jueves, 31 de marzo de 2016

La poesía del yazz


Teniendo como tengo casi puerta con puerta el Espacio Santa Clara de Sevilla, suelo pasar para ver su programación. Mi acierto ha sido pleno. Ayer me encontré con la celebración del Día mundial de la poesía y lo disfruté de principio a fin. En primer lugar por el entorno, ya que este espacio por si ya merece dedicarle un tiempo de ocio, con la señoreada Torre de Don Fadrique como testigo.
En segundo lugar por la sala en la que estuvimos, restaurada, con los lienzos de las paredes luciendo pinturas de otros tiempos y techos artesanados. Y por último por la música de yazz que fue la protagonista de todo el acto en si.




El espectáculo giraba en torno al libro Fruta extraña (la poesía del jazz) del profesor Juan Ignacio Guijarro
Él hacía las presentaciones, a continuación el profesor Chema Tornero nos iba contando la historia del jazz desde sus inicios en New Orleans



Luego se leía un poema por parte de la actriz Lola Botello

Para finalizar con la intervención de la cantante Natalia Ruciero


Para disfrutarlo de verdad, ya digo. En medio de músicos de todos los tiempos, con nombres inolvidables como Charlie Parker, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald o poetas como Valente o Julia Uceda, me llamaron la atención la aportación del novelista Manuel Vázquez Montalbán, del que traigo a colación el poema Como si fuera esta noche la primera vez:

Rota solitaria articula da muñeca
de sus alas sus gestos
                                       la gogo girl
reivindica parcelas de aire
en un imprevisible océano
                                            sin rosa de los vientos
sin norte nocturno, ni sur de estío
la inutilidad de todo viaje
conduce a la isla de un podium
para bailar la danza de una tonta
muerte fingida para no fingir la vida

no no lee hasta entrada la noche
ni en invierno viaja hacia el sur

pero tiene bragas de espuma ambarina
sostenes de juguete un príncipe violeta
la despeña por los acantilados
                                                del goce más pequeño
submarinos ya sus ojos tan nocturnos
                                                                 la gogo girl
tiene la boca entreabierta por el prohibido
placer de no hablar apenas
                                                sobre la tierna noche
y su manto de flores ateridas reposa
su falsa cabellera de niña emancipada

guitarras nada eléctricas sumergen despedidas
rómpete actriz del deseo de amar la vida
como si fuera
                       como si fuera esta noche la última vez.

"A la sombra de las muchachas sin flor" 1973


Y la del poeta nacido en Moguer y para mí un gran descubrimiento, Antonio Orihuela, del que me permito exponer este poema:
HUELVA

Hay sitios
en las afueras de esta ciudad
que jamás verás en un folleto turístico.

Paisaje de escombro
donde hierve, estancada,
el agua de los colectores de las petroquímicas
y se deslíe hacia el mar
el rojo veneno de las montañas de fosfoyesos.

Tosen las chimeneas toneladas de gases tóxicos
y cae polvo gris sobre la piel del mundo
levantada, día tras día,
con más saña que el padrastro de un niño.

También estallan, en esta hora,
un millón de motores
que vuelven a casa,

signos de normalidad
que no impiden que las enfermedades pulmonares
arrasen con los viejos, dejen tocados a los recién nacidos
o empañen de hollín mis pulmones, mis gafas
y se pone el sol
no sin una incierta belleza
que hace aún más hiriente
toda esta ruina
que paga
periódicos, políticos, libros de poesía
y hasta la restauración de todos los santos y santuarios de esta ciudad
antes de llevarse por delante a los que acuden a las procesiones.

Espacios de desolación
en otra mayor desolación
por la que va cayendo, lentamente, la tarde.

En fin, como verán, estas son las ventajas de vivir cerca de un Centro Cultural.

jueves, 24 de marzo de 2016

Torneo de escritores


Bajo el lema “Inocencia perdida” participé en este Torneo con un relato basado en el cuento de mi autoría Una granja muy particular, enfrentándome al segundo asalto y como dicen las reglas de torneo sin que se sepa quien soy ni quien es mi contrincante. Una vez superada la prueba, hablo de ello. Queda relacionado el relato para quien le apetezca pinchar, pero lo que les quiero contar hoy es la existencia del sitio Tus Relatos donde nos damos cita los aficionados a la escritura, sobre todo en prosa, y que de un tiempo a esta parte ha cobrado una nueva dimensión por obra y gracia de Horacio De la Barrera, ciudadano mejicano residente en Tokio, que nos ha puesto las pilas con este Torneo.





Todo un trabajazo detrás del proyecto, cosa que siempre es de agradecer. Lo que más me interesa de los sitios en los que participo es la opinión de los demás sobre aquello que aporto y gracias a esta iniciativa tengo la garantía de que mi trabajo es leído y comentado, algo que por unas u otras circunstancias no siempre se consigue. En contraprestación suelo leer y comentar a diario bastante de lo que se publica en Internet, porque entiendo que a todos nos viene bien saber si hacemos las cosas como es debido. Es necesario la crítica si se quiere progresar, por tanto bienvenido sea este Torneo y ya veremos hasta donde puede llegar.

viernes, 18 de marzo de 2016

Pelo mandarinas para ti



Hemos tenido en estos días la presencia en nuestra tertulia de la Casa de las Sirenas, de Álvaro Villa André, que nos presentó su libro de poemas Pelo mandarinas para ti. Un día antes conocí a Álvaro en la corrala de la calle Fray Diego de Cádiz, cerquita de la Plaza del Pumarejo de Sevilla. Todo un descubrimiento. En primer lugar de la persona tan extraordinaria que hay bajo ese gorrito que no le abandona. Sabe trasmitir y saber dar ejemplo de superación. En la corrala el ambiente fue magnífico para un evento poético, lejos de formalismos, bajo el auspicio de las mandarinas que al pelarlas el autor nos inundó a todos de su aroma. Una proyección, un rinconcito precioso a modo de escenario y música. Luego, en la Casa de las Sirenas, y por necesidades de espacio, el acto resultó más tradicional, pero con el mismo encanto que sabe impregnar Álvaro para que todos los presentes se dejen llevar por sus ganas de comunicarse.



