miércoles, 9 de noviembre de 2022

Mañana será otro día


 Así comienza esta historia, que se puede encontrar completa en el libro Bajo la luz de mi plaza

A la sombra del ficus descansan los hilvanadores de palabras. Ellos representan la última corriente que emerge dentro de la Casa de las Palabras. Han salido a desayunar y de paso  fumarse un cigarro en el lugar donde nadie los mira con cara extraña. Dos varones y dos hembras, de mediana edad, de los cuales tan sólo fuma una mínima parte.

­­⸺Si los editores aceptaran todo cuanto les llega, el lenguaje sería indescifrable, no habría diccionario que lo admitiera ⸺dice Pedro.

⸺Para eso estamos los negros, para pulir  ⸺dice Gregorio.

⸺Pero a los académicos les interesa que se les entienda, que el mensaje llegue a todos los ámbitos de la sociedad, no sólo a las altas esferas ⸺dice Ángeles.

⸺¡Compañeros no desvariemos!  ⸺corta Miriam⸺ no se que tiene ese puñetero edificio, que cuando salimos de él se nos suben los humos a la cabeza de una manera increíble. Somos capaces de coger a un transeúnte por el cuello y obligarle a recitar sin descanso las siete partidas. No somos más que trabajadores, no lo olvidéis.

⸺Tienes razón Miriam ⸺asiente Pedro.

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