sábado, 17 de octubre de 2015

Maneras de desandar el tiempo



Ayer, en la Tertulia literaria Casa de las Sirenas de Sevilla, tuvo lugar un encuentro en el cual dimos a conocer el libro de relatos Maneras de desandar el tiempo. Siete autores, que venían de Málaga, nos desgranaron su idea de literatura, contándonos como sacan a la luz este tercer volumen. Ellos son Punto y Seguido. Andrea Vinci, Miguel Nuñez, Inmaculada Reina, Loli Pérez, Isabel Merino, Mauricio Ciruelos y Pedro Rojano, llevan adelante esta empresa, con una edición a la que no le falta un detalle, con unas ilustraciones dignas de elogio y unos textos muy frescos, que en esta ocasión eran monotemáticos, pero que dejan entrever al ser hemano que todos llevamos dentro, con su virtudes, sus defectos y con muchos asuntos pendientes -válgame el título de uno de sus relatos.
Alguien podría preguntarse para qué desandar el tiempo. ¿No sería mejor negarlo, esquivarlo, disuadirlo o simplemente olvidarlo? Y si aceptamos que el tiempo es limitado ¿por qué no dejarlo avanzar sin más?, ¿para qué volver a las andadas e intentar remediarlo, revivirlo, alterarlo?, ¿para qué desandar el tiempo? 


 Estas son las preguntas que ellos se hacen y a las que han tratado de dar respuesta en cada uno de sus relatos ¿o son los lectores quienes tenemos que darlas? Ahí lo dejo.
Como en estos tiempos que vivimos tenemos que buscarnos la vida para sacar adelante nuestras creaciones, tengo que aplaudir a este grupo que desde el año 2007 están empeñados en demostrarnos a todos como se pueden hacer las cosas de manera digna. La edición de este libro ya la quisieran para si muchas grandes editoriales, aficionadas desde tiempos inmemoriables a dar portazos. Y también tengo que aplaudir el nacimiento de una nueva criatura en papel vivo, que aunque no hay que renunciar a nada en los tiempos de corren, demuestra que sigue teniendo su espacio en este complicado mundillo de las ediciones por cuenta propia.


 Punto y seguido tiene su blog, así que por ahí se le puede seguir, porque, ya digo, merece la pena.



viernes, 2 de octubre de 2015

Sierra de Baza


                                                       Diciembre de 1999

Gran descubrimiento el de Cortijo Floranes en la Sierra de Baza; reúne todas las características para los que nos gusta estar en el campo sin lujos, con montañas cercanas y en compañía de buenos amigos.
Las escuelas-taller hay que pensar que dan resultados y consiguen poner en marcha instalaciones que de otra forma estarían abandonadas. Floranes es un antiguo cortijo con dependencias para estar a gusto, con mucha leña, buena chimenea y caminos cercanos desde los que emprender la aventura del día.
Desde el primer momento tuvimos como objetivo pisar la nieve por muy alta que estuviese; y desde la puerta de la casa se la veía lejana. No obstante como había un sendero bien marcado que hacía posible el acercamiento, nos pusimos en marcha en una mañana agradable para caminar. El bosque no nos abandonó en ningún momento y la primera etapa concluyó a los pies de un arroyo donde el agua había acabado con un pasarela de madera. A partir de aquí el sendero se hizo más confuso y fuimos guiándonos de forma intuitiva para localizar la cima blanca que veíamos desde la casa. Dejamos señales en el camino para la vuelta y casi sin darnos cuenta nos encontramos con una amplia pista de tierra que nos deja en el cortijo de Arredondo. Continuamos nuestro caminar con una frondosa vegetación por todos lados, pasamos un área recreativa y comenzamos a preguntarnos por donde andará la gente metida en este “puente” de la Inmaculada, ya que no se ve un alma por ninguna parte.
Hemos de retroceder sobre nuestros pasos si queremos llegar a pisar la nieve; así lo hacemos, tras descubrir en el camino una larga procesión de orugas que se desplazan como si de vagonetas de tren fuesen y que tienen como aliciente el cercano bosque de pinos. Allí las dejamos y nos concentramos en intentar llegar a la cima del Rapa ,lugar donde se encuentra la nieve. Se estira el grupo y al rato quedamos tan sólo dos componentes para llegar a la cumbre. Hemos de superar un gran desnivel, pero ello no nos amedrenta y poco a poco abandonamos la vegetación arbórea para irnos encontrándonos con aquella otra que pegada a ras del suelo, combate mejor el frío, el viento y la nieve.
Para nosotros el día sigue siendo claro y al tiempo que ascendemos nos vamos dando cuenta de la fabulosa que es esta sierra vista desde lo alto. El picón de Gor, el Santa Bárbara, el Calar Alto, todos los grandes picos, así como Sierra Nevada se nos abren en un momento a medida que ascendemos y nuestros poros comienzan a recibir el premio del esfuerzo que estábamos realizando. Un tercer componente del grupo nos sigue de lejos, lo perdemos de vista y tan solo nos encontraremos con él una vez coronada la cumbre. Poco más tarde, llegamos al vértice geodésico, nos extasiamos con todo lo que nos rodea y nos refugiamos en unas rocas del frío para devorar el almuerzo del día. Una vez los tres juntos, buscamos los restos de nieve para tener el placer de pisarla y llevarnos una muestra a la casa.
La bajada se hace cómoda y al regresar por el mismo camino, no encontramos dificultad alguna para dar con el cortijo, aunque la noche ya nos estaba acechando. Recibimos por teléfono móvil la llamada desde el campamento base y la confirmación de la llegada del resto de expedicionarios procedentes de Sevilla. La ducha y la cena nos reconforta para pasar una agradable velada a los pies de una enorme chimenea. Allí preparamos nuestra obrita de teatro y nuestra partida de cartas, donde los más jóvenes se lo pasan en grande. Una buena dormida y hasta el día siguiente.