jueves, 26 de febrero de 2015

La maleta


Apareció una mañana junto a los contenedores de basura, sin que nadie en los bloques vecinos supiese de quién era. Pasó una pareja de novios, la examinaron delicadamente y al verla tan reluciente pensaron que era una broma con cámara oculta, y decidieron dejarla donde estaba; pasó un señor mayor y tras comprobar que las ruedas se encontraban en perfecto estado y pasear con ella un trecho, volvió a dejarla en su sitio porque ¿a dónde iba a ir él?  Pasaron unos jóvenes que la pusieron en mitad del acerado y saltaron y saltaron por encima de ella con sus patinetes; por no cargar con ella la volvieron a poner junto a los contenedores; con las sombras de la noche, un cartonero buscó y rebuscó por entre sus múltiples bolsillos hasta encontrar un fajo enorme de las antiguas pesetas, pero lo dejó todo como estaba porque si lo mueve de allí, seguro que acaba enchironado; llegaron los basureros pero consideraron que era una pena enviar al camión una maleta tan nueva, mejor la dejarían por si le servía a alguien; pasó un perro que hizo un intento de mearse en ella, pero al oler a nueva, desconfió y prefirió alzar la pata en el árbol de costumbre... Pasaron y pasaron, hasta que un día, triste y descolorida por tanto infortunio, se le reventó el vientre y soltó todo el lastre de billetes –que se llevó el viento. Esa tarde una pareja de enamorados dieron con ella y pensaron que con un par de zurcidos y un poco de tres en uno, tendrían la valija ideal para el viaje que pensaban hacer. 
 

lunes, 16 de febrero de 2015

Una parada obligatoria




Por fin llegó el gran día, ese que todo libro espera, el de su presentación.
Allí estaba Vaz de Soto, allí estaba J.R. Infante y allí estaba Teatro Circo La Plaza, y por supuesto allí estaban todos ellos, esas personas sin las cuales no tendría sentido la presentación en sociedad de un libro de relatos, como es el caso.
La tarde fue de una magia total por la buena sintonía entre todos los presentes, por lo que Una parada obligatoria entra de lleno en la pelea por ganarse un sitio entre los miles de libros que pululan de aquí para allá. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, eso es otra historia. La misión del escritor consiste en escribir, en esforzarse por dar lo máximo y en ofrecer a los demás el producto de su ingenio. La suerte que pueda correr la criatura puesta en escena, ya no depende de él, depende de tantos y tantos factores que se escapan de las manos. El tiempo, como en todo, será el supremo juez que dictamine a favor o en contra del libro.


                                         

Un día irrepetible, una segunda puesta de largo para no olvidar puesto que la cercanía con la gente, con las caras conocidas y las no conocidas es una sensación para guardar en el disco duro personal. Si bien es cierto que se escribe por puro deleite, no lo es menos que la ratificación de los demás, el reconocimiento al trabajo en definitiva, es esa chispa que necesitamos para seguir esforzándonos en ofrecer lo mejor de uno mismo. Una parada obligatoria está es sus manos, ustedes dirán.

lunes, 2 de febrero de 2015

Y mientras tanto


Querubines con trenzas
danzad conmigo,
vuestra madre me cuenta
como os ha ido.

Y mientras tanto
por el camino
vamos andando.

Despertáis muy temprano
¡qué mala suerte!
choquemos las manos
¡que suenen fuerte!

Mira qué bien
el quiosco ya tiene
cosas que ver.

Si os duele la tripa
sale una cana
¡doblad las rodillas,
cantad con ganas!

Y mientras tanto
por el camino
vamos andando.

Ya llevo la cuenta
del diez y el cuatro
¡date media vuelta,
cámbiate el paso!

Qué suerte loca
la quiniela del jueves
nunca nos toca.

Por la tarde ya voy
a clases de inglés,
de puntillas estoy
vosotras también.

Y mientras tanto
por el camino
vamos andando.

Mamá yo no como,
no tengo ganas,
ahora de este modo
batimos las palmas.

Y en la ventana
sopla ya Cristóbal
la leche manchada.

El peine que usas
me da tirones,
¡levantaos la blusa,
girad los talones!.

Y mientras tanto
por el camino
vamos andando.

Mi maestra me dice
que yo mucho hablo,
pues ve, corre y dile
que hemos terminado.

En la revuelta
de aquella esquina
echamos la cuenta.

Y mientras tanto
por el camino
vamos andando.