Llegó otoño y con el las esperadas tertulias literarias. A
fuerza de ser pesado insisto en ello, porque con el paso del tiempo he
descubierto que es la mejor manera de mantenerse enganchado a ese mundo tan
especial, como es el de la lectura y la escritura. Las circunstancias me han
llevado, a esta alturas de mi vida, a dedicarle la mayor parte de mi tiempo a
estas dos facetas, y como da la casualidad de que en ese terreno me encuentro
como pez en el agua, aquí estoy un año más, con ganas de ser el eterno aprendiz
de todo. La literatura norteamericana ocupa el encuentro mensual que dirige
José Carlos Carmona, y está siendo con el paso del tiempo una magnífica
oportunidad de conocer a esos autores, que parecen estar un puntito por delante
de la literatura en nuestra lengua. Eso y la aportación de la gente que allí
acude, hace que trate de no perderme ninguna sesión. En segundo lugar cito al
club de lectura Alféizar, de Camas, que tantas satisfacciones me está
produciendo, en el poco tiempo que llevo por allí. Un grupo magnífico, una
implicación extraordinaria y una consideración hacia mi persona de la siempre
les estaré agradecido. Lugar de aprendizaje en todos los sentidos. Y por
último, cito a la tertulia que yo mismo dirijo, en la Casa de las Sirenas de
Sevilla, con la particularidad de ser algo más anárquica, pero llena de
encanto; nos mantenemos al tanto de la actualidad y , aunque somos pocos,
solemos ser fieles a la cita quincenal. Vivencias en conjunto que hacen más
rica nuestras vidas y eso siempre es digno de agradecer, a las circunstancias y
a las personas que conformamos uno u otro grupo.
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