279 ¡Qué poquito nos queda para el invierno, Gon!, y que lo
digas Alba, ya tengo ganas de tomarme unos días de vacaciones, no te lo decía
por eso, más bien iba por el aspecto meteorológico ¿te vas de vacaciones?,
¡hombre!, igual que tú ¿qué me dices de Gredos?, no es igual, pero de Gredos te
puedo contar que me encantan esos paisajes otoñales, el descubrimiento del
castro El Raso y cómo no el circo ¡que maravilla!, eso y luego me criticas a mí,
no me cambies el paso Gon, también me acordé de ti, ¿en qué?, en el paso de la
trashumancia, a ti que tanto te gusta eso de los caminos, ¡vale, vale!, no me
pongas los dientes más largos ¿qué tal Trini y Ananda?, pues muy bien: ahí
siguen sin perdernos la pista e incluso Ananda se volvió filosofa el otro día y
nos dio un repaso con eso del “necronegocio” como dice ella, lástima que no las
viera, te pierdas las mejores ¿dónde estabas cuando vinieron?, ¿qué dónde
estaba?, tú que crees, dónde iba a estar, ¡aclárate ya, Gon!, con D. José,
Alba, con D. José, ¿haciendo qué?, echándole una mano en la nueva casa, es que
este hombre no para, Palabra sobre palabra ¡ahí es nada!, y lo malo, Alba, es
que el negocio crece día a día y nos está desbordando, a lo mejor el jefe
contrata a alguien más, ¿tú crees?, si el negocio va tan bien, mejor hablamos
de Moby Dick, ¿por qué?, porque he terminado su lectura, Gon, y se me ocurre
una gran pregunta, ¿qué es?, ¿cómo se las apaña Ismael para contar la historia
si se lo traga el mar?, yo no lo se, Alba, pues si lo averiguas, me lo cuentas…
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lunes, 19 de diciembre de 2011
lunes, 12 de diciembre de 2011
Vamos de ruta (3)
278 Lo dicho, Gon, lo de los textos largos-cortos daría que
hablar, ya veo, pero no me queda más remedio que seguir con mi ruta, lo se yo y
D. José, así que ¡adelante!...
VAMOS DE RUTA (3)
En medio de una frondosa vegetación donde destacan las
cornicabras pegadas a la orilla del sendero y los troncos agrietados por el
paso del tiempo de centenarios alcornoques, las palabras de Emeterio C., Elías
y Prudencio se dispersan y buscan acomodo como si nadie más les echase cuenta.
Alejandro seguía absorto en un mundo contemplativo de magníficas imágenes
visuales y la Traviata
endulzándole los oídos. Su fe consistía en que llegado el momento de quitarse
los tapones, sus acompañantes hubiesen terminado de plantearse dudas sobre ese
asunto del que no valía la pena hablar; que llegase el momento cuando tuviese
que llegar; no va a tener solución por muchas vueltas que le den, así que para
que tanto filosofar. Contemplemos y disfrutemos de lo que ahora mismo tenemos
delante, que además es para lo que hemos salido de casa, lo otro déjalo ahí y
no lo toques que es peligroso despertar a la fiera. Unos hippies se las han
ingeniado para vivir en una tienda india en medio de una pradera, buscando
apartarse de la vida bullanguera y ruidosa de la ciudad. Cerca de ella un
bosquete de quercus les proporciona cobijo para los tórridos días de verano.
—P: Decía Eme que a él le había impresionado la muerte de un
chaval Down en sus años escolares, pero yo tengo clavado en mi mente la imagen
de un motorista, que se dejó los sesos en la calle delante de mis ojos. No os
podéis hacer una idea lo que impresiona ver dispersa por el suelo cualquier
parte de nuestra anatomía.
—E: Si, pero ya os decía al principio que las causas
accidentales no las contemplaban en el debate, porque claro podemos entrar
también en cualquiera de las guerras que tenemos hoy día y las escenas son
espeluznantes. Pero esa no es la forma normal de concebir la muerte, eso son
causas mayores que están por encima de tu propia voluntad.
—P: De acuerdo, pero si te predisponen para que al final la
termines aplicando a tu propia existencia, y de alguna u otra forma te hagas
planteamientos y pienses si merece la pena tales y tales esfuerzos cuando el
día menos pensado ¡zas al hoyo!.
—EC: Ahora entramos en nuestra condición de pesimistas u
optimistas.
—P: ¿Por qué lo dices?
—EC: Hombre, porque nuestra vida no puede estar marcada por
este tipo de planteamientos. Hay que gozarla y vivirla de la forma más
agradable posible. No podemos estar dándole vueltas a que al final la vamos a
cascar. Eso ya lo sabemos, pero mientras tanto tenemos que buscarnos los medios
para estar lo más a gusto posible.
—E: Habla un optimista.
—P: Normal, y si le preguntas su opinión a un pesimista, lo
más probable es que prefiera hacer los mismo que Alejandro. Yo no lo planteaba
en esos términos. Lo que quería decir es que esas circunstancias – el
accidente, la guerra – te llevan a pensar en que aceptar que esto es así, que a
ti también te ha de llegar el momento, te dejan como si todo se hubiese
paralizado y tú te encontrarás fuera de sitio. Una rápida mirada a tu pasado y
lo ves todo tan cambiado que te sientes como un bicho raro.
—EC: No acabo de pillarte la idea. Mi impresión es de mucho
cague y aunque no llego al extremo del amigo Alejandro, la prueba es que aquí
estoy charlando con vosotros sobre el tema, no quisiera que me llegara nunca el
momento, o al menos que me llegara de forma consciente, mejor es que no me
enterase de nada, que siga viviendo de la forma que lo hago, más o menos sin
problemas pero sin necesidad tampoco de tener que hablar mucho de esto, y que
ese día pues...¡que se retrase!...Lo primero que se retrase ¡je,je!, pero como
soy consciente de que no se puede esquivar, que no me entere.
—E: Oye por cierto, ya que he sacado el tema yo ¿qué os
parece si hacemos una paradita, descansamos, nos comemos el bocata y luego
seguimos si tenéis ganas de seguir charlando?
—P: Por mí no hay inconveniente, además ya va haciendo
hambre.
—EC: Por mí tampoco y por Ale seguro que nos lo
agradece en el alma..../...Continúa en Vamos de ruta (y4)
lunes, 5 de diciembre de 2011
Semana de puentes
277 Me da la impresión, Gon, que el comentario de LNJ sobre los
textos largos y cortos, traerá cola, claro Alba, ten en cuenta que el asunto
está a la orden del día, ya veo, ya veo, por eso Ananda ha sacado la zambomba y
está alegrando la fiesta, es que ella es así, Gon, pero siendo poeta está mas
acostumbrada a texto corto, ¡ya!, ¿y Belkis?, ¡ah! pues yo le he escuchado
decir que no le cansan las palabras, así que ya está dicho todo, todo, todo,
no, Alba, Trini también nos ha dado su opinión, y me parece muy acertada Gon,
sabía yo que estarías con ella, pues claro, compañero: el texto sólo lo hace
largo o corto su calidad ¿estás de acuerdo o no?, en cierta medida, ¿cómo que
en cierta medida? ¿qué dices, Gon?, digo que estamos hablando de leer en la
pantalla de ordenador y eso siempre es discutible, por eso no tenemos que
pasarnos con nuestra charleta, Gon, ¿qué dices?, nada, nada…oye ¿qué simpática
Francesca?, la italiana que estuvo por aquí el otro día, hombre Gon, siempre es
de agradecer que alguien de fuera se digne leer lo que nosotros escribimos ¿no
te parece?, por mi encantado aunque no capisco bien el idioma siempre tenemos
el recurso Google, otro acierto más de los tiempos modernos, ya lo creo, Alba,
¿y qué me dices de P.R.?, poco te puedo decir, Gon, estuvo por aquí, nos dejó
su foto, pero poco más, ay, como es la gente Alba, tampoco le vayas a poner
muchas pegas, tienes razón Alba, por lo menos como estamos, y que lo digas ¿te
vas de puente?, hoy no, el viernes, ¡ah!, entonces ya hablaremos, de acuerdo
Gon, ya hablaremos.
