jueves, 11 de julio de 2024

El mundo nos espera

 


 Así comienza el relato "El mundo nos espera", del libro Bajo la luz de mi plaza/Otoño-Invierno

Blanca trabaja de cajera en un supermercado, aunque a ella lo que de verdad le hubiese gustado es ser actriz. A su lado, Paco, realiza la misma función, sólo que él tiene otros proyectos en su cabeza: recorrer el mundo a los mandos de un viejo autocar reconvertido en vivienda.

Por las mañanas antes de entrar en el supermercado, desayunan juntos en el bar de la esquina y mientras devoran la tostada con aceite, miran por los cristales y contemplan el deambular de la gente, siempre con prisas para coger el autobús o cruzando el semáforo sin esperar su turno. Intercambian alguna mirada de connivencia y al final terminan fijándose en el parque infantil, solitario en tan tempranas horas. Se miran a los ojos y se fijan en sus respectivos uniformes, inmaculados, con la placa identificativa a la altura del corazón.

—A ver que nos espera hoy   ⸺dice ella.

—Me temo que lo de siempre   ⸺responde él.

Luego abandonan la cafetería y se mezclan con el resto de compañeros. Reciben las instrucciones del encargado del super y se disponen a llevar a cabo su tarea: Blanca comienza el día reponiendo las estanterías de los lácteos y Paco de primeras a la zona de cajas.

Ella, recuerda cuando todo este espacio lo ocupaban las butacas del cine, como eran sus paredes, las escalinatas que conducían al gallinero y aquella pantalla tan enorme en la que comenzó a fraguarse su ilusión de ser estrella del celuloide. Cada vez que salía de la sala, veía reforzada la idea de ser ella que un día transmitiría sensaciones a los espectadores.

Él fija su mirada en los extranjeros que entran en la tienda con indumentarias veraniegas ¡cuánto le gustaría ponerse en su lugar! Lleva cinco años ahorrando, sin un descanso en condiciones, con tal de poder embarcarse en alguna aventura lejos de tanto cemento y asfalto como le rodea. Tiene hablado con su cuñado para que le alquile la furgoneta del negocio familiar y reventarla a kilómetros. De vez en cuando algún cliente le sonríe y trata de sacarlo de su ostracismo, “Aquí estamos, señora”, “Ya ve usted, señor”.

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2 comentarios:

  1. Las cosas del día a día. Parece un buen comienzo el libro, sí que está interesante.

    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, María, por tu visita y dejar un comentario,. Un abrazo

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