El aire desplaza el polen
de los álamos que impávidos se agarran dónde pueden para no acabar bajo la
escoba del barrendero. La escoba envidia a los álamos porque jamás alcanzará su
altura y el barrendero desprotica de los árboles que no hacen más que ensuciar
el suelo. Así que cuando se celebró el Congreso de Brujas, a mediados de la
primavera, a Juan, barrendero del barrio, se le ocurrió la feliz idea de
invitar a todas ellas a néctar de madroño… ¡daban unos saltos!
Un barrendero muy detallista, el nectar de madroños debe de estar delicioso, cuando voy por el campo y es la época de los madroños , me gusta cogerlos y comer allí mismo.
ResponderEliminarUn abrazo J. R
Hola Conchi: agradecido por tu visita y dejar el comentario.- Besos
ResponderEliminarJa! Me ha resultado estupendo, amigo. De mucho placer.
ResponderEliminarAbrazos
Hola tocayo: gracias por pasar por aquí y me alegro que te haya gustado el micro.- Un abrazo
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