El pasado martes tuve la suerte de compartir Una parada
obligatoria con los miembros del Club de Lectura Alféizar de Camas. Fue un
encuentro en el que todos salimos satisfechos, que es lo mejor que se puede
decir cuando lo que está en la palestra es un libro, su autor y los lectores.
Como es bien sabido, el libro una vez que sale del taller ya no depende tanto
de la persona que lo ha escrito como de la acogida que pueda tener por parte de
crítica y público en general, así que es para sentirse satisfecho una vez que
he tenido la oportunidad de contractar con el grupo de Camas los vericuetos que
se pueden dar en toda obra literaria.
Una parada obligatoria continúa su periplo, en esta ocasión se ha detenido en Camas, dentro de poco será en Cantillana y a principios de año estará en Valencina de la Concepción. Pueblos y gente que se muestran dispuestos a darle acogida a todos los personajes que bullen en su interior, deseosos de encontrarse con quienes quieran abrir las páginas para verse con ellos cara a cara. Que siga la andadura y que nos sigamos viendo en situaciones similares con la literatura como vehículo de unión.
Una parada obligatoria continúa su periplo, en esta ocasión se ha detenido en Camas, dentro de poco será en Cantillana y a principios de año estará en Valencina de la Concepción. Pueblos y gente que se muestran dispuestos a darle acogida a todos los personajes que bullen en su interior, deseosos de encontrarse con quienes quieran abrir las páginas para verse con ellos cara a cara. Que siga la andadura y que nos sigamos viendo en situaciones similares con la literatura como vehículo de unión.
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