lunes, 28 de noviembre de 2011
Palabra sobre palabra
276 ¡Buenos días Gon!, hola Alba, tenemos un asunto
pendiente con las nuevas fotos que nos han llegado, ¡ah si!, es cierto Alba,
nos dejaron la suya Neuriwoman y poeta Carlos Gargallo, ¿y no han dicho nada?,
nada, ¡qué gente más escueta!, así es Alba, cada cual es como es y quiere lo
que quiere, déjate de filosofía barata, Gon, y al grano: ¿vistes a Ananda y Trini?,
pues claro que las vi, qué claro tienen el asunto de la Parca ¿eh?, tan claro como tú
y yo, eso si, Ananda subraya lo del dolor emocional y Trini declara sus preferencia
por el cielo, ¡qué graciosa y yo!, está bien Gon, como no están presentes no
vamos a profundizar más, eso, que además tenemos que cuidar el número de líneas,
¿por qué lo dices?, hombre Gon, fíjate lo que nos dijo LNJ, ¿qué dijo?, aquello
de los textos larguísimos, yo estoy con ella, pues yo no, Alba, ya sabes que me
leí “La sonrisa de la Magdalena”
y no me causó ningún trauma, lo que ocurre es que hay que tomárselo no como el
repaso de un blog, sino como la lectura de un libro, ¡qué bien te explicas
cuando quieres, hijo!, ¿ya estamos de guasa?, no, no, en serio Gon, lo
interesante como siempre es el texto en si, todo lo demás es superable, en eso
te doy la razón, Gon, pero a mí me gusta más el formato papel, y a mí me da
igual uno u otro formato, pues eso, Gon, pues eso, Alba, a lo que iba: ¿qué me
dices de las Palabra sobre palabra en las que nos ha metido D. José, tú verás
Alba, de momento han elogiado sobremanera tu poema, muchas gracias compañero,
pero el mérito es de todos, no solo mío, gracias por compartir pero la parida
fue tuya, ¡vale Gon!, vámonos ya.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Vamos de ruta (2)
275 Hola Gon, ¿qué traes bajo el brazo?, seguimos
de ruta, y aquello de la muerte, o de la vida, según se mire Alba, bueno, bueno
tú ya me entiendes, esperemos que Ananda y Stella también
VAMOS DE RUTA (2)
VAMOS DE RUTA (2)
...Viene de Vamos de ruta (1)
Frente a los cuatro compañeros se despliega un bosque de
castaños, que tiene el suelo completamente cubierto de hojas grandes y
amarillas, y esparcidas por el suelo una gran cantidad de castañas a las que es
difícil resistirse. El primero en agacharse para coger los mejores frutos es
Alejandro, que sin abandonar sus botones auriculares comienza a llenar los
bolsillos de su anorak. A él le sigue Emeterio C. Y casi de forma automática
Prudencio y Elías. Continúan charlando aunque ahora de forma más entrecortada
porque hay que degustar los productos que ofrece la madre Naturaleza, y se
pierde la concentración.
—EC: Porque vosotros estaréis conmigo en que es más segura
la sentencia bíblica de que “polvo eres y en polvo te convertirás”, de aquella
otra creencia de la resurrección y la vida eterna.
—P: Es cuestión de fe; que nos convirtamos en polvo los
sabemos, porque lo estamos viendo todos los días...
—E: Y ahora más desde que se puso de moda el asunto de la
incineración – interrumpió Elías -. Perdona era una broma.
—P: Pues eso. Venir a la vida terrenal y terminar volviendo
a la Tierra lo
vemos, lo palpamos y de eso no hay duda, nos pasa a nosotros y les pasa a otros
muchos organismos, pero el asunto de la vida eterna que se nos ofrece si somos
buenos, eso es ya otra cosa.
—EC: O si somos malos, porque se dan las dos circunstancias.
Una nos manda al cielo, donde se debe estar de puta madre, y otra al infierno
que en un auténtico...infierno iba a decir...pero para no repetirme, digamos
que no se debe estar demasiado a gusto.
—P: Insisto en lo de
la fe, porque ahí está la clave de todo. Nos han educado bajo más premisas que
nos hacen medir las cosas de ese modo, pero hay otras religiones y otras
creencias donde no existe el cielo y el infierno; no se le teme a la muerte.
Nos ha tocado esta parte del Planeta y este momento de nuestra existencia, y
aquí y ahora se ven las cosas de esta manera. Hay que ser buenos para tener un
trámite relajado y tranquilo, cuando la verdad es que nada sabemos de esos
instantes y poco importa el tipo de persona que hayas sido.
—E: Yo creo que esto no es más que un ciclo y lo mismo que
un día llegamos a este mundo y nos vamos desenvolviendo con más o menos
fortuna, llega otro en el que se cierra el ciclo. Antes de ser concebidos no
éramos absolutamente nada, ¿porqué lo vamos a ser una vez cerrado el circuito?
Lo importante – y ahí puede radicar nuestro bienestar – es ser conscientes de
la realidad de la vida, que hay un principio y un final.
—P: 0 que – dicho con otras palabras -, la muerte no es más
que una parte de la vida.
—EC: Ya, lo que pasa es que a nadie le gusta abandonar esta
vereda, le tenemos tanto cariño, que en el fondo nos da miedo enfrentarnos con
ella, aunque forma parte de la vida.
—E: Lo del miedo es otra cosa, puede ser un mecanismo de
defensa que tenemos, tal vez para no dejar este mundo antes de la cuenta. Por
eso hay tan pocos valientes y son sólo un puñado de elegidos los que se juegan
la vida de forma consciente. Tenerle miedo a la muerte es algo tan natural, que
gracias a eso logramos sobrevivir. Sino – y poniendo un ejemplo de nuestro
ámbito -, cuantos de nosotros no habríamos caído ya cuando hemos andado por ahí
por esos montes, sin saber por donde estábamos.
—P: Eso tan bien puede ser prudencia.
—E: Si prudencia, pero condicionada por lo mismo que
veníamos hablando, porque sabemos que podemos acabar metiéndonos en un callejón
sin salida.
—EC: Hombre, no siempre tiene que ser por miedo a cascarla.
Se le tiene miedo también a romperte algún hueso, o recibir algún golpe que te
lo haga pasar mal.
—E: Si, eso es así, pero antes una situación de este tipo,
lo que se te viene a la mente es que te matas, otra cosa es el resultado final,
que afortunadamente en la mayoría de los casos no pasa de un susto o de alguna
lesión, pero por la mente pasan cosas tremendas.
—P: Ahí aparece el dolor.
—E: Uno de nuestros miedos, que aunque no es causa de
muerte, si que pensamos también, más de una vez, que es un aviso.
—EC: Hombre, en eso creo que exageras un poco, porque doler
nos duelen tantas cosas a lo largo de la existencia, que no tenemos porque
pensar en que eso sea ningún aviso. Cualquier persona más o menos centrada sabe
que un dolor de muelas es eso y nada más, y no se va a poner trascendental,
salvo que no tenga a mano un dolalgial o se le demore la consulta del dentista.
