lunes, 27 de noviembre de 2023

Las necesidades del servicio

 

Así comienza este relato que podéis encontrar en el libro Bajo la luz de mi plaza Otoño/Invierno

La operaria de la limpieza dejó el vehículo en medio del carril bici con el motor en marcha, se apeó, cogió la escoba y el recogedor y se dispuso a limpiar el suelo de colillas y envoltorios de patatas fritas que se acumulaban alrededor del quiosco. No había dado dos escobazos cuando le sonó el móvil; abandonó su tarea y se sentó enfrente del escaparate de prensa sin perder la noción de su trabajo.

—¿Qué pasa, cari? ¿por qué me llamas al trabajo? Tú sabes que no me puedo entretener: en cualquier momento pasa mi jefe y ya sabes cómo las gasta. Mira, sin ir más lejos, el otro día, la gorda esa de las trenzas ¡ya sabes!, la que tú te creías que era un tío, pues esa, la gorda le decimos nosotras porque con las mujeres no se habla, así que ella sabrá lo que se trae entre manos, que no veas tú lo mal que le sienta el pantalón del uniforme, se lo coloca cogido con pinzas al sujetador, pues el otro día estaba en la calle de aquí al lado, la que va para el centro, que no me sale ahora el nombre, ¿cómo se llama, coño?, ¡ojú, cada día estoy más desmemoriada!, estoy por pedirle una mañana al jefe e ir al médico a ver si me manda algo para la memoria porque no me acuerdo de nada, dentro de poco estoy como tu madre, que no quiero yo decir que tu madre vaya a estar mal ¡no!, no te lo tomes por ahí que tú enseguida tomas el rábano por las hojas y luego vas y se lo largas todo a tu hermana, que con la inquina que me tiene, ¡sí, sí, Francisco!, ¡inquina!, eso no se puede llamar de otra manera por mucho diccionario que tú hayas consultado en gugle, ¿tú te has fijado cómo me miraba el otro día cuando el cumpleaños de la Vero?, ¡sí hijo, sí!, espera que me ajusto el manos libres, lo que pasa es que una es prudente y se calla las cosas porque me dieron ganas de coger el bolso y salir por la puerta, así no se trata a la gente por muy cuñada que se sea, ya te lo digo, Fran, aprovecho ahora que viene al caso, la próxima vez que se dirija a mí con esa cara, soy capaz de arrearle un guantazo ¿lo oyes?, un guan-ta-zo, te voy a tener que ir dejando porque se ha parado un ciclista al lado de mi vehículo y está apuntando el número de la matrícula, pero ¿qué hace usted?, ¡oiga, oiga!

 

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