Allí mando ella, la plaza es suya. Canija, de metro y medio, tiene un torrente de voz que no hay vecino que se le resista. Aguanta las obras municipales, los cuarenta grados a la sombra y las trifulcas entre drogadictos. Con un paraguas, cuatro cartones y un colchón reversible, es la reina del lugar. Sabe de perros y gatos y se lleva bien con las palomas. Aspira el aroma del azahar como si fuera su último aliento y no consiente ni un papel en sus preciados dominios. Ella es… la Reina.
Estupendo , como todos los que nos da la oportunidad de disfrutar leyendolos gracias Pepe 👏😘👏
ResponderEliminarA ti por comentar, aunque lamento no saber quién eres por aquello de las dificultades de identificación. Abrazo
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