
Lechuza Común Tyto alba
La he visto en el patio de mi casa lanzarse en pos de un
ratoncillo que merodeaba en la noche, la he visto alimentar a sus crías que
desde una grieta incrustada en un edificio silbaban reclamando su alimento y la
he visto planear por encima de mi cabeza como la cosa más natural del mundo.
Hay quién de más.
Desde mi dormitorio de un octavo piso, en las noches de
verano cogía el sueño escuchando su pitido como puntual cartero que va
entregando misivas, sin faltar ningún día. Nunca lo ví, salvo en cautividad.
Impresiona la envergadura de sus alas y la capacidad prensil
de sus garras. Me pusieron los dientes largos aquellos legendarios documentales
del inolvidable Rodríguez de la
Fuente y le he seguido la pista en las dehesas de mi tierra a
través de las egragópilas y las marcas de excrementos de las crías.
Qué bien me hacía quedar cuando de noche paseaba con mis
alumnos oyendo los sonidos del campo, a partir de la primavera, y se dejaba oír
emitiendo su caracterísco canto.
El viejo refrán que lo relaciona con el olivo es del todo
cierto, puesto que su traje le hace parecer una parte más de tan milenario
árbol. Me he llegado a tropezar con él a la altura de mis ojos y no se ha
movido. Tal es su seguridad mimética, o tal vez es que reconozca con sus
espabilados ojuelos las intenciones del naturalista.
En las noches de verano es un fiel aliado para combatir los
rigores de las noches sevillanas —si uno es dado a estas escuchas—, puesto que
en las inmediaciones del Parque del Alamillo se le puede oír con su
característico canto reclamando una pareja con la que no sentirse solo. Me lo
he encontrado agazapado en el suelo deslumbrado por los faros del coche, en
medio del campo, y por desgracia también en el arcén de la carretera victima
del progreso.
Para estar más al tanto de la vida de las aves nocturnas, nada mejor que darse una vuelta por esta página, Noctua, de la Sociedad Española de Ornitología. Merece la pena.

Bien interesante, amigo. eres dichoso —digo yo que vivo rodeado de concreto— al poder ver tantas aves.
ResponderEliminarGracias por compartírnoslo. —La Vero ha de sentirse complacida—.
Abrazos
Una entrada muy interesante J. R. Felicidades para Verónica.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Conchi, gracias por la visita y dejarme tu opinión.- Besos
EliminarQué sorpresa!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Arruillo por este detalle. Sabes de mi pasión por las rapaces :)
Absolutamente todas las que nombras las he vivido de cerca.
hace años, cuando vivía en el campo, se posaba un gran búho albino, en un poste a cinco metros de mi casa. Lo veía desde la cama.
Las lechuzas me han acompañado desde la infancia. He tenido infinidad de encuentros con ellas, de hecho solía venir por aquí una que se posaba en la barandilla de la ventana.
Como tú, he deslumbrado a más de un chotacabras en caminos de Huelva.
En septiembre me sorprendió un búho real recién iniciado vuelo en el anochecer de Las Hurdes. Ya te diré dónde puedes ver uno en Huelva.
Me pondría a comentar y no acabaría nunca jejeje.
De nuevo, muchas gracias por dedicarme esta entrada tan especial.
Besos!!!
De nada, Vero. Gracias a ti por incitarme a dedicar un post a las aves rapaces. Compartimos sentimientos comunes al respecto, por eso lo hice con mucho gusto.-Un abrazo
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