Me tengo por aficionado al cine, por eso me dio
mucha rabia no ver cuando aún estaba en cartelera la película Campeones. Las
múltiples actividades en las que nos embarcamos a veces tienen estas
consecuencias, se nos van las mejores. Pero, mire usted por dónde, recalo en
estos días en mi pueblo de origen, ⸺léase Paymogo⸺, y hasta aquí ha llegado la
Diputación de Huelva con un proyecto de cine de verano, así que miel sobre hojuelas.
Al aire libre, como en otros tiempos en los que disfrutaba tanto de niño como
de adolescente es una de las dos salas que por entonces proyectaban películas
en una pantalla de las de antes: enorme. En esta ocasión también se daba la
paradoja de que la mayoría de la gente que acudió al espectáculo llevaban sus propias
sillas, ya que en el lugar no había asiento para todos. Los más jóvenes
encaramados donde podían, con sus bolsas de pipas y chucherías y los adultos
con un chaleco para protegerse de las inclemencias del tiempo, que a
determinadas horas de la noche no perdona, no estamos en Agosto, pero ser
refrescó el rostro. Sabor a pueblo, sabor al cine compartido, como en familia.
Disfrutamos de la película y a la vez me saqué la espinita que me había quedado
clavada desde el pasado invierno.
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