lunes, 8 de abril de 2024

Hubo un instante

 


Hubo un instante

para sujetarme contigo

a la grupa del mundo

y otro para componer en tus labios

dos monosílabos idénticos.

Suena guitarra y arrebújame

hasta el amanecer,

devuélveme la luz de día,

no quiero tinturar de sepia

la placidez de esta cal.

Fui potro y fui jirafa,

al momento libro parlante,

en ocasiones Sancho

con el escudo siempre presto;

aprendí a devorar marcianos

aliñados con ketchup;

nos pasábamos los domingos

encerrados en un corchete,

subidos en flauta de nácar;

veíamos pasar el cóndor:

llevaba prendido en sus garras

las hojas de un armario.

Los libros se transforman

en pesas de quinientos gramos,

las camisas abotonadas

en musculosas patagónicas.

Entonces fui guardián nocturno,

ditero adicto al debe-haber,

manantial de moneda al uso

y teleoperador de contrato

indefinido.                                                         

Ojos negros, piel canela,

rapea tu ipod en la ducha,

mientras un bando de gorriones

chic-chic-chiriííí

se disputan la débil rama

donde anclaran sus patas

y más lejos, en la espadaña

las monjas invitan a la oración.

 

2 comentarios:

  1. Suena la guitarra de las palabras son cantos de melodías

    Un placer volver a leerte. Ya estoy de regreso.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Maria, por la visita. Me alegra saber de ti. Un abrazo. J.R.Infante

    ResponderEliminar

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?