miércoles, 5 de marzo de 2025

La encina

 


Ministerio de agricultura, pesca yalimentación

La encina (Quercus ilex) es una de las especies que mayor dispersión tiene en el sur de Europa y, sin duda, la más representativa de toda la península Ibérica. Este árbol, familia de las Fagáceas, ha desarrollado impresionantes habilidades para la adaptación a las cambiantes condiciones meteorológicas de países Mediterráneos como el nuestro, caracterizado, sobre todo en las zonas del interior, por valores de temperatura extremos, como en el caso de la provincia de Burgos.

Uno de los rasgos que le permite sobrevivir en climas como el de esta región, donde la encina salpica amplias extensiones de campo burgalés, es su porte bajo. Esto le permite desarrollar una copa ancha que le otorga sombra sobre su propio tronco para rebajar así la temperatura durante los tórridos meses de verano en esta región. Además la encina es capaz de realizar la fotosíntesis en las horas de menos calor durante el periodo estival. Pero también está preparada para sobrevivir a las duras temperaturas invernales de entornos montañosos, ya que la encina cesa su actividad a partir de los 0ºC.

Con respecto a los usos de la encina, se trata de una especie con un sinfín de utilidades que van desde la producción de madera, aunque sin duda el más reconocido es de la alimentación de uno de los animales estrella de la gastronomía española: el cerdo. De hecho el calificativo “de bellota” referido a este animal es un indicativo de calidad. Además, aunque hoy no está muy extendido el consumo de bellotas en la dieta española, lo cierto es que durante siglos –sobre todo antes de la llegada de la patata procedente de América- este fruto proveniente de la encina fue un alimento característico por su gran aporte nutritivo.

Antonio Machado:

¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,
con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
En tu copa ancha y redonda
nada brilla,
ni tu verdioscura fronda
ni tu flor verdiamarilla.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero,
nada fiero
que aderece su talante.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede. 

martes, 25 de febrero de 2025

Rivera de San Nicolau


 

Rivera de San Nicolau
que vas saltando entre aristas
con ansias de llegar temprano
—antes de que el Sol se ponga—
en la parsimonia del valle.
¿Te contaron alguna vez
que somos parientes cercanos?
 ¡Si!Yo estoy hermanado ¿me oyes?
con la rivera del Hueznar
en San Nicolás del Puerto
y recibí su bendición
entre cortinas de cristal
¡como las tuyas!
y me prestó el diapasón
para medir una a una
la cadencia de las notas
                                    ¡como tú!
Y se brindó como testigo
de mis horas lujuriosas,
de mis cánticos de amor,
de mi tiempo y su tiempo.
Como haces tú,
que no reparas en el doblar
del cencerro,
pero que guardas                    
                        en tu orilla
el movimiento sin fin
de la cola Alba alba.
Como hace ella.
Tal vez no vuelva a verte                                                         
—tenemos distintas medidas—
sólo me queda el consuelo
de saber que sigues latiendo
siempre que me paro
                                a contemplar
el mágico fluir
de las inquietas burbujas
del Nacimiento del Hueznar
en San Nicolás del Puerto.

 

sábado, 22 de febrero de 2025

Aparcamiento tramposo

 

             Así comienza este relato, que pertenece al libro "Bajo la luz de mi plaza"

Un estanco es ese lugar donde entran los fumadores para comprar tabaco, una señora jubilada para comprar unos sobres o un señor mayor que tienta a la suerte porque ¿qué mejor aspiración que hacer crecer los ahorros a base de quinielas?
Un nieto puede ser un joven de dieciocho años, que además de tener el carnet de conducir, ayuda a su querida abuela a la prosperidad del negocio sin que le preocupe demasiado si algún día lo heredará.
Un mecánico es un señor que tiene un taller de autos, que puede ser que echase los dientes entre neumáticos apilados, tuercas, gatos hidráulicos y olor a gasoil. Tal vez aprendió el oficio mucho antes de terminar el Curso que le acreditaba la capacidad suficiente para meterse debajo de un coche y hacer que volviese a funcionar.
Un chapista es otro señor que, además de haber pasado por las pruebas de conocimiento de mecánica para automóviles, un buen día le pareció oportuno aprender a quitar abolladuras, rascar y pintar.

