domingo, 18 de agosto de 2024

Mes de agosto en el Andévalo

 


 

Mes de Agosto en el Andévalo

Mes tórrido este de 2024, como por otra parte es habitual por estas fechas. Los paseos por el campo han de hacerse en la mañana bien temprano si quiere observarse alguna de las especies avícolas que lo frecuentan.
Los grupos de rabilargos nunca faltan desplazándose de una encina a otra con sus graznidos característicos. Las abubillas por el contrario se mueven en soledad, arrancando desde el suelo donde se les puede localizar buscando el sustento diario. Las urracas colocadas en el lomo de las ovejas dan la impresión de que buscan transporte gratis, pero su objetivo son los parásitos, así que tienen permiso para colocarse en semejante sitio. Cerca del agua, en alguna laguna o en charcos remanentes de las riveras, las garzas y la cigüeña negra se reparten los beneficios del agua estancada. También se aprovecha el chorlito y el andarríos. Aún es posible encontrarse con algún ejemplar de cigüeña blanca, algo remisa a emprender el viaje africano. La tarabilla sigue con su amable colaboración para el aficionado a la fotografía, en  competencia con la curruca capirotada que aprovecha los jarales para desplazarse al compás que el caminante. La perdiz, agazapada, tan sólo levanta el vuelo, cuando la proximidad humana se le hace poco segura. Apartados un tanto del mundanal ruido, en edificaciones de otros tiempos, la golondrina dáurica va y viene al nido en un movimiento constante que parece no tener fin. El caminante sabe —porque se lo han dicho—, que la ganga, el águila imperial y el águila real frecuentan estos pagos, pero verlos no los ha visto. Cercano ya a la población la cogujada que entretiene su tiempo pegada al suelo o posada en algún alambre; el gorrión, el jilguero, la paloma común y la tórtola turca, se lo pasan en grande de árbol en árbol o de tejado en tejado buscando donde anidar o simplemente dónde pasar la noche, que aunque no hace frío, siempre es mejor una buena rama donde anclar las patas. En las horas punta de calor extremo, bajo el emparrado aparece un papamoscas, con el pico abierto, buscando el aliento que debió perder en algún momento.

Hay más, muchos más, pero por hoy ya vale con esta colección de aves que frecuentan y suelen verse por esta época del año en las agostadas tierras del Andévalo onubense.

 

1 comentario:

¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?