Teniendo como tengo casi puerta con puerta el Espacio Santa
Clara de Sevilla, suelo pasar para ver su programación. Mi acierto ha sido
pleno. Ayer me encontré con la celebración del Día mundial de la poesía y lo
disfruté de principio a fin. En primer lugar por el entorno, ya que este espacio por
si ya merece dedicarle un tiempo de ocio, con la señoreada Torre de Don
Fadrique como testigo.
En segundo lugar por la sala en la que estuvimos,
restaurada, con los lienzos de las paredes luciendo pinturas de otros tiempos y
techos artesanados. Y por último por la música de yazz que fue la protagonista
de todo el acto en si.
El espectáculo giraba en torno al libro Fruta extraña (la poesía del jazz) del profesor Juan Ignacio Guijarro
Él hacía las presentaciones, a continuación el profesor
Chema Tornero nos iba contando la historia del jazz desde sus inicios en New
Orleans
Luego se leía un poema por parte de la actriz Lola Botello
Para finalizar con la intervención de la cantante Natalia Ruciero
Para disfrutarlo de verdad, ya digo. En medio de músicos de todos los tiempos, con nombres inolvidables como Charlie Parker, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald o poetas como Valente o Julia Uceda, me llamaron la atención la aportación del novelista Manuel Vázquez Montalbán, del que traigo a colación el poema Como si fuera esta noche la primera vez:
Rota solitaria articula da muñeca
de sus alas sus gestos
la gogo
girl
reivindica parcelas de aire
en un imprevisible océano
sin rosa de los
vientos
sin norte nocturno, ni sur de estío
la inutilidad de todo viaje
conduce a la isla de un podium
para bailar la danza de una tonta
muerte fingida para no fingir la vida
no no lee hasta entrada la noche
ni en invierno viaja hacia el sur
pero tiene bragas de espuma ambarina
sostenes de juguete un príncipe violeta
la despeña por los acantilados
del goce más pequeño
submarinos ya sus ojos tan nocturnos
la
gogo girl
tiene la boca entreabierta por el prohibido
placer de no hablar apenas
sobre la tierna noche
y su manto de flores ateridas reposa
su falsa cabellera de niña emancipada
guitarras nada eléctricas sumergen despedidas
rómpete actriz del deseo de amar la vida
como si fuera
como si fuera esta noche la última vez.
"A la sombra de las muchachas sin flor" 1973
Y la del poeta nacido en Moguer y para mí un gran
descubrimiento, Antonio Orihuela, del que me permito exponer este poema:
HUELVA
Hay sitios
en las afueras de esta ciudad
que jamás verás en un folleto
turístico.
Paisaje de escombro
donde hierve, estancada,
el agua de los colectores de
las petroquímicas
y se deslíe hacia el mar
el rojo veneno de las montañas
de fosfoyesos.
Tosen las chimeneas toneladas
de gases tóxicos
y cae polvo gris sobre la
piel del mundo
levantada, día tras día,
con más saña que el padrastro
de un niño.
También estallan, en esta
hora,
un millón de motores
que vuelven a casa,
signos de normalidad
que no impiden que las
enfermedades pulmonares
arrasen con los viejos, dejen
tocados a los recién nacidos
o empañen de hollín mis
pulmones, mis gafas
y se pone el sol
no sin una incierta belleza
que hace aún más hiriente
toda esta ruina
que paga
periódicos, políticos, libros
de poesía
y hasta la restauración de
todos los santos y santuarios de esta ciudad
antes de llevarse por delante
a los que acuden a las procesiones.
Espacios de desolación
en otra mayor desolación
por la que va cayendo,
lentamente, la tarde.
En fin, como verán, estas son las ventajas de vivir cerca de un Centro Cultural.