Así comienza el primer relato del libro Bajo la luz de mi plaza
Mi plaza tiene un reloj en forma de luna llena que cada quince minutos les recuerda a los presentes lo efímero de la vida. A las horas en punto, además, lo pregona dos veces, una de ella acompañándose de una musiquilla que entusiasma a los turistas, pero que a mí, luego de cuarenta años escuchándola, se me hace de un pesado subido de tono. En ella juegan los niños con sus muñecas, tirados en el suelo, mientras que las niñas corretean detrás de un balón de fútbol luciendo algunas, camisetas a rayas verdes y blancas y otras blancas con adornos en rojo. Sus papás vigilan recelosos para que nadie vaya a perturbar el único momento del día en que los niños se creen libres.
J.R.Infante
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