En Rosal de la Frontera han querido dejar bien patente dónde
estuvo preso el poeta Miguel Hernández cuando trataba de huir de la barbarie.
Que su memoria esté siempre presente entre nosotros.
Que la primavera sea eterna a través de su legado literario y que la poesía urbana siga siempre presente por encima de otras consideraciones, como bien nos lo cuenta la leyenda en torno a ese Peñón de los enamorados, sito en Antequera y que algunos dicen se asemeja al perfil de la cabeza de un indio boca arriba.
Imaginación al poder, como la que derrochan en Camas para adornas las calles con motivos de la festividad religiosa del Corpus Cristi.
Y en Sevilla, como un turista más dentro de mi propia casa,
los Reales Alcázares, visita obligada, aunque sea de tarde en tarde para
recrear la vista y rememorar tiempos pasados.
En Cantillana dando un paseo en las primeras horas del
verano me encontré esté rincón del que me enamoré enseguida y al que prometo
volver siempre que las fuerzas me acompañen. Lugar para no perdérselo.
Termino mi periplo por esta vez en la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, en un atardecer encantador desde el mirador del hotel que lleva el nombre del río de la Bética romana.
Bella entrada llena de emociones de un alma enamorada gracias por tus buenas vibraciones escritor
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