¿Y digo yo?
Ahora lo digo en este borrador,
y pronto tal vez en un supermercado al rozarme contigo casualmente
cuando dejes caer la caja de huevos que llevas en la mano
y me recorra el escalofrío por intentar guardar ese momento en mi
memoria y sienta la rotura de mis diques de protección... ¿Y digo yo?
Hay algo dentro de mí.
Lo sabrás si te cruzas conmigo.

El libro presenta unas ilustraciones de Laura Sotelo Ayuso para hacerlo aún más atractivo.
No se lo pierdan.

jueves, 10 de marzo de 2016

Huelguistas


El grupo de inconformistas permanecía sentado en sillas playeras en las puertas del Ayuntamiento. Hace días que se había acabado el caucho para fabricar tampones. No era posible dar el visto bueno a la situación de conforme en su nuevo contrato de trabajadores de la imprenta municipal.

jueves, 3 de marzo de 2016

De dos en dos


Participan de nuestra tertulia literaria Casa de las Sirenas personas como el consagrado poeta Onofre Rojano, del que me permito trasmitirles este poema de su libro  Las heridas del agua publicado por Edílica en 2013.



Creer, llegar a pensar erróneamente
que vivir era tan solo, acumular instantes,
jubilosos cohetes y relámpagos
por los rincones de la sangre ardida con pasión,
 o acunar el miedo como un toro indefenso.

Vivir es el continuo desasosiego propio
de no poder volver atrás la vida,
regresar al útero materno o al origen,
de no saber a dónde ir, dónde tirar la náusea
que le sobra a la lengua
o hacia dónde acudir con tus interrogantes.

Pero tal vez sea peor el silencio latente,
la soledad del tiempo sobre nuestras
cabezas taladradas de alados alfileres.

Mas el dolor penetra en nuestros abismos
como el rocío virgen que supura la noche.
Y vivir no importe tanto como tender canciones
sobre las cicatrices.

Pronto hemos perdido la tersura en los hombros,
la piel ardiente, el brillo en la retina,
los cabellos y los dientes que contenían fulgores
de acueducto,
y han surgido arrugas como zanjas oscuras,
donde antes se alzaban las albercas.

Sin embargo la juventud perdura,
cantan las aves en las enramadas fértiles,
y la belleza existe,
se pasea en los escaparates andantes
de hombres y muchachas que se cruzan conmigo.

Y yo, hacia donde camino, continuo...
hacia que lugar regreso cada tarde con las
alas desiertas,
la tristeza entre la savia como un buey
de prestada limosna.
Hacia dónde yo, la vida que aletea por vías
que se esconden en mis huecos perdidos,
ignorado del mundo.

Reflexiono nos obstante con el sol apagado
en la nuca:
pero cuánto he vivido sin apenar notarlo.

Al escritor Alejandro Cotta, le gusta más la narrativa. Valga como ejemplo de su manera de hacer, este relato del libro en fase de publicación Situaciones difíciles.

CITA CON INMA.

Son las seis de la tarde, Mauricio sale del trabajo pensando obsesivamente en su encuentro con Inma dentro de poco. Han quedado en el Mesón del Marinero, junto a la casa de ella, a las ocho. Tiene el tiempo suficiente, vive cerca.
Llega a su casa y se ducha –tiene que ser una ducha rápida, se advierte para si- , luego se cambia de ropa y sale. Ha cogido un poco más de dinero por si surge algún imprevisto, quién sabe, algún capricho.
Está exultante y la tarde le resulta más luminosa, como si el sol se estuviera demorando para señalarle el camino a casa de ella.
Ha llegado al Mesón, son las ocho menos diez y ella no está, pero es temprano. En la barra pide una tónica. A estas horas no sabe nunca qué tomar.
La mirada de Inma se había cruzado de pronto con la suya y ella la mantuvo. Conocía a Inma  hacía tres años, desde que fue contratada en la empresa, pero nunca había pensado en ella más que como compañera de trabajo. Estaba más allá de lo posible, sobre todo de lo previsible. Sin embargo han quedado hoy a las ocho.
 Saborea la bebida deleitándose. Toma pequeños sorbos para dilatar el tiempo.  Pero al final son las ocho. En el fondo del vaso quedan la rodaja de limón y un cubito redondeado de hielo. Una nueva oportunidad, apura el  líquido que todavía queda en el vaso, con toda la parsimonia de que es capaz. Las ocho y diez. Pero aún hay algo de hielo. Más tarde, ya sin hielo, sin paliativos, asume que no ha venido. Pero continúa en el bar. Siente un pellizco en el estómago. No es  posible.
 –¿Habíamos quedado a las ocho o las ocho y media? –Se dice casi con un susurro.

Y eso es todo amigos. Que les aproveche.