Desde la Sierra de Aracena mientras la tormenta descarga el
aguacero y deja pasar al arcoiris nos desplazamos rio abajo hasta llegar a
Sevilla donde la Torre se refleja a la caída de la tarde, antes de hacerle una
visita al poeta siemprevivo que tanto y tan bien cantara las glorias de esta
ciudad.
Mientras tanto en el Aljarafe el campo de girasol nos regala la vista
de unas imágenes repetibles, pero que hay que estar allí para gozarlas.
Sin
llegar a la borrachera nos embriagamos de luz y haciéndole caso al consejo de
anátidas buscamos otros lugares donde la expansión acuosa se perciba de otra
manera.
Y, cómo no, ese lugar es la costa, que entre Cádiz y Málaga nos regala
puestas de Sol increíbles.
Hermosas fotos. Cada viaje es un espejo donde mirarnos, si es grato, veremos nuestro mejor perfil. Un gran abrazo.
ResponderEliminarAsí es, amiga, no solo es mirar, también es sentir y eso es luego lo que trasciende. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso recorrido.
ResponderEliminarLa sierra de Aracena estará cuajada de jara.
Besos, amigo.
Gracias, Vero, por la visita. Todavía es buena época para seguir disfrutando de estos lugares. Besos
EliminarBellas imágenes, el arco iris colaborando a embellecer el paisaje, como la escultura de mi admirado Gustavo Adolfo Bécquer.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Julia, por la visita y tu fidelidad a este espacio. Bécquer, aquí en Sevilla, lo tenemos siempre presente, cómo no, aunque merece mucho más de lo que le da la ciudad, tampoco está en el olvido.- Un abrazo
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