—E: Ya, porque es un dolor de muelas, pero cuando es algo
que no está tan claro y no tienes localizado su origen, porque no has sufrido
ningún traumatismo ni te lo tienen diagnosticado, si que te entra un entripado
que lo primero que piensas es que es algo importante.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Un mal día para Gon
274 Te veo mala cara esta mañana, Gon, es que he pasado una
mala noche, ¡oh!, Bueno, lo siento ¿qué te pasa?, tengo por ahí un problemilla
de agotamiento físico que no me deja descansar bien, pero no importa, aquí
estamos ¿qué te cuentas hoy?, siendo así te quería comentar si es que no las
vistes que de la visita de nuestra amigas se deduce que están un poca cansada
de la campaña política, ya sólo quedan cuatro día, luego llegará el domingo y
ahí se decidirá lo que sea, tú lo ha dicho Gon, lo que sea y ahí es donde me
duele, ya veras tú la abstención, bueno, bueno, no te pongas pesimista Alba,
todo tiene arreglo, si ves a Ananda
recuérdale preguntarle por la comunión que hace Unamuno en Niebla sobre el
lector, el narrador y el personaje personal, a mí me ha llamado la atención, ¿y
por qué no se lo dices tú?, digo por si a ves, no empecemos, está bien y tú
dile a Trini que ya se ve que conoce a D. José, otra vez nos tiene embaucados
con “Cuando los bosque mueren” ¡con el trabajo que da eso!, otro concursito que
se le ha ocurrido, ¡ya!, se pica con su amigo, el poeta, y cree que todo el
monte es orégano, al final, Alba, lo mejor será que nos tomemos una copita de
anís -como nos recuerda Stella- y nos olvidemos del asunto, no lo veo mal, Gon, teniendo en cuenta además
que tendremos que terminar la botella para luego poder cantar los villancicos,
no me extraña, con una cogorza en fácil cantar los villancicos o lo que se
encarte, ¡no seas borrico, Gon!, me refiero cuando llegue el momento, no ahora,
el día que abramos los regalitos, ¿qué regalitos?, ¡jo, muchacho, ahí días!, ya te lo dije, Alba, hoy estoy como si
me hubiese tomado yo la botella, ¿cómo llevas Asfixia?, ¿la novela de
Polahniuk?, ¡claro Gon! ¿Qué va a ser?, agobiado me tiene, ¿por qué?, ya te
contaré..hoy, ¡ya!, hoy no es tu día, tómate algo a ver si te recuperas, ¡hasta
luego Gon!
lunes, 7 de noviembre de 2011
Mes de Noviembre
273 La que has liado con tu relato, Gon, ¿yo? ¿por qué?, ahí
tienes a nuestras amigas, Ananda, Trini y Stella que aunque las tres coinciden
en que hay que cambiar de barrio, cada una de ellas apostilla algo, tu dirás,
pues mira Ananda dice que ya se murió una vez, lo cual me hace sospechar que
tiene algo de gata,¡ah!, yo creía que era una flor, eso aparte Gon, sigo: a
Trini le pasa como a la mayoría, sabe que el asunto es ineludible pero teme el
cómo, ahí me duele a mí también Alba, ¡qué quieres que te diga!, y por último
Stella teme al dolor aunque también es consciente de que somos aves de paso, a
mí el dolor también me fastidia lo suyo, pero mira, siempre es preferible, ¡Jo!
¿no me digas?, desde luego tienes cada cosa, Gon, dejemos el asunto, cuéntame
eso de la “nivola” de Unamuno, ¿qué quieres que te diga?, lo que sabes, cosa de
los grandes: como no se quiere uno acoger al género en cuestión, se inventa uno
nuevo, ¿y en qué consistía?, consistía Alba, en decir todo lo que se quisiera y
cómo se quisiera sin cortapisas ni reglas al uso y dado que le iban a decir que
aquello no era una novela..,
ya lo veo Gon: lo llamó nivola, se me está ocurriendo una
cosa sobre la marcha, amigo Gon: ¿cómo crees tú que le dirían los entendidos a
estas charlas nuestras?, gilipo…¡alto Gon!, que te lanzas y ya sabes que las
paredes oyen, ¿está por ahí D. José?, ¡no!, pero está al llegar y ya sabes que
con él no podemos andarnos con tonterías, tanto es así, amigo Gon que será
mejor que nos callemos porque por ahí veo su alargada sombra.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Vamos de ruta (1)
272 Ya ves la que has liado con tus lecturas en la pantalla,
bueno tampoco es para tanto, Alba, aquí cada cual da su opinión y ya está, ya
hablaremos más adelante, hoy no tenemos mucho tiempo ¿qué nos traes?, un nuevo
relato, pues adelante…
VAMOS DE RUTA(1)
Habían salido a las nueve de la mañana desde La Laja, y se disponían a pasar
un buen día de campo con sus mochilas cargadas de ilusiones, sus botas de
protección oficial para los tobillos y el bastón o palo largo – según los casos
- para acompañarse cuando fuese necesario cruzar un arroyo o para mantener el
equilibrio si de eso se trataba. Eran viejos conocidos de otros domingos, a
excepción de Alejandro, que se estrenaba.
—Emeterio C.: A mí no llevarme demasiado rápido, que acabo
de salir de una lesión muscular y todavía me resiento algo.
—Elías: No tenemos prisa, el objetivo es
asequible y si no llegamos, con volvemos para atrás, asunto concluido, hay que
adecuarse a las circunstancias. ¿Tú que piensas Prudencio?
—Prudencio: Lo mismo que tú, que es lo primero, que vayamos
a gusto y no tengamos obsesión por llegar a ningún sitio. A mí en particular me
gustaría llegar a Castañares, pero comprendo que si alguien no se encuentra
bien, ya lo intentaremos otro día.
No había nubes, pero el cielo presentaba un aspecto tan
misterioso, que no se sabía muy bien que iría a pasar en las próximas horas.
—E: Os voy a contar algo, aunque a lo mejor éste no sea el
momento ni el lugar adecuado para hacerlo, pero me impresionó tanto que no me
resisto a contarlo. Ayer escuché un debate en la radio que me llamó mucho la
atención, porque no se suele hablar de estas cosas tan abiertamente en los
medios. Se planteaban los contertulios sobre las distintas formas que tenemos
los humanos, de encarar el momento decisivo de nuestras vidas, ese del último
capotazo.
—P: Me imagino que será desde un punto de vista religioso.
—E: Bueno, la verdad es que lo enfocaron desde todos los
puntos de vista, exceptuando claro está las causas accidentales, en los cuales
no te da tiempo a plantearte nada, tan sólo coger la vereda.
—EC: ¿Pero de qué iba la cosa? Del instante en el que la
persona sabe que ya no hay marcha atrás, o de lo que cada cual piensa sobre el
final de la vida.
—E: Más bien de lo segundo.
—Alejandro: Perdonad que me inhiba de esa conversación, pero
es que me da un poco de grima hablar de esos temas, de hecho desde que lo
habéis sacado llevo los dedos cruzados y no suelto el bordón-palo ni un
momento.
—P: Ahí está la cuestión; nos da miedo esa tremenda
realidad. A lo mejor la vemos en otras especies como por ejemplo ese hongo
(señalando a su lado), que nació anoche aprovechando la humedad, y en cuanto
salga la luz del sol, morirá. Habrá cubierto su ciclo vital en unas cuantas
horas. O la perdiz que nos encontramos el otro día poco antes de morir; o
tantos ejemplos a los que no echamos cuenta, pero la especie humana es
distinta, tiene raciocinio, piensa, y eso a veces resulta tan incómodo.
