Los niños jugaban en la
calle formando un corro cogidos de la mano. En el centro otro círculo más
pequeño giraba y cantaba una canción ancestral de la sabana africana;
utilizaban un dialecto de difícil comprensión. Los de fuera respondían a lo
que parecían preguntas llenas de
musicalidad. En un momento dado se produce un intercambio de niños de dentro
afuera y cambia la música; ahora tiene aires sudamericanos. Se entiende. Sigue
el juego de las preguntas y nuevo intercambio, ahora hasta de cinco que pasan
al círculo interior. Suenan aires de sevillanas. Todos se sueltan de las manos
y bailan en parejas sin perder el sitio en los círculos. La letra implica
pregunta, que al responder conlleva un nuevo trasiego de niños de fuera para
adentro. Las voces se vuelven toscas, rudas y marciales, con los brazos
entrelazados bailan como si estuviesen en la estepa rusa. Una voz sobresale y
en un momento dado forman una piña multicolor, que se desgrana en un mar de
risas. Suena el silbato de uno de los monitores y corren bulliciosos hasta la
puerta del bus escolar. Hora de regresar a casa.
Les he visto en ese círculo :)
ResponderEliminarBesos.
Gracias por la visita. Vero. Un abrazo
ResponderEliminarUn relato muy interesante, me ha gustado mucho y me imaginaba el revuelo de niños.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Julia, me alegro que te gustara. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Julia, me alegro que te gustara. Un abrazo
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