Aquel plátano de sombra tenía tanta esperanza de vida, que cada niño de su entorno gozaba del privilegio de colocarle un soporte bajo las doloridas ramas de incansable crecimiento.
J.R. Infante
Aquel plátano de sombra tenía tanta esperanza de vida, que cada niño de su entorno gozaba del privilegio de colocarle un soporte bajo las doloridas ramas de incansable crecimiento.
J.R. Infante
Mi plaza tiene un reloj en forma de luna llena que cada quince minutos les recuerda a los presentes lo efímero de la vida. A las horas en punto, además, lo pregona dos veces, una de ella acompañándose de una musiquilla que entusiasma a los turistas, pero que a mí, luego de cuarenta años escuchándola, se me hace de un pesado subido de tono. En ella juegan los niños con sus muñecas, tirados en el suelo, mientras que las niñas corretean detrás de un balón de fútbol luciendo algunas, camisetas a rayas verdes y blancas y otras blancas con adornos en rojo. Sus papás vigilan recelosos para que nadie vaya a perturbar el único momento del día en que los niños se creen libres.
J.R.Infante
¿Alguna vez contaste los pétalos
del jazmín
mientras con tus dedos formabas
remolinos de aroma?
Yo lo hago y veo tu boca
y el brillo de tus pupilas
bajo tus cejas un río de esmeraldas.
Róbale a Philos el poder
construiremos una tabla excell
y en una celdilla en blanco
comenzará nuestro viaje.
La avenida ruge en gris,
lees tu última llamada,
tiemblo de pensar que puedes
rozar con el filo de tus dedos
la carga de amor sobre mi piel
¿qué te falta?
Qué tic tac machaca mi sien
de lógicas respuestas verdeazuladas.
Hoy no escucho
el trinar glorioso de gorriones
ni veo caer las hojas
marchitas del limonero,
hoy he vuelto a meterme a buzo
entre mi propio tejido
y ahí sigue visible el papel,
los focos, el escenario
sólo espero que el regidor
te de
paso
te de
paso.
J.R. Infante
En aquella época en que las misivas manuscritas tenían su
importancia, era de gran trascendencia estar pendiente del cartero y su posible
presencia en las casas. Si además estaba de por medio el amor, qué más se puede
decir. Pero a Tere y a Juan les ocurrió algo más; no solo se trataba de una
carta la que el muchacho recibió: era una carta misteriosa, que dieron lugar a
una serie de acontecimientos de los que hacen sentir la grandeza de la vida, de
los que ni el paso de los años pudo hacer mella en su olvido; hechos que se
llevaría siempre prendidos muy cerca del corazón hasta el final de los tiempos.
De ahí que el relato tuviera que llamarse "La carta"; era el que
mejor le cuadraba.
J.R. Infante
Al sorber el espagueti el hombre descubrió frente a él a una fuente de agua tan clara, que ahora es incapaz de tomar pasta si no fija en su memoria la imagen de aquella mirada.
J.R. Infante