El palomo saca pecho y arrastra su cola por el suelo, mientras que ella, la paloma, toma su baño diario en el hueco de una loseta, ¡ay, amor!, le susurra al oído, tus plumas son mi felicidad, tu gorguera el embrujo y tu pico… ¡Ay, tu pico!
J.R. Infante
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