El acerado de las calles de una ciudad se concibe, por regla general, para que por él deambulen los viandantes sin tener que sortear ningún obstáculo que les impida moverse en cualquiera de los sentidos. Conserva una altura superior a la de la calzada para impedir que los vehículos puedan colisionar con los peatones y, por norma general suele ser un adoquín poliédrico quien mantiene el límite entre ambas zonas. Ocurre a veces que para facilitar el acceso a las personas con alguna dificultad motora se llevan a cabo rebajas del acerado por las que una silla de ruedas, un carrito de bebé, una bicicleta infantil, un patinete o el carro de la compra apenas notan que se entorpece su circulación salvo por una pequeña inclinación que les hace acelerar la marcha primero y aminorarla después hasta recobrar la horizontalidad.

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viernes, 14 de febrero de 2025

La casa deshabitada. Capítulo V


                    Así comienza el capítulo 5 de la novela La casa deshabitada.

Quedaba poco para llegar al pueblo. Me puse a pensar de qué irían hablando Elisa y mi paisano desde que se alejaron de nosotros.
—¿Qué me dices de Seda? —Elisa gesticulaba con sus manos.
—Para mí es un poema en prosa. Desde la primera a la última página nos envuelve en un halo misterioso. Hace disfrutar de la lectura de una manera sublime. Cómo verás sigo tus consejos —contestó Medardo.
—Sabía que te iba a encantar. Fíjate si te conozco, “nenín.
—Hay tantos detalles en ese libro que es imposible pasar de puntillas por él.
—Ya lo creo. Además fíjate que es de lectura cómoda, se lee en poco tiempo. Apenas queda hueco para el aburrimiento.
—Y qué bien encaja el título con la trama…Seda… Era el negocio y al mismo tiempo la delicadeza de la protagonista femenina.
—Cuánta sensibilidad.
—En lo sucesivo prestaré más atención a tus recomendaciones literarias.
—¿Has llegado a ver la película?
—No.
—Pues no te la pierdas. Está muy conseguida.
—Tendré que pedirle permiso a mi ganado.
Rieron. Unas cuantas aves se cruzaron en su camino.
—Mira, mira, rabúos —dijo Medardo.
—¿Cómo?
—Son rabúos. Es una de las aves más características del verano por aquí, van siempre en grupo, armando ruido ¿las conocías?
—Con ese nombre desde luego que no —Elisa fijaba su vista en las aves—, y aunque yo soy urbanita tengo reminiscencias campestres y no recuerdo haberlos visto nunca.

—En realidad es un rabilargo, de la misma familia que la urraca.
—A esa sí que la conozco —ríe.
—Ya me lo imagino ¿tal vez por Doña Urraca?
—No sólo por eso, listillo, es que se suele ver más en las ilustraciones, y además las veo en la carretera cruzando de un lado a otro.
—Pues ya ves, son córvidos los dos, sólo que a la urraca le gusta más deambular por parejas.
—Les pasa cómo a nosotros —le miró a los ojos. ¿Has visto dónde quedaron los demás? ¿Tú crees que sabrán algo?

lunes, 10 de febrero de 2025

Flores en Mayo


 

Flores en mayo aparecían
junto a la piedra
cuando lanzaste el grito
que aún perdura.
aferrado a mi espalda
de divino inocente.
Oigo tu voz caliente,
sintonía desajustada,
amapolas de besos
que caen en el roce
del cálido viento de otoño.
gotas de tinta
evaporo con rabia
buscando el soplo
que te propulse,
que rompa la costra
que envuelve tu presidio.
Pero tú y yo no somos
veletas que marquen el mismo rumbo,
ni pareja de bueyes
que aren la misma tierra.
Diferimos en el voltaje
del habitáculo del coche.
no quiero hundirme
en los relojes de arena
sino calzarme unas chilucas
que se sujeten a la roca
reverdecida del tiempo.
Cerca del mar o en la ambarina umbría
poblada de castaños.
cuando por fin mi verso                                                         
sume la última estrofa
quiero sentir el tacto
de tus encallecidas manos,
mirarme en el cristal
de la flor que arde en tu pecho
y respirar, tan solo respirar,
por tus pulmones.