Segundo día de estancia de Viznar
En
vista de las dificultades de acceder a Sierra Nevada, dado los -15ºC registrados en la zona, decidimos adentrarnos en la Sierra
de Huetor para conocerla de cerca. Llegamos al Centro de Recepción bajo un
intensísimo frío y la nieve cayendo en suaves copos. Nos dan con las puertas en
las narices y lo más que podemos sacar de Puerto Lobo es la visión de un
pequeño grupo de cabras montesas que se hallaban en el comedero próximo, dentro
del parque cinegético. Pasmados pero animados, cogemos los vehículos y nos
adentramos por una pista forestal hasta dar con el comienzo de una ruta
que estaba señalada. La sola contemplación del bosque nevado merecía el viaje;
la fauna ni se le presiente, pero las distintas especies arbóreas allí estaban,
predominando las coníferas, aunque sin descartar la presencia de los Quercus.
Iniciamos el ascenso hacia La Cruz del Agua por un sendero
cubierto de nieve donde nos encontramos periódicamente con un banco de piedra
donde poder reponer fuerzas, aún a riesgo de mojarse el culo. Desde la cumbre,
en un cruce de caminos, se contempla Viznar, Alfacar y algún que otro
pueblecillo que entre nubes, niebla y nieve aparecen y desaparecen. Los más
pequeños del grupo se dejan deslizar por el monte helado mientras que los más
aventajados iniciamos la ruta que nos llevará 1750 mts más allá a la Cueva del
Agua. El camino es precioso, la cámara de fotos no cesa de dispararse y todos
alucinamos con tanta belleza. El frío se soporta bien e incluso pueden llevarse
las manos sin guantes, al aire. El crujir del suelo en determinados sitios
sigue siendo atractivo. La humedad en cuanto descuidamos nuestras botas se
apodera de los pies, pero todo es válido por el sabor de la experiencia.
Se accede a la cueva por una calle estrecha hasta encontrarnos
con una enorme abertura en el monte, en cuyo interior existen leves atisbos de
formaciones calcificas y el resto son piedras y tierra sin nada de vegetación.
A nuestra llegada se encuentra ocupada por un grupo de catorce o quince
jóvenes, que habían pasado la noche en dos tiendas de campaña y que compartían
una descomunal fogata. En el exterior un buen número de latas de cerveza se
amontonaban en el congelador natural.
Regresamos por el mismo camino hasta un merendero próximo,
burlando como podemos el frío y dónde nos esperaban el resto de los componentes
del grupo.
Por la tarde nos acercamos el campamento Alfaguara para
poder contemplar otro de los espectáculos más impresionantes en forma de
paisajes nevados. Desde allí volvemos a acceder a la Cuerva del Agua, en esta
ocasión por una pista forestal totalmente nevada. El lugar en sí parece
frecuentemente visitado y la guardería –si es que existe- en ningún momento
hizo acto de presencia. Los desperdicios inmundos, en esta ocasión, quedaban
todos camuflados bajo el tupido velo blanco.
Siguiendo la propaganda oficial nos desplazamos hasta
Cogollos de la Vega para encontrarnos de nuevo con otro portazo: los supuestos
baños árabes resultan estar en una casa privada que ni por ser el día de la
patria andaluza, se nos permite visitar. Me llama la atención en todos estos
pueblos la existencia en la puerta de entrada de una cortina de paño que en
pleno invierno me despista en cuanto a su utilidad.
En la tranquilidad del albergue visionamos tres videos
relativos a reciclaje, chips y centrales nucleares en la República Federal
Alemana, antes de retirarnos a descansar.
Me encantó leer tu estancia en La Cueva del Agua, aunque pasmados de frio estabais animados.
ResponderEliminarUn beso.
Ya ves, María, tremendo contraste con lo que estamos viviendo en Sevilla en estos días.- Un abrazo
ResponderEliminarCreía que tenias nueva entrada amigo JR
EliminarMuy feliz sábado.
Un beso.
Envidia sana, si es que dicen que existe algo sano.
ResponderEliminarUn saludo, José.
Lo narras con tu buen gusto, amigo, y me parece acompañarte. Gracia que tienes para contar!
ResponderEliminarAbrazos
Pd.- Por ahí no queda el pueblo Huétor Vega?
Hola Rafael: gracias por pasar por aquí.- Saludos
ResponderEliminarHola J.Valle: gracias por la visita. En efecto, Huétor Vega está en esta sierra ¿de qué te suena? Un abrazo
ResponderEliminarEs que ahí vive mi amigo Luvar. A ese pueblo envío libros, y desde ahí recibo —y nunca lo oí mentar antes, claro, la mayoría de mis viajes a España han sido a ciudades y pueblos con puertos—. Tu cuentas del frío, que a Luvar le encanta, y él nada más habla del verano: quejándose del calor durante toda la estación...y hablarle de calor a un caribeño, es como mentar la soga en casa del ahorcado! Gracias + abrazo
EliminarTu texto maravilloso
ResponderEliminarTe cuento
para sentir como siento yo el calor tienes que vivir en Miami