—EC: Y aprendemos; a mí nunca se me borrarán las imágenes de
aquel chaval con síndrome Down al que tuvimos que ir a despedir todos los
compañeros del colegio con su corona de flores y todo. Eso te marca y te va
situando. Tú no quieres echarle cuenta pero de vez en cuando, conforme pasan
los años se te aparece el de la guadaña y te entra un temblique por todo el
cuerpo que no sabes como afrontarlo. Hay quienes hacen como Alejandro: se
colocan los cascos y se ponen a escuchar música pero hay otras personas sobre
todo a determinadas edades que agarran unas depresiones de aupa.
—E: ¡Joé no sabía yo que iba a dar tanto de sí el tema! Yo
lo había sacado por hablar de algo durante el camino y que se nos hiciese más
corto, pero ya veo que tenéis carrete.
—P: Hombre, no es nada baladí lo que nos traemos entre
manos. Se trata ni más ni menos – pongamos por caso –, de que el domingo que
viene podamos estar haciéndonos otra ruta o de que ésta sea la definitiva. ¿Te
parece poco?
—EC: Si es así nos damos media vuelta ya ¿eh?, no vaya a ser
que empeore de mis molestias. ¡Ja, ja, ja!
—E: Es otra forma de verlo. De hecho hay quienes prefieren
tomárselo a guasa y no hacerle ni el más mínimo caso, al fin y al cabo no va a
ver una segunda oportunidad.
—P: Hombre, ahí entraríamos en el aspecto místico del tema.
Por eso te decía yo al principio...
—E: ¡Ya, ya! Pero es que cada cual se agarra a la tabla de
salvación que le parece oportuna. Otra cosa es aceptar o no que ese es nuestro
destino.
.../...Continuará
lunes, 24 de octubre de 2011
Leer en la pantalla
271 Por fin llegaron las lluvias, Gon, y por fin pude
disfrutar de una jornada campestre como dios manda, Alba, para que veas que
todo llega, tienes razón Alba, lo que no se es si esta lluvia le vendrá bien a
la sequía de clientes que tenemos en las otras casas, ¡qué quieres que te diga,
Gon!, los líos se pagan y la gente se cansa de llamar a la puerta y no poder
entrar, menos mal que por aquí estamos tranquilos ¿no te parece?, ya lo creo
Alba, pero no cantes victoria que estando D. José de por medio nunca se sabe
¿terminaste de leer Lolita?, lo terminé Gon y aún me sobrecoge su recuerdo,
Nabokov no se cortó un pelo en su relato, tienes razón Alba, ¿puedo preguntarte
una cosa personal Gon?, sí claro, ¿por qué me estás dando tantas veces la razón
esta mañana?, ¡me cago…cuidado que eres!, ¡Ja,ja,ja…no me he podido reprimir,
lo siento compañero!, ahora en serio: ¿es cierto lo que se dice que el jefe te
ha encargado la lectura de una novela en la pantalla?, es cierto, ¡jolines Gon!
¿y como lo llevas?, pues mira, si quieres que te diga la verdad, ¡si quiero!,
¡¡otra vez!!, ¡No, Gon, lo siento!, no quiero cortarte, no te lo tomes así, de
verdad, dime como es eso de seguir una novela a través de la pantalla del
ordenador, ¡déjate de cachondeo, Alba!, estás hoy como el tiempo, lo cierto es
que era bastante escéptico al respecto pero una vez iniciada la lectura, lo veo
cómodo, es en pdf y te permite desplazarte, buscar páginas, frases, en fin
Alba, lo propio en estos casos, la semana que viene ya entraremos en su análisis
¿te parece?, tienes..¡joé!, vaya mañana que llevo, ¡de acuerdo Alba, en eso
quedamos!, pues vaya usted con dios amigo, vaya usted con dios.
viernes, 21 de octubre de 2011
Al principio fue Platón
269 Con permiso de D. José y el beneplácito de Gon, tengo el
gusto de dedicaros, queridas Ananda y Stella, el siguiente poema, ¡que lo
disfrutéis!…
Al principio fue Platón.
Sembré de libros mi pupitre
-nació la poesía-
y el mar de tus cabellos
me convirtió en Neptuno.
Tus ojos, mis labios, tu mirar,
mis suspiros, tu palabra, mi entusiasmo,
tu ausencia, mi figura, tu corazón,
mi primavera.
Llegaron los de lengua ligera:
muslos prietos que al tocarlos
te endurecen la vida. Labios
sonrosados, cuerpos gráciles
de miel tras escaparates de lujo.
Amigos;
se conjugan verbos. Se rompen barajas
la afilada tijera amontona
metros de film.
Me abraso la blanca carne
y no puedo alcanzar el ascua.
Un día queda el reloj
sin arena. Se transparentan
sus cristales.
Una nube llueve besos
y enfermo de por vida.
Los dedos se multiplican,
encuentro el nexo de unión
y amo—respiro sin diferencias.
Alguien, a mis espaldas,
repuso los granos de arena
¿amor? Si ¿Y los besos?
¿Y mis ansias de fundirme
contigo?.
¡Ay mis versos becquerianos!
¿Qué hago ahora tan solo?
El monte se volvió pared
y me da vértigo, si escalo.
Calor. Dicen que somos muchos, que la vida se alarga y que nos multiplicamos. ¿Es eso digno de tener en cuenta para justificar la guerra?. Como duelen, las aún consecuencias del hongo nuclear. Hay un perro que cada noche me acompaña mientras medito y una codorniz que emite par pa lá. Y en el subsuelo de este barrio—Las Golondrinas-, ningún obrero encontraría una rima inconclusa. Pasear, de ida o de vuelta ¿qué mas da?, pero siempre pasear.
lunes, 17 de octubre de 2011
Lecturas y escrituras
268 Aquí estamos de nuevo, Gon, como todos los lunes Alba,
somos más fiables que el Ave y por lo que veo el jefe ha dado un pasito para
atrás, ¿a qué te refieres Gon?, que otra vez estamos donde estábamos, con
nuestro portal como dios manda, ¡ah, si!, es que eso del laberinto era un lío,
menos mal que Ananda y Trini se lo han tomado con resignación, y por cierto,
Alba, parece que les ha gustado tu poema, y yo que me alegro, más vale que sea
así Gon, porque con la otra casa no sé que va a pasar, ¿te refieres a Megustaes…?,
ni me lo nombres, me da sarpullido ese portalito, yo no se a que está esperando
D. José para sacar a la gente de allí, espérate no vaya a tener que ir yo a
sofocar el fuego, no lo creo Gon, mejor que hablemos de otra cosa ¿cómo te va
con “Alondra y Termita”, me está gustando, desconocía a su autora, Anne
Phillips, y lo cierto es que me tiene enganchado, yo también estoy disfrutando
con Lolita, otro gran libro, sin duda, Alba, lo que pasa es que es más conocido
por el cine y esa cosas, lo uno no quita lo otro ¿qué te parece el arranque de
la tertulia?, tenemos ganas, Alba, que es lo importante, otra cosa es lo que
podamos conseguir, ya sabes como funciona esto, es cuestión de mucha voluntad,
y de piedra de toque para tus relatos, ya lo creo Alba, de hecho ya he dejado
uno para su análisis, y para que el jefe no se enfade, hablando del ruin de
Roma, ¡ofú, las nueve y veinte! ¡hasta luego Gon!
lunes, 10 de octubre de 2011
Que no se pierda esa flor
267 Aunque siguen los problemas por Megustaescribir, que no
acaba de entrar el otoño y que no se ve la luz del túnel en la crisis nuestra
de cada día, Gon, yo traigo mi aportación lírica, como debe ser Alba, espero
que ninguna de nuestras amistades se pierda en el laberinto en el que nos ha
metido D. José…
QUE NO SE PIERDA ESA FLOR
Que
no se pierda esa flor,
que
no llegue nunca el estío.
