A la casa le cortaron el
suministro de energía: se llenó de velas; abortaron la llegada de agua a los
grifos: se llenó de cantimploras; la asfixiaron con un cinturón de hombres
policías: se oxigenó con un anillo de hombres pancartas. Y cuando parecían
derrumbarse sus cimientos, que moriría por una hambruna de ideas, llegó un
viento huracanado del hemiciclo de la razón, repartiendo créditos blandos para
que florecieran garbosos los geranios de los balcones.
Qué pena que ocurran estas cosas, que dejen morir así algunas casas.
ResponderEliminarMe encantó tu entrada con esa imagen tan bonita.
Besos.
Gracias, María, por la visita, aunque se trata de un relato no está nada lejano a la realidad.- Besos
EliminarUFFFFF TREMENDISIMO POEMA!!!! ME TRAMA!!!
ResponderEliminarABRAZOS
Gracias, Adolfo, por la visita.- Un abrazo
EliminarMe destaca el inteligente decir, amigo. La casa es un ejemplo de resistencia. Siempre tenemos que encontrar un camino, o, al menos; buscarlo.
ResponderEliminarFuerte abrazo
Un relato triste y por desgracia de mucha actualidad Arruillo.
ResponderEliminarUn abrazo.