Solo lo podemos ver en la Península en invierno, por las
campiñas cerealistas, estepas y marismas. Tiene un plumaje pardo oscuro con
moteado amarillo. Es muy amigo de las avefrías, con las que suele compartir
habitats. Pertenece a la familia Charadridae y no he tenido la fortuna de poder
observarlo en directo, pero no pierdo las esperanzas.
Me trae a la memoria al inolvidable Félix Rodríguez De la
Fuente mostrándonos por la televisión las increíbles hazañas de esta ave, y por
supuesto metiéndonos en el cuerpo el venenillo de la ornitología. Siempre me
quedará la duda de si aquella figura fugaz que se cruzó conmigo en un encinar
era el halcón o el azor, en cualquier caso, qué gran satisfacción me produjo el
encuentro.
También en este caso fue una visión fugaz en el tronco de
una encina. En este caso estamos ante un párido, o sea, un ave inquieta, que lo
mismo está boca arriba que boca abajo, aunque su mancha blanca en la nuca lo
distingue con claridad de sus parientes próximos, solo que hay que verla con
claridad. Ahí lo dejo.
Es más fácil de identificar puesto que suele verse al borde
de las carreteras con su característico vuelo, a la espera de localizar la
presa. Alas apuntadas y delgada cola, como los halcones. Tiene una longitud de
15 cms. un peso de 250 grs. y una
longevidad de 15 años.
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