Dios, como me tiembla el cuerpo
y se me enrojecen los ojos.
Me comería a besos su
piel,
y sorbería uno a uno sus
gráciles dientecillos.
Que
no se pierda esa flor,
que
no llegue nunca el estío.
Siete primaveras, Dios de los cielos,
siete GRITOS quiero dar
conteniéndome furioso.
¡Oh bella blancura! ¡Oh marchita amapola!
Conservarte quisiera, amor mío,
en cristalera eterizada.
Que
no se pierda esa flor,
que
no llegue nunca el estío.
Fui torpe quitapolvo
que ahogó en lágrimas
tu lechada prominencia.
Un apunte
un mínimo apunte fugaz
y en papel semiarrugado
trazaste virginales letras que
han obstruido mi garganta.
Que
no se pierda esa flor,
que
no llegue nunca el estío.
Díos, Díos y Díos,
no apartes jamás la gota
que hace posible el arcoiris.
Que el calor de esa almohada
permanezca siempre incólume
aunque nieven tormentas de años.
Que tu nombre sea el frescor
y yo la hoja
reseca que cada mañana
te mira.
Que
no se pierda esa flor.
que
no llegue nunca el estío.
¡Oh grandioso bigotudo,
rey con siglos a cuestas!.
El corazón tengo atravesado
por una ventusa margarita que
arrancó agua salada de mis
acristaladas pupilas.
Si tesoros hay en
el mundo, ninguno
ostenta la grandeza
de la mente filantrópica
de esa luz de primavera.
Que
no se pierda esa flor,
que
nunca llegue el estío.
lunes, 3 de octubre de 2011
Ya estamos tod@s
266 ¿Qué pasa por Megustaescribir, Gon?, no lo tengo muy
claro Alba, desde que me vine de allí vienen ocurriendo cosas raras hasta
desembocar en esta clausura total qué ya veremos en qué queda, la crisis que
puede con todo, debe ser eso Alba, aunque me da a mí que en este caso tiene más
que ver con los hados informáticos que con otra cosa, dices hados en lugar de
hadas porque en masculino parece que tienen más mala leche ¿no?, digo hados, y
déjate de segundas, por decir cualquier cosa, lo cierto es que a ver que va a
pasar ahora con todo el trabajo que teníamos por allí, ¡ah!, eso ya es cosa de
D. José, que dicho sea de paso ha tenido esta semana dos referencias muy claras
de nuestras ilustres visitantes, ¡no me digas!, abre las orejas Gon: tanto
Trini como Belkis le animan con sus problemillas otoñales y cargan las culpas a
los cambios de estación, en parte tienen razón Alba, a mí me gusta la caída de
las hojas y esas cosas, pero me deja un mal cuerpo ese calorcillo que no acaba
de irse, que te confías con la ropa ligera, con los aires acondicionados, el
del membrillo, eso dicen Alba, ¿te acuerdas de aquella película que retrataba
la construcción de un cuadro?, el sol del membrillo, creo que sí, que bonito
¿verdad?, qué bien resultaron aquellas imágenes del pintor sentado cada día a
la misma hora para conseguir lo que quería de forma evolutiva, así es el arte
Gon, oye otra cosa, Stella también estuvo por aquí, ¡no me digas, no la he
visto!, es que tuvo problemas de identificación, pero la veo muy mejorada, ¡ah,
bueno!, eso es lo importante que siga ahí, que no decaiga la nómina de poetas,
¿y de Ananda sabes algo?, un pajarito me ha dicho que está llamando a la
puerta, pero por lo visto no le va bien con el portero automático, ¡joder!,
¡Gon!, ¡uy, perdona Alba!, es que me da rabia tantos inconvenientes, encima que
somos pocos por lo menos que estemos bien avenidos, no es cosa nuestra, ¡jolines
qué tarde!, ¡Vámonos!
lunes, 26 de septiembre de 2011
Otoño
265 Gon, ¿no has visto al jefe por ahí?, ni lo he visto ni
ganas tengo, es que me preocupa su estado, ¿qué le pasa?, le pasa Gon –según me
cuentan- que no duerme bien, tiene problemillas con Nerea, ¿está enferma?, ¡no,
no es eso!, líos familiares, ¡ah!, a mí eso no me importa, siempre que no
repercuta sobre nosotros, ahí está el peligro Gon ¿no lo entiendes?, como le
duela una muela D. José, repercutirá en sus humildes empleados, no te quepa
duda, yo a lo mío, allá él con su problemas, tampoco es eso Gon, no seas así,
por muy jefe que sea, nos vemos todos los días y eso quieras o no influye…¿en
qué Alba?, está bien Gon, ya veo que hoy no estás para mucho romanticismos, así
que a lo material ¿terminaste tu lectura?, así es, pude con Balzac ¿y tú?, pues
yo también pude con Homero y su Odisea, que dicho sea de paso me ha gustado
mucho, ¿más que la Ilíada?,
más que la Ilíada Gon,
tal vez porque estaba en prosa y era mucho más comprensible, hablando de otra
cosa ¿viste a Miuris el otro día?, si que la vi y aunque ella piense que aún
estamos de vacaciones, hace ya tanto que ni me acuerdo, también dice que le
gusta el otoño y que estamos de vendimia, ya sabes que de vez en cuando nos
tomamos unas uvitas con ella, lo sé, lo sé Alba, ¿y a Trini?, también hablé con
ella y me dio la impresión de que le ha gustado mucho tu sinfonía, es que ella
es muy romántica, y muy sutil en su poesía, en fin Gon que aquí estamos otra
vez, de lunes y con ganas que es lo importante, ¿te acuerdas de Kundera?, claro
Alba ¿por qué lo dices?, porque ayer visioné la película “La increíble levedad
del ser”, ¿en el cine?, no, en mi casa, cuando quieras te la paso, es fantástica,
te recojo el guante, ¡hala!, pues ya es hora de cortar, no sea que llegue D.José,
hasta luego Alba, hasta luego Gon.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Sinfonía en pí mayor (y 3)
264 Ya lo sabes, Gon, a Trini le gusta más el libro papel
que leer en la pantalla, hay gustos para todo Alba, yo apuesto por los e-book,
está bien no volvamos a lo mismo ¿terminamos con la sinfonía?, así es Alba,
tercera y última entrega de este relato, pues nada Gon, que nos aproveche…
SINFONÍA EN PÍ MAYOR
Lees: “Gran ave zancuda blanca y rosa; parte anterior de las
alas rojas y parte posterior negra; cuello muy largo; patas rosas; pico corto,
grueso y curvado hacia abajo, rosa con punta negra; los jóvenes son
pardo-grisáceos sin rosa: sexo iguales”. ¿Comprendes ahora por qué se les llama
Phoenicopterus ruber? Me miras como
quien duda de creerse lo que escucha; beso tus labios rosas y acaricio tu nuca.
