La llegada
Sábado, 4 de Diciembre
de 1993
Salimos de Sevilla en dos vehículos por la carretera de
Utrera para recoger a un tercer vehículo algo más adelante. Parada en
Montellano y llegada a la
Residencia donde somos recibidos por Jesús, joven componente
de la Coop. Suber,
encargada del turismo rural de la zona. Tras elegir habitaciones, nos indican
una ruta que nos disponemos a conocer.
Foto tomada de la red
Se comienza en el pueblo, bajando a la altura del cementerio, en dirección al río Guadiaro. Pronto las vistas se hacen enormemente bellas y dada la hambruna reinante, nos detenemos bajo un olivo a degustar lo que cada uno traía de su casa. La bajada se realiza por un carril ancho pero pronunciado, lo cual hacía temer la vuelta.
Se comienza en el pueblo, bajando a la altura del cementerio, en dirección al río Guadiaro. Pronto las vistas se hacen enormemente bellas y dada la hambruna reinante, nos detenemos bajo un olivo a degustar lo que cada uno traía de su casa. La bajada se realiza por un carril ancho pero pronunciado, lo cual hacía temer la vuelta.
Atravesando la carretera, se introduce el camino en un
frondoso sendero, en parte vía romana, que permite la contemplación de “la casa depiedra”: curiosa historia de un ermitaño que a principios del siglo XX tuvo
la santa paciencia de horadar en una roca una vivienda. El lugar se encuentra
abandonado, aunque los lugareños suelen dar fe de su existencia. Más adelante
se percibe actividad relacionada con la matanza del cerdo.
Foto tomada de la red
Foto tomada de la red
Llegamos a la orilla del río Guadiaro, caudaloso, sensual,
pero con bastante basura en los alrededores, aunque la presencia de vida
acuática nos tranquiliza.
Siguiendo indicaciones visitamos un horno de pan de leña y
una fábrica de muebles de castaño y pino con diseños vanguardistas.
La vuelta se convierte en prueba de fuego para los gemelos,
aunque la sopita caliente de la
Residencia reconforta el esfuerzo. En los postres visionamos
la jornada gracias a la paciencia del Sr. Carballido y al poco estamos todos
soñando con el pic-nic del día siguiente.
2º día de estancia
Foto tomada de la red
Siguiendo las indicaciones de los monitores de Suber, nos vamos hasta la estación de Cortes de la Frontera y tomamos el tren para que nos deje en Gaucín. Luego de degustar unos sabrosos churros nos introducimos en una red de túneles que nos dan idea de lo abrupto del terreno. Seguimos el curso del Guadiaro y al llegar a la estación contactamos con “El Gaspi”, curioso personaje, mitad cabra mitad joven que por dos mil pesetas nos iba a servir de guía para el resto de la jornada.
Siguiendo las indicaciones de los monitores de Suber, nos vamos hasta la estación de Cortes de la Frontera y tomamos el tren para que nos deje en Gaucín. Luego de degustar unos sabrosos churros nos introducimos en una red de túneles que nos dan idea de lo abrupto del terreno. Seguimos el curso del Guadiaro y al llegar a la estación contactamos con “El Gaspi”, curioso personaje, mitad cabra mitad joven que por dos mil pesetas nos iba a servir de guía para el resto de la jornada.
Remontando el río nos va introduciendo por unos paisajes de
ensueño donde se advierte la presencia humana, que a pesar de la humedad
prefiere las tiendas de campaña para llevar a cabo sus actividades campestres.
La vegetación es muy abundante, de gran porte y el sol calienta nuestros
cuerpos cuando nos llega, debido en parte a la carga de chaquetones que
llevamos, temiéndole al frío.
Comemos en una isla, mientras “El Gaspi” corretea por entre
las rocas como si se alimentara del aire; de la supuesta bolsa de bocadillos,
saca unas alpargatas que utiliza para chapotear por el río. Luego nos lleva
hasta la angostura del Guadiaro, objetivo de nuestro viaje, mostrándonos de
paso la charca del
moro y la buitrera. El agua presenta en estos puntos un azul intenso.
Foto tomada de la red
Nos queda para otra ocasión el paso por el puente de los alemanes o la travesía del túnel, dado que según nuestro guía era ya tarde para tales aventuras.
Nos queda para otra ocasión el paso por el puente de los alemanes o la travesía del túnel, dado que según nuestro guía era ya tarde para tales aventuras.
Podemos observar en la boca de la garganta unos aventureros
que envueltos en trajes de neopreno regresaban después de una jornada entre
peñascos y agua. Desde abajo, en el lecho del río, sin apenas agua, el ser
humano parece una diminuta criatura deslizándose por entre enormes piedras redondeadas
y de caprichosas formas.
Volvemos por el mismo camino y hasta la llegada del tren,
departimos con “El Gaspi”, un ciervo en cautividad y un decorador malaje de
azulejos, cuyo nombre prefiero no mencionar.
De nuevo el tren, villancicos, ducha calentita, cena y
relax. Una buena dormida y todos en forma para el siguiente día.
Menuda marcha. Me encantó, buena aventura. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Nuria, por la visita.- Besos
EliminarUn recorrido de maravilla en cuanto a la contemplación de paisajes, la casita de piedra me encanta. Espero tu segunda entrega.
ResponderEliminarAbrazos J. R.
Hola, Conchi, la verdad es que la zona es uno de esos lugares con encanto que conviene no perderse.- Un abrazo
EliminarSolo por ver la casa de piedra merece la pena.
ResponderEliminarY además, buitres, ya ni te digo.
Abrazo
Muy curiosa la casa de piedra. Una buena descripción de la excursión, espero el desenlace y regreso.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Julia, por la visita y dejarme tu comentario. Un abrazo
Eliminar