece oír música?

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lunes, 28 de octubre de 2024

De una palmera

 


 De una palmera próxima

surgen los periquitos

como maduros dátiles.

No es su edén, este no es su edén,

pero desdibujan las nubes

y parlotean las terrazas

dueños de su condado.

Enamorado de ti

me amoldé a tus almenas,

a las antenas parabólicas,

a las camisas al sol,

al crujir de los muebles;

olvidé la repetitiva sintonía

de tu cuarto-estudio-laboratorio

y la movilidad de brazos

del batería cresta roja.

Las tórtolas, mis tórtolas,

las que habitan las grietas

olvidadas del arquitecto

tampoco arrullaron la cuna

con la que cruzamos océanos

hasta encontrar a Pata Palo.

Yo ejercito mis alas

como las tórtolas,

como los periquitos,

para llegar a tu presencia,

para retornar a mi oteadero

de palabras, refugio de melodías

donde te sueño

manchado de pixeles,

devorando mueslis con vatios,                                                          

pero trasmutado al fin

como ave del paraíso.

miércoles, 23 de octubre de 2024

Clara Milich

 

                                        Una parada obligatoria en el mundo de la Literatura

CLARA MILICH.- Iván S. Turgueniev

Un drama del siglo XIX que este autor lleva al extremo de dos muertes jóvenes al modelo de Romeo y Julieta.- Veo los tres actos: en el primero ya nos anuncia lo que le puede ocurrir al joven, dada la forma de ser de su padre; en el nudo figura su encuentro con Clara, que tampoco tiene desperdicio, según podemos ver más tarde y como es lógico el asunto no puede acabar de otra manera.- Me gusta el papel de los personajes con esos nombres tan difíciles de pronunciar, pero que tiene su encanto.- Un romanticismo intenso tratado en pocas líneas.- Buena lectura.

TRES ROSAS AMARILLAS.- Raymond Carver

Siete relatos de un autor al que no había tenido el gusto de leer y que se conoce como el “Chejov americano”. Supongo que me ha faltado la intensidad lectora, porque en estos relatos no he encontrado esa comparación aludida. Profundiza en los grandes temas de siempre, pero a mí no me ha calado y casi necesito volver a las páginas del libro para recordar alguno de los relatos que termino de leer: mal síntoma. En estos casos la receta recomendada por mi asesor literario es una segunda lectura, sobre todo para asegurarme de que soy capaz de descubrir a un “magnífico” escritor como se dice en la solapa de esta edición.

TRES NOVELAS EJEMPLARES Y UN PRÓLOGO.- Miguel de Unamuno
Leer a los clásicos españoles siempre es un lujo que no debemos desaprovechar cada vez que podamos, porque nos ponen en el término medio de la narrativa actual y aquella otra que se escribía en tiempos pasados. Tres muestras de este genial autor he asimilado en poco tiempo porque su lectura es cómoda, sin grandes estridencias y con mucho arte. En especial el último relato “Nada menos que todo un hombre” me ha dejado maravillado por su buena estructura, su gran diálogo y la capacidad de sorpresa. Lo cierto es que podrían ser tres obras de teatro por sus características peculiares o al menos serían fácilmente adaptables al medio. Lenguaje costumbrista pero de un desarrollo tal que termina por cautivar al lector.

 

lunes, 21 de octubre de 2024

Picudo rojo

 


El picudo penetró en el despacho del alcalde, se instaló en la red y fue el final del ejército de palmeras.