domingo, 19 de enero de 2025

Roble melojo

 

                                                           Fotografía tomada de la red

Melojo

https://www.mapa.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/caminos-naturales/detalle_punto_interes.aspx?tcm=tcm:30-549283&id_camino=013407&topologia=Vegetaci%C3%B3n&origen=Destacados

Se trata de un árbol de gran porte que puede llegar a medir hasta 25 m de altura y que se encuentra especialmente distribuido en países como España y Francia, así como en enclaves al norte de África como, por ejemplo, Marruecos. No obstante, figura entre las plantas amenazas en varias comunidades autónomas de nuestro país (Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Valencia).

Constituye una especie de roble que se encuentra perfectamente adaptado al clima mediterráneo gracias a sus hojas aterciopeladas por ambas caras, que permiten reducir la transpiración. Prefiere suelos con sustratos ácidos y sin concentraciones de cal y no tiene demasiados problemas con la altitud del terreno, ya que puede llegar a crecer en terrenos desde los 200 a los 2.100 m sobre el nivel del mar. No es extraño encontrarlo formando extensos bosques que en ocasiones comparten con otras especies.

Con respecto a los usos del melojo (Quercus pyrenaica), se trata de una especie que ha sido especialmente explotada por su madera para leña, así como por sus cualidades para la elaboración de carbón vegetal. Además, tradicionalmente también ha tenido otras utilidades como la de curtir pieles y también ha sido esencial en sectores como el de la industria naval o el de la construcción.

Roble melojo, rebollo

https://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/portal/documents/20151/454806/CASTILLEJO_SEP_2021+%281%29.pdf/25f69407-e128-a0a4-15d6-96d37a8b961f?t=1637231765106

Quercus pyrenaica Willd.
Cómo es?
Árbol marcescente de hasta 25 m, con tronco derecho y esbelto, copa irregular, corteza
gris con grietas longitudinales y ramificación abundante; a veces podemos encontrarlo
reducido a arbusto estolonífero. Los tallos jóvenes son tomentosos y péndulos. Yemas
cónicas, agudas, tomentosas y amarillentas. Sus hojas de 8-14 cm, con pecíolo de 8-12 mm, son caducas o marcescentes en función de las condiciones de frío o calor, pinnatífidas, raramente sólo lobadas, ceniciento-rosadas y densamente tomentosas cuando jóvenes, después verde-oscuras, mates y glabrescentes por el haz y densamente tomentosas, con pelos estrellados por el envés. Flores monoicas. Los amentos masculinos 5-10 cm, con raquis peloso y perianto de lóbulos hirsutos. Las flores femeninas presentan estilos claviformes, con estigmas espatulado, libres y arqueado. Su fruto es la bellota, se trata de un fruto seco denominado aquenio, que contiene una sola semilla, cuya envoltura externa no está soldada a la misma. Es de de color castaño con pedúnculo fructífeructífero de hasta 40 mm, rígido y tomentoso.
¿Dónde crece? Se desarrolla sobre suelos silíceos, muy raramente en ambientes calizos. Requiere humedad y frío, por lo que crece en zonas de clima subatlántico o ibérico continental, sustituyendo a menudo altitudinalmente a los encinares. El rango altitudinal que ocupa suele ser desde los 400 a los 2100 metros.

¿Dónde podemos encontrarla?
Esta planta se distribuye fundamentalmente por la Península Ibérica y Marruecos, aunque también la podemos observar en el oeste y suroeste de Francia. En Andalucía se encuentra en todas la provincias salvo en Almería, pero lo hace de manera muy local, formando pequeños bosquetes y ejemplares aislados. La excepción es Granada, pues en Sierra Nevada se estima un área de ocupación de unas 2000 hectáreas. 
¿Sabías qué? Aunque su epíteto específico es “pyrenaica”, en los Pirineos es una planta muy escasa en esta cordillera.
Como todas las especies de quercíneas de nuestro entorno, ha sido muy utilizada, fundamentalmente, por su madera para la construcción, leña y para obtención de carbón. Sus frutos, no sólo han servido de alimento para el ganado, pues en periodos de escasez de alimentos, con las bellotas se elaboraba harina y se hacían tortas o panes; también se consumían asadas, de igual modo que actualmente hacemos con las castañas .

 

domingo, 12 de enero de 2025

Una semana movidita

 


El bichito ascendió por el orificio nasal y una vez dueño de la situación se dedicó a jugar al escondite inglés. A la de una, abrió el contenedor de mocos y por el puente de dos ojos se deslizó una y otra vez en unión de su familia. A la de dos, fabricó dos tapones de cerumen y dejó a la máquina incomunicada con el mundo de los sonidos. A la de tres, se dedicó a clavar punzones en la garganta, se agarraban unos a otros y el juego consistía en evitar una expulsión más allá de los dientes. Hasta que fue descubierto, pero para entonces ya habían pasado siete días.

