sábado, 4 de enero de 2025

Capítulo IV de La Casa deshabitada

 


 

No contéis la vida tal cual es, porque la realidad puede parecer una ficción exagerada Ángeles Caso

Viernes
Volví en mí al escuchar el sonido de la ducha. Poco a poco me fui dando cuenta de dónde me encontraba. La noche había sido tumultuosa y por tanto si no estaba en mi casa, ni aquella era mi cama, lo más probable es que lo que oía fuese a mi compañero de habitación que estaba preparándose  para iniciar la jornada. Miré el reloj y me dio tiempo a calcular los siguientes movimientos para que a las nueve pudiese estar ya dando buena cuenta de una sabrosa tostada de pueblo.
—Amigo Núñez, no tengo yo muy claro que seamos capaces de sacar adelante el Encuentro.
—Samuel, por favor, permíteme que me de una ducha, que estoy aún con los sudores de la sábana y un montón de gente dando vueltas en mi cabeza.
—Cómo no, compañero. Si te digo la verdad, acepté tu invitación porque hacía mucho que no me acercaba a estos lugares, pero soy bastante escéptico con este tipo de reuniones de sabihondos.
—Insisto, Samuel, en unos minutos podré conversar contigo, pero ahora no.
—Pasa, pasa, no hay prisa.
Me demoré todo lo que pude en la ducha para ver si se aburría y terminaba bajando a la cafetería.
—Además, creo que Diego y Enrique piensan cómo yo —le escuchaba decir cerca de la puerta —. ¿Me oyes, Núñez?
— ¡Sí, sí! —le grité—. No tardo en salir.
—Si bien es cierto que la obra de nuestros seleccionados… ¿de verdad que están todos?... ha sido muy estudiada…José Luis Sampedro, por ejemplo: 

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