296 Me ha dicho D. José que estuvo con Trini, ¿qué me dices,
Alba?, lo que oyes, en un recital, ¿y no nos invitó?, ya sabes como es, un
agarrao, un estrecho, un…¡para, para!, se lo pienso contar a Vero, como
quieras, pero ahora cálmate un poco y dame la siguiente entrega…
UNA PARADA OBLIGATORIA (5)
.../...Viene de Una parada obligatoria (4)
Ya huele a mar
A Huelva 10 kms.
—Matías, yo no estoy segura de lo que quiero, y ni siquiera si hago bien manteniendo esta relación – decía Alejandra.
—¡Que
no haces bien! ¿Qué dudas tienes? Acaso no me quieres, porque hace sólo
tres días que me prometías amor eterno – contestaba Matías.
—Sí,
ya lo sé pero nunca te he dado seguridad al cien por cien de que esto
fuera a salir bien, yo me conozco, me dejo llevar, pero luego cuando
estoy sola me entran unos miedos que me hacen pensar en otras cosas.
—¿Qué cosas?
—Yo que sé, a lo mejor son tonterías, pero es que...
—¿Qué?
—Mira, por mi cabeza no pasa que yo vaya a volver con mi marido. pero a veces me entran dudas con respecto a ti.
—¿Por qué? ¿Qué pruebas te he dado yo?
—Ninguna,
son figuraciones mías, pero están tus hijas, sobre todo Silvia que a
pesar del tiempo que llevamos juntos, no puede dejar de pensar en su
madre y en algún momento puedes pensar que sería mejor deshacer el
camino y...
—Y nada. Aquello acabó, te lo juro, yo no siento nada
por la madre de mis hijas, al contrario más bien preferiría ni hablar de
ella.
—Ves. Esa es una prueba de que te duele la herida.
—¿Qué
herida? Ya te he dicho un montón de veces que eres tú quien me
interesa; me preocupan mis hijas, claro, pero me siento con fuerzas
suficientes para seguir adelante con ellas y mantenerme a tu lado. ¿Por
qué piensas esas cosas? Igual podría pensar yo de Augusto.
—No es
lo mismo, mi hijo es muy madrero y necesita menos a su padre, además ya
no es un niño, y entiende mejor la vida que Silvia. Yo he hablado con él
de nosotros y no le importa para nada nuestra relación.
—Ves... pasa de nosotros.
—Sí, pero se alegra en el fondo de que su madre esté con alguien. Además yo si que no volvería con mi marido ni muerta.
—No mientes ruina.
—Está
bien, puede que sea una nube pasajera, a lo mejor es cosa del tiempo.
No me eches demasiada cuenta. El viernes te puedes quedar aquí si
quieres, Augusto no vendrá porque tiene que trabajar y luego se irá con
el padre, así que te podrías quedar a dormir.
—Haré todo lo posible. Por cierto ¿tú le has dado el teléfono de Nieves a tu hijo?
—¡Yo no! ¿Por qué lo dices?
—Es que me extrañó una conversación en la que lo sorprendí el otro día, sin que ninguno de los dos se apercibiesen.
—¿Y qué quieres decir con eso?
—¡No, nada! Tampoco tiene importancia...Cambiemos de tema, ¿qué tal te va por el trabajo?
—¿El trabajo? De eso más vale que ni hablemos, no veas el último fichaje que hemos hecho...
A Córdoba, 5 kilómetros
—Augusto,
te he dicho que no me llames en horas de oficina, yo no puedo... ¿qué
quieres? ¿Dinero? ¡Ni hablar Augusto! Todavía no has liquidado conmigo
el último préstamo que te... ¡Importante! Claro para ti...siempre te
traes algo importante entre manos. Pero ¿y tus ahorros, ya te has
gastado? Perdona, ahora te llamo, tengo que atender.
Una pausa
—¡Que
sí mamá! Eso es lo que me dices siempre y al final tu madre –que soy
yo- como una tonta, va y te da el dinero que luego tarda un año en
recuperar y además con intereses negativos. ¿Comprendes? Si la última.
¿Cuántas veces me has dicho lo mismo? Habla con tu pa... Ya me lo
imaginaba... ¡Calzonazos! Augusto que me están llamando por la otra
línea.
Otra pausa
—Augusto luego hablamos en casa, ¿te
parece?... ¿Cómo que tiene que ser ahora? Encima que me pides dinero
también con exigencias, oye, sé más previsor y piensa las cosas antes de
meterte en ningún lío...que luego hablamos en casa...
Silvia se
balanceaba risueña en el columpio, mientras que otros niños correteaban
alrededor suya. En un banco del parque, Matías conversaba con la que
fuera su mujer sobre los pormenores de las dos hijas que tuvieron en
común, y fundamentalmente de la pequeña, a la que ahora tenían enfrente.
Ambos coincidían en que rara vez la veían tan alegre como esa tarde. No
lo manifestaban pero en sus cabezas rondaba la misma idea: ¿habrían
hecho bien en separarse? ¿Eran más felices con la nueva vida que cada
uno de ellos había iniciado? ¿Cómo lo estarían pasando sus hijas? Nieves
era toda una mujer y según todos los indicios, hasta con novio, pero la
pequeña Silvia seguía siendo una niña a la que le estaba sentando muy
mal que sus padres no estuviesen juntos. Tal vez habría que replantearse
algunas situaciones. Ha pasado mucho tiempo, y ahora es el momento de
saber si el paso que tanto trabajo costó dar en su día es el correcto o
puede olvidarse de todo y volver a ser la familia que fueron. Mientras
hablaban de cómo les iba a cada uno por separado, pensaban y pensaban
como les podría ir si volviesen a estar juntos, si fuesen capaces, si
tuviesen el valor suficiente. Pero, ¿quién daría el primer paso? ¿Sería
esto bueno para sus hijas o acabarían volviéndolas locas con tanto
cambio? No puede ser, las cosas son como son y no es bueno mirar tanto
para atrás, ahora cada cual se defiende por separado y Silvia a pesar de
todo ahí está, cada día más linda. Además los niños lo asimilan todo,
son maleables, tienen una inteligencia más desarrollada de lo que a
veces pensamos. Mejor será dejar las cosas como están, y no meterse
ahora en una vuelta atrás que quien sabe que consecuencias traerá para
todos. Nieves es un encanto y hay que dejarla que haga su vida, y la
pequeña crecerá y cuando menos lo pensemos tendrá otros intereses y no
le importará que sus padres estén separados o juntos. La vida hay que
tomarla como viene, y no por eso se acaba el mundo ni hay que volverse
loco. ¿Cuánta gente hay separada que viven tan felices?
.../...Continúa en Una parada obligatoria (y 6)