 

viernes, 10 de enero de 2025

Rincón y Cortado


 

 Así comienza este relato que forma parte del libro Bajo la luz de mi plaza /Otoño-Invierno

Rincón se hallaba situado de frente a su público, manejando con la habilidad que él solo tenía, las tres cartas de la suerte “que en menos de un minuto le puede alegrar la vida.” ¡Fíjese en la bolita!, ¡la bolita, la bolita!, apuesten, jueguen y comprobarán como la suerte puede sonreírles.

Un sencillo taburete recubierto de un paño largo con una superficie lisa donde las cartas ⸺plegadas por su eje central⸺ permitían el paso de una pequeña bola nacarada que lo mismo se hallaba bajo la carta central como en cualquiera de las otras dos. Rincón manejaba las manos mejor que la lengua, con unos dedos tan largos que uno podía cansarse de mirarlos sin encontrar el fin. La bola corría y se desplazaba como si un imán la obligase a girar en un sentido u otro. De pronto una prueba, elija usted amigo, de balde, no le cobro nada, es de balde oiga, y el hombre elije de manera inequívoca el escondite seguro. Cada vez hay más gente alrededor de aquella figura humana, alta, desgarbada, puro nervio en el manejo de las cartas y la palabra, pruebe usted señora, son diez euros, ¡ay qué lástima!, por poco, señora, otra vez será, ahora usted, caballero.

—¿Se puede subir la apuesta! ⸺dijo uno.

—Claro que si, caballero ¿a cuánto?

—Cincuenta euros a que se dónde queda la bola.

—Me lo pone usted difícil, señor, pero… puedo intentarlo.

Crece la expectación, se corre la voz de la cantidad apostada y la gente se achucha acercándose al puesto para ver de cerca la actuación del mago. Rincón se remanga, aspira una gran bocanada de aire, se frota las manos y comienza su frenética puesta en escena. Tras varios pases de bola y cambios con las cartas se detiene. Quedan sobre el tapete las tres cajas de caudales, de las que solo una es portadora de la llave.

—¿Dónde está la bolita?  ⸺pregunta Rincón.

—No he perdido detalle, no puedo fallar… ¡Aquí! ⸺señala el hombre.

—¿Seguro?  ⸺vuelve a preguntar.

—¡Seguro!

—Muy bien, veamos su suerte.

Rincón levanta la carta y en efecto bajo su curvada forma aparece la bola objeto del juego. El hombre recibe los cincuenta euros ganados y un apretón de mano de parte del artista. La gente no sale de su asombro. Acto seguido da media vuelta y se pierde entre el gentío.

—No pasa nada, señores, sigue el juego ¿quiere usted probar?, ¿usted señorita?, pruebe usted, señor.

Se miran unos a otros; nadie se decide, hasta que un valiente da un paso al frente y deposita un billete de veinte euros.

—¡Ah, pero que pena, señor, ahí no estaba la bolita!

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sábado, 4 de enero de 2025

Capítulo IV de La Casa deshabitada

 


 

No contéis la vida tal cual es, porque la realidad puede parecer una ficción exagerada Ángeles Caso

Viernes
Volví en mí al escuchar el sonido de la ducha. Poco a poco me fui dando cuenta de dónde me encontraba. La noche había sido tumultuosa y por tanto si no estaba en mi casa, ni aquella era mi cama, lo más probable es que lo que oía fuese a mi compañero de habitación que estaba preparándose  para iniciar la jornada. Miré el reloj y me dio tiempo a calcular los siguientes movimientos para que a las nueve pudiese estar ya dando buena cuenta de una sabrosa tostada de pueblo.
—Amigo Núñez, no tengo yo muy claro que seamos capaces de sacar adelante el Encuentro.
—Samuel, por favor, permíteme que me de una ducha, que estoy aún con los sudores de la sábana y un montón de gente dando vueltas en mi cabeza.
—Cómo no, compañero. Si te digo la verdad, acepté tu invitación porque hacía mucho que no me acercaba a estos lugares, pero soy bastante escéptico con este tipo de reuniones de sabihondos.
—Insisto, Samuel, en unos minutos podré conversar contigo, pero ahora no.
—Pasa, pasa, no hay prisa.
Me demoré todo lo que pude en la ducha para ver si se aburría y terminaba bajando a la cafetería.
—Además, creo que Diego y Enrique piensan cómo yo —le escuchaba decir cerca de la puerta —. ¿Me oyes, Núñez?
— ¡Sí, sí! —le grité—. No tardo en salir.
—Si bien es cierto que la obra de nuestros seleccionados… ¿de verdad que están todos?... ha sido muy estudiada…José Luis Sampedro, por ejemplo: 

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