Ahora pareces más convencida. “Los colores más increíbles que iban del amarillo
más tenue a un naranja intenso del rosado y del rojo hasta el verde,
constituían un espectáculo que nunca me quería perder. Y cuando a ese cielo
lleno de colores lo cruzaba una bandada de flamencos rosados, el espectáculo
era casi sobrenatural”. Leías en un
libro sobre la Patagonia,
mientras que yo me quedo extasiado, al cruzarse en el visor de mis prismáticos
una de las aves más esquivas y a la vez más impresionante, que se puedan ver
por estos lugares. Por aquí le llaman el gallo azul, pero todos los aficionados
sabemos que se trata del calamón común: luce su característico plumaje azul
purpúreo que según va desplazándose de un lugar a otro, se ve en mejores o
peores condiciones, pero que daba la luz que hoy tenemos, se convierte en un
éxtasis su contemplación. Procuro que lo veas lo más rápido posible antes que
se pierda por la masa de espadañas por las que se mueve, o en su defecto que
aguantes todo lo que puedas con los prismáticos tratando, de hacer un minucioso
barrido por toda la zona cubierta de vegetales. Lo distingues, quedas sumida en
su contemplación y mientras describes lo que ves, me pierdo en contemplar cada
facción de tu cara, en ese temblor nervioso de tu mano izquierda que me gusta
imaginar es debido a mi presencia. Busco tu cuerpo en medio de este mar de
verdor y músicas melodiosas, no puedo resistir la tentación de saborear tus
besos y entregarme a tus deseos, a esas ansias que brotan de todos tus poros.
Pasan los minutos, la soledad es cada vez más palpable aunque no podemos
sustraernos a la tentación de mirar de vez en cuando por encima de los hombros,
para ver si se divisa algún vehículo en la lejanía. Ese inmenso azul que nos
invade, ocupa todo el espacio, y nos sentimos valientes rodeados de multitud de
aves entregadas a sus distintos quehaceres, sin preocuparse demasiado por la
ocupación de esos dos seres que se encuentran en el interior del coche. Ellas
están acostumbradas a que de vez en cuando alguien se pare a
contemplarlas, guardan las distancias y
las formas, y confían en la buena voluntad de los bípedos que merodean por
estos caminos. Sudamos a pesar de tener abiertas las ventanas delanteras del
coche. Más allá un ratonero prueba a vencer la resistencia del aire, y trata de
mantenerse como si fuera una cometa. Zigzaguea, se deja caer con las garras
abiertas pero no vemos si ha sacado algo del agua o ha fracasado en su intento.
Acostumbrado a verle en terrenos más boscosos, me sorprende y confunde, pero
para algo han sido dotadas las aves de esas prodigiosas alas, para poder
desplazarse con facilidad y parecer a veces que son capaces de estar en dos
sitios al mismo tiempo. El sol inicia ya su vertiginoso descenso, y pronto se
podrá ver en la lejanía toda una extensa franja coloreada, mientras que las
nubes más cercanas dibujan formas que semejan animales salvajes, buques
fantasmas o ilusorias ciudades algodonosas. Va disminuyendo el ímpetu vital de
la mayoría de los habituales de la zona, al tiempo que las sombras recobran su
efímero dominio. Pongo de nuevo en marcha el motor del coche, y emprendemos el
retorno por pistas llenas de agujeros, que parecen no acabarse nunca y que nos
hacen dudar si en algún momento volveremos a pisar el asfalto, o nos habremos
metido en un laberinto de canales, que nos mantendrá ocupados durante toda la
noche. Viene a mi mente la estridencia del canto del triguero y la increíble
capacidad de vuelo del cernícalo. Por un instante me gustaría que nos
convirtiésemos en alguno de ellos, para sortear la montaña de residuos
plásticos que nos corta el camino y contar con los últimos rayos de sol – esos
que nada más que ven las aves – para llegar a nuestra dormidera. Miro tus ojos
llenos de dulzura, y respiro profundo el sabor a marisma que destila tu piel.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Sobre libros
263 ¡Hola Gon, buenos días! ¿Qué tal el fin de semana?, sin
nada de particular Alba, me he limitado a descansar que falta me hacía, es una
opción, claro que es una opción ¿y la tuya cuál ha sido?, aunque no te lo
parezca, amigo Gon, estuve repasando el asunto de la biblioteca, ¡¡trabajando!!,
bueno es otra opción ¿no te parece?, si pero…,sin peros Gon, estuve repasando
nuestra biblioteca y para que lo sepas, sobrepasamos ya los novecientos libros,
que se dice pronto, ¿tantos?, así es Gon, gracias a la generosidad de nuestros
amigos, y a que se está perdiendo el culto al libro de papel, bueno, bueno,
Gon, eso ya es más discutible, lo del libro electrónico y las lecturas por
interné está bien, pero las librerías siguen adelante, en el fondo nos sigue
gustando a todos los manoseos al papel, es tu opinión Alba, muy respetable pero
que no comporto, el papel tiene los días contados, entonces ¿por qué no te
rebelas?, ¿contra quién?, contra el jefe?, yo soy un currante, Alba, no te
confundas y tendré en mis manos todos los libros que sea menester, pero una
cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, ¡Gon!, de acuerdo, te lo traduzco:
laboro con los libros porque me dan de comer, pero eso no quita para que me
decante por las nuevas tecnologías y la desaparición física del soporte papel,
yo creo que te equivocas Gon, pero el tiempo lo dirá, claro que lo dirá, otra
cosa es que lo veamos, está bien dejamos el tema y hablemos del 11, ¿te
refieres al sorteo del cupón?, ¡qué cosas tienes Gon!, me refiero a los diez años
que han pasado, que aún no nos conocíamos, pero que terrible fue todo, ¡y qué
malas consecuencias ha tenido!, y lo que te rondaré morena…,¡¡Gon!!, qué
quieres Alba no estoy de buen ver esta mañana, ya veo que no, ¡vámonos a la
cafetería!
lunes, 5 de septiembre de 2011
La vida sigue
262 Ananda se va de vacaciones, Gon, la echaremos de meno,
ambos sabemos que es un valor seguro, así es Alba pero no te olvides de Trini,
ni de Belkis, no me olvido compañero, sé que estuvieron por aquí y sacaron
buenas conclusiones de tu canto a la Naturaleza, a las aves Alba, y por extensión a la Naturaleza, ¿qué sería
de ella sin la presencia del mundo aviar, no me tires de la lengua Alba que aún
me acuerdo del trabajo que nos costó sacar adelante las aventuras de Loren y Pardal,
pero fue bonito Gon, y trabajoso, es nuestro oficio ¿recuerdas?, claro que lo
recuerdo Alba y también recuerdo que ya está por aquí D. José con el látigo en
la mano, pues yo aún no he terminado con Homero, ese es tu problema, yo terminé
ayer de leerme a Kundera y su insoportable levedad, y ya has presentado el
informe, aún no, ¿y te ha gustado?, claro que si, Alba, una cosa no está reñida
con la otra, me ha gustado todo ,ya veremos que me cuentas tú de esa Ilíada,
mejor hablamos de otra cosa Gon, ¡vale, vale!, hablemos de cine ¿fuiste a ver a
Woody?, fui a verlo y me encantó, ¿por París?, por todo Gon, me llega al alma
su forma de transmitir, ¡ya!, ya sé que te dejas llevar pero ¿no se te hace
cansino?, pues no porque esa fotografía, esa música, esa trama tan bien
llevada, ¡ya!, parece que no acaba de dar con su “alter ego”, es difícil pero
ya verás como terminará dando con un digno sucesor, eso se llama tener fe, eso
se llama, Gon, creer en los genios, si te pones en ese plan, mejor lo dejamos,
si porque además he visto la silueta del jefe que se aproxima hacia nosotros,
socorro, adiós, Gon, adiós.
lunes, 29 de agosto de 2011
Sinfonía en pí mayor (2)
261 Ananda y Trini pasaron por aquí y coinciden en la ardua tarea esa de leer a los clásicos, ya lo sé Alba, pero ya sabes quien manda aquí, claro que lo sé Gon ¿qué nos traes hoy?, la segunda parte de aquella sinfonía que empecé antes de tus vacaciones, ¡ah!, pues pongámosla
SINFONÍA EN PÍ MAYOR (2)
SINFONÍA EN PÍ MAYOR (2)
Abandono los prismáticos y todo mi interés por el mundo exterior, y me centro en las dos lunas de tus ojos, que al poco de retarlos desafiantes, te hacen exclamar un ¡ay! y buscar cobijo en mi pecho. Pasan unos minutos en los que todo se detiene, en los que no parece existir más mundo que el que ocupan nuestros cuerpos ensamblados en ardorosos besos. Apenas hay palabras, son sólo susurros, silabas sueltas que se deslizan por la comisura de los labios, y ascienden candorosos buscando el tímpano ajeno. Al mirar el cielo descubro sobre el fondo azul el rostro blanquecino dejado por esos aviones, que de forma continuada atraviesan en pocos minutos toda la bóveda celestial. ¿Dónde irán? ¿De dónde vendrán? Siempre me he preguntado por la existencia de estas silenciosas máquinas, que ocupan ese lugar de privilegiado observatorio. A mí que tanto me gusta observar, fijarme en cualquier detalle y quedarme con la idea de traspasarlo luego al blanco folio. Dicen que son entrenamientos militares, formas de engrosar horas de vuelo para pilotos, que necesitan tener un currículo decente, por si llegado el momento hay que ponerse el mono de faena de forma seria. ¿Tiene sentido alguna guerra? ¿Sería posible la convivencia sin la persuasión constante de estas máquinas de matar? ¿Por qué tendremos que estar vigilándonos continuamente los unos a los otros? Todas estas preguntas y algunas más me las hago aprovechando que has conseguido relajarte, cerrar los ojos y dejar que tu cuerpo disfrute de unos minutos de descanso. Luego dirás que has tenido un sueño muy tonto, que no sabes porque aparecen esas personas y a cuento de qué estaban presentes, pero ya sabes: al lenguaje de los sueños nunca le hemos prestado demasiada atención. Abres los ojos, justo en el momento que pasan junto a tu ventana una colorista concentración de aves de pequeño porte, que cuchichean entre sí. Forma parte de esa amplia familia que debido a sus particularidades cantoras, sufren el acoso de aquellas personas que no se conforman con verlos revolotear o escucharlos cerca de sus casas, prefieren tenerlos enjaulados para que alegren los días oscuros, a costa de privarles de la parte esencial de cualquier ave: su libertad. Los fringílidos son acosados en todos los ámbitos, tanto en pueblos como en ciudades donde llegan a esa especie de zoco donde todo vale con tal de comerciar. Observarlos en el campo vale cien veces más que una sola de las notas musicales que emitan entre rejas. Como llegan, como ondulan el aire, con que delicadeza se posan sobre los cardos y otras plantas silvestres para extraerles las semillas. Algunos tienen la cara colorada, posiblemente por la vergüenza que les supone estar en el centro de atención del hombre, que no hace más que ingeniar cual es la mejor forma de capturarlos. En un naranjo – uno de sus árboles favoritos –, pude observar en una ocasión, con que dulzura alimentaban los progenitores a unas crías cuyo nido había sido desplazado al interior de una jaula. Si conseguían salir adelante, jamás tendrían la oportunidad de experimentar con la ingravidez de los cuerpos. Yo si tengo esa oportunidad, el que estés aquí y ahora a mi lado, acompañándome sensorialmente, me hace sentir lo mismo que ese pequeño carduelis, que nos reta en un alarde de virtudes. Me abandono en la estrechez del habitáculo, cierro los ojos y dejo que tus manos se posen sobre mi piel. Ahora se nota mejor que nunca el exceso de calor que proporciona ese sol invernal, por lo que tenemos que optar por buscar la brisa bajando uno de los cristales de la puerta. Lejanos pero de fácil identificación una colonia de flamencos zapatean incansables en busca de comida. Te leo: “Con sus largas patas rosadas y su desmesurado cuello semejan extrañas aves trasplantadas de una laguna africana. De repente, el bando se alarma y comienza a elevar pausadamente el vuelo, rasando el agua; una llamarada rojiza alegra el azul del cielo y se deja escuchar una fuente algarabía”. Parecen peregrinos que se desplazan en busca de ese lugar donde vivir en paz, sin que nadie les moleste. Su organización es tal que tienen hasta guarderías para que los pollos estén a salvo de esos depredadores, que acechan el momento oportuno de atacar. En estas aguas quizás sea el hombre el mayor de sus enemigos, con actuaciones que destruyen sus lugares de cría y alimentación. Mientras miramos sus elegantes figuras, te cuento todo esto y tú asientes con la mirada, con esa fe que tienes en mis conocimientos: sabes que me apasiona el mundo de las aves, pero lo que no sé si llegas a captar, es la importancia de tu presencia en este marco idílico en el que el sol se refleja en la lámina acuosa, dando la impresión de que nos encontramos en medio de la mar océana. Poco esfuerzo hay que hacer para imaginar como serían estos parajes en épocas pasadas, cuánto de cierto tienen las afirmaciones, de que aquí llegaban las olas, como ahora lo hacen en las lejanas playas del coto. A veces tengo la impresión que me parieron en una era desde la que se divisaba el mar: cómo se ensancha mi caja toráxica cuando me encuentro en situaciones como éstas.
.../...Continúa en Sinfonía en Pi Mayor (y 3)
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lunes, 22 de agosto de 2011
Historias de la edad de oro
260 Bueno Gon, por fin estamos en una semana normal, ya iba siendo hora Alba, que esto se estaba poniendo de un aburrido que atufa, ya ves: tus amigas Ananda y Xristinah te han visitado, ¿a mí?, ¡vale!, nos han visitado, nos han contado como les va la vida y como verás aún hay gente que no han descansado este verano, ¿a mí me lo vas a decir, Alba¿ ¿a mí?, que estoy que araño, pues cálmate porque aún hay que esperar la llegada de D. José, ese si que vive bien, pero depende de nosotros, no lo olvides Gon, sin nosotros le costaría trabajo tirar del carro, ¡anda, vamos!, en fin, veo que no estás con disposiciones de lunes, te lo plantearé de otra manera ¿terminaste con el tiempo perdido?, te refieres a Proust, así es, terminé con la primera entrega y me he quedado tambaleando con tanta aristocracia, se ve que no te ha convencido mucho, es muy pesado, ¡ya!, pero importante para lo que es la literatura propiamente dicha, tendré que madurarlo, ¿y tú como vas con Dante?, pues mira Gon, aunque se trata de otra lectura de esas que tienen más acotaciones que palabras del original, no me está resultando pesado, es que la poesía ayuda, no te voy a decir que no, sobre todo si la traducción es buena y están actualizados sus términos, ahí me llevas ventaja, lo importante, amigo Gon es que cuando llegue el jefe tengamos la tarea terminada para que no le demos motivo, a mí no me hagas planteamientos extraños que aún no he descansado, ¡vale, vale!, no volvamos a lo mismo, sabes anoche estuve en el cine de verano y luego de soportar unas temperaturas asfixiantes durante la semana, resulta que por poco me quedo pajarito, ¡qué frío pasé!, me tuve que meter en la cama con el pijama de alta montaña, ¿y qué vistes?, una película que te recomiendo si no la has visto: “Historias de la edad de oro”, sobre los últimos años de la dictadura de Ceaucescu, si quieres pasar un rato desternillante, consíguela de donde sea, ya veremos ¿oye, habrá que ponerse a trabajar, no?, tienes razón Gon, que nos dejamos llevar y como no está quien tenía que estar, en fin…hasta luego.
miércoles, 17 de agosto de 2011
Son vacaciones
259 ¡Hola Gon! ¡Cuánto tiempo!, un mes Alba, todo un mes con sus treinta días laborables y festivos, ¿cómo te ha ido, dónde has estado?, te veo morenito, será de los cabreos, Alba porque lo que es la playa la pisé porque pasaba por allí, ¿no me digas?, te digo, además de quedarme de guardia –como bien sabes-, cada vez que he intentado relajarme en el campo o en la playa algo ha pasado para no estar del todo tranquilo, cuánto lo siento, ¿y a ti, qué tal?. ¡ah!, yo me lo he pasado en grande, con temperaturas de taparse por las noches, verde y más verde y conociendo espacios y lugares en los que nunca estuve, así es la vida colega, yo aquí –sin D. José, eso sí-, pero más aburrido que una ostra, sin apenas comunicación porque me he dedicado a labores domésticas, pendiente de cualquier visita y…¡nada!, es lo propio Gon, estamos en época vacacional, la gente sale, se olvida de lo habitual, cambia de sitio, en fin, ya sabes, lo que sé es que me he pasado un mes que para mí se queda, está bien, Gon, piensa en positivo, ¿en positivo?, pues sí, el año que viene tú te irás y yo me quedaré aquí, ¡el año que viene!, o sea, dentro de trescientos sesenta y cinco días, hasta entonces no me tocará a mí el verano, bueno, tampoco te pongas así, ya sabes que hasta Octubre no acaba la temporada, claro Alba, eso siempre es un alivio, ya veremos si el jefe piensa lo mismo y no me hace coger mis vacaciones en Navidad, que tampoco está mal Gon, pero queda mucho Alba, más me queda a mí, eso tú encima quéjate, anda no me hables más y vamos al trabajo, como quieras Gon, vamos al trabajo, con cierta pereza, pero vamos al trabajo…
lunes, 11 de julio de 2011
Sinfonía en pi mayor (1)
258 Gon, esto es casi una despedida, me voy al Norte, y yo que me alegro Alba, no te preocupes que aquí estoy yo, y además hoy nos traes relato nuevo, así es Alba y muchos besos de Trini y Ananda que pasaron por aquí…
SINFONÍA EN PI MAYOR (1)
Las marismas y las aves en aquel luminoso día presentaban un aspecto, como pocas veces había visto de las innumerables ocasiones, en que había tenido oportunidad de desplazarme por esas recónditas tierras. En el interior del coche el ambiente era agradable, penetraba suave el sol a través del cristal, proporcionando un calor corporal que por momentos daba ganas de irse quitando ropa, a pesar de que en el visor digital se percibía con claridad que la temperatura exterior no pasaba de los diez grados. La inconfundible melodía de Kiss FM ocupaba el espacio útil habitable, y tu sonrisa delataba el estado placentero en que te hallabas imbuida. A través de los prismáticos divisábamos juguetonas a un par de cigüeñuelas que charqueaban; con su levita negra, ella mantilla de monja y él boina hasta los ojos, se movían con gracia por aquellas someras aguas que no les llegaba ni a las rodillas; de vez en cuando inclinaban la cabeza y lanzaban su afilado pico contra el agua. Yo te disuadía de la intención de dar una cabezadita, y te hacía mirar para que te fijases en los detalles: “Parece que llevan medias encarnadas”, comentabas, al tiempo que los destellos de tu pelo se enredaban en mi sien. Pero duraba poco la observación, podía más el efecto de aquel plato, que poco antes habíamos estado saboreando en el pueblo: en un ambiente relajado y tranquilo, compartimos no sólo los sabores que conformaban el menú, sino todo el efluvio que emanaba tu presencia, una estancia libre de humos, unas mesas sencillas y unas gentes amables que atendían el local.
Estaba encendida la televisión, pero más bien parecía un cuadro fijo, como lo eran aquellos ladrillos que a modo de muestra aparecían en un trozo de pared, como si al albañil se la hubiese acabado la mezcla en el momento de enlucir aquel paño. Algunas personas entraban al recinto y en sus rostros se adivinaba que en la calle hacía frío, a pesar de la luminosidad que se veía desde nuestra posición. De repente una nube negra pasa velozmente junto a nosotros, describiendo arabescos en el cielo. Tú llamas mi atención, que en ese momento estaba centrada en una guía de aves, tratando de aclararme sobre la diferencia entre el aguilucho lagunero y el aguilucho pálido. Dejo el libro, alzo la vista y aquella nube se deshilacha rítmicamente, configurando esa especie de pentagrama sobre una línea eléctrica que atravesaba la marisma. Manifiesto mi primera sensación antes de echarme los prismáticos a la cara, y ponerme a observar con detalle. En la radio suena Caetano Veloso, y mis labios se deslizan buscando la complicidad de los tuyos. Ante nosotros ellos: negros, rechonchos y ruidosos los estorninos posaban en el alambre sin miedo alguno a una descarga mortal. No podía oírlos, la distancia lo impedía, pero podía ver como a algunos se le erizaban las plumas del cuello, en ese gesto claro de emisión de notas sonoras. Me traían recuerdos de tardes veraniegas, cuando buscando el sitio adecuado donde pasar la noche, alborotaban a todo el vecindario. Algunos pitaban como si fuesen guardias de seguridad, tratando de poner orden. “Éste también tiene medias rosadas”. “En realidad son rojas, lo que pasa es que en la distancia y con estos prismáticos pueden dar ese tono”. Todavía haces algunos esfuerzos por no quedarte dormida, y participar de las mismas sensaciones que yo siento, cuando me encuentro en un lugar como éste, donde la vista no alcanza a divisar el horizonte que se pierde entre espejos plateados. Pongo de nuevo el motor en marcha y avanzamos lentamente, por un suelo algo complicado debido a las últimas lluvias y a la dejadez de algún guardacaminos, pero en fin aquí hay que olvidarse de todo, y conducir lento para que no se escape ni un detalle. Seguro que el conductor que nos cruzamos piensa de muy distinta forma. Él no está de paseo, su vida discurre entre el pueblo y el hato y encontrarse con esos socavones una y otra vez no deben hacerle ninguna gracia, por muy luminoso que esté el día, ni por muchas aves que se muevan a su alrededor. Un grupo de cigüeñas caminan por el caño a la captura de algo sólido que ensartar con su pico; la mayoría son blancas, pero la experiencia me dice, que nunca hay que dejar pasar la oportunidad de observan atentamente toda agrupación avícola; entre la masa, tratando de pasar desapercibidas siempre suelen aparecer algunos ejemplares de otras especies más esquivas, menos fotogénicas, y esta ocasión no había de ser distinta. Distingo al menos dos de sus parientes cercanas, que tratan de esconder su levita negra en medio de tanta blancura, pero el cuello les delata y cuando intentamos detenernos para una mejor visión, levantan el vuelo, como lo levanto yo al llegar a mis oídos la melodía “hard to say I’m sorry” de Chicago, que me deja en estado catatónico.
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