sábado, 29 de diciembre de 2012

Collage de verano (4)


 325 ¡Gon, D. José!, alcemos nuestras copas y brindemos por este 2013 que se nos abre, ¡por todos nuestros amigos!, bien dicho, Alba, vaya esta copa por: Trini, Vero, María, otra María (la del vencejo), Stella, Alfredo, Martha, Belkis, Nuria de Espinosa, Lou, Miuris,  y Xrisstinah, que han estado ahí a lo largo de todo el año, ¡Por ellos!, y ahora el amigo Gon, nos colgará el siguiente tramo de su interminable historia, se lo permito de esa manera porque es usted el jefe, que si no..., tengