278 Lo dicho, Gon, lo de los textos largos-cortos daría que
hablar, ya veo, pero no me queda más remedio que seguir con mi ruta, lo se yo y
D. José, así que ¡adelante!...
VAMOS DE RUTA (3)
En medio de una frondosa vegetación donde destacan las
cornicabras pegadas a la orilla del sendero y los troncos agrietados por el
paso del tiempo de centenarios alcornoques, las palabras de Emeterio C., Elías
y Prudencio se dispersan y buscan acomodo como si nadie más les echase cuenta.
Alejandro seguía absorto en un mundo contemplativo de magníficas imágenes
visuales y la Traviata
endulzándole los oídos. Su fe consistía en que llegado el momento de quitarse
los tapones, sus acompañantes hubiesen terminado de plantearse dudas sobre ese
asunto del que no valía la pena hablar; que llegase el momento cuando tuviese
que llegar; no va a tener solución por muchas vueltas que le den, así que para
que tanto filosofar. Contemplemos y disfrutemos de lo que ahora mismo tenemos
delante, que además es para lo que hemos salido de casa, lo otro déjalo ahí y
no lo toques que es peligroso despertar a la fiera. Unos hippies se las han
ingeniado para vivir en una tienda india en medio de una pradera, buscando
apartarse de la vida bullanguera y ruidosa de la ciudad. Cerca de ella un
bosquete de quercus les proporciona cobijo para los tórridos días de verano.
—P: Decía Eme que a él le había impresionado la muerte de un
chaval Down en sus años escolares, pero yo tengo clavado en mi mente la imagen
de un motorista, que se dejó los sesos en la calle delante de mis ojos. No os
podéis hacer una idea lo que impresiona ver dispersa por el suelo cualquier
parte de nuestra anatomía.
—E: Si, pero ya os decía al principio que las causas
accidentales no las contemplaban en el debate, porque claro podemos entrar
también en cualquiera de las guerras que tenemos hoy día y las escenas son
espeluznantes. Pero esa no es la forma normal de concebir la muerte, eso son
causas mayores que están por encima de tu propia voluntad.
—P: De acuerdo, pero si te predisponen para que al final la
termines aplicando a tu propia existencia, y de alguna u otra forma te hagas
planteamientos y pienses si merece la pena tales y tales esfuerzos cuando el
día menos pensado ¡zas al hoyo!.
—EC: Ahora entramos en nuestra condición de pesimistas u
optimistas.
—P: ¿Por qué lo dices?
—EC: Hombre, porque nuestra vida no puede estar marcada por
este tipo de planteamientos. Hay que gozarla y vivirla de la forma más
agradable posible. No podemos estar dándole vueltas a que al final la vamos a
cascar. Eso ya lo sabemos, pero mientras tanto tenemos que buscarnos los medios
para estar lo más a gusto posible.
—E: Habla un optimista.
—P: Normal, y si le preguntas su opinión a un pesimista, lo
más probable es que prefiera hacer los mismo que Alejandro. Yo no lo planteaba
en esos términos. Lo que quería decir es que esas circunstancias – el
accidente, la guerra – te llevan a pensar en que aceptar que esto es así, que a
ti también te ha de llegar el momento, te dejan como si todo se hubiese
paralizado y tú te encontrarás fuera de sitio. Una rápida mirada a tu pasado y
lo ves todo tan cambiado que te sientes como un bicho raro.
—EC: No acabo de pillarte la idea. Mi impresión es de mucho
cague y aunque no llego al extremo del amigo Alejandro, la prueba es que aquí
estoy charlando con vosotros sobre el tema, no quisiera que me llegara nunca el
momento, o al menos que me llegara de forma consciente, mejor es que no me
enterase de nada, que siga viviendo de la forma que lo hago, más o menos sin
problemas pero sin necesidad tampoco de tener que hablar mucho de esto, y que
ese día pues...¡que se retrase!...Lo primero que se retrase ¡je,je!, pero como
soy consciente de que no se puede esquivar, que no me entere.
—E: Oye por cierto, ya que he sacado el tema yo ¿qué os
parece si hacemos una paradita, descansamos, nos comemos el bocata y luego
seguimos si tenéis ganas de seguir charlando?
—P: Por mí no hay inconveniente, además ya va haciendo
hambre.
—EC: Por mí tampoco y por Ale seguro que nos lo
agradece en el alma..../...Continúa en Vamos de ruta (y4)
Creo que, a lo largo de nuestra vida y dependiendo del estado de ánimos, todos podríamos vernos reflejados en estos amigos con los que hacemos la ruta. Al menos yo creo que he pasado por todas estas faces. Ahora estoy en la que no me quiero enterar de nada y que venga cuando quiera pero que venga por derecho.Esto es: un visto y no visto...
ResponderEliminarAbrazos
Pues la filósofa que llevo dentro se ha parado a pensar un buen rato esta entrada.
ResponderEliminarCuando has tenido que lidiar más de una vez con el tema de la muerte, arreglar papeles, deshacer una casa, donar objetos y recuerdos, por no hablar del trago del tanatorio que es todo un necronegocio (toma palabreja), al menos yo tengo claro que hay que dejar las cosas lo más fluidas posible. Eso de que "arreen, que yo no estoy" es una putada. Tampoco hablo de ir a pagar "Santa Lucía", pero si al menos que sepan qué quieres y qué no quieres. Y en cuestión de patrimonio, aunque sean los 100 € de la cartilla, dejarlo bien atado para que no se lo lleve el gobierno... bueno, esas cosas.
Así que yo quiero que me incineren y que me esparzan allí mismo y que luego, emulando a mi amigo Guille, que vayan al bar, que dejaré pagadas unas cañas y unas raciones de croquetas.
Y si me pilla desprevenida, que es lo que prefiero, que las paguen ellos si quieren, pero que se diviertan y me recuerden con felicidad.
La vida hay que vivirla en el presente, estas cosas hay que hablarlas para cuando llegue el momento, pero vivamos!!!
Esos del Tipi, si es donde creo, son colegas míos jajajaja
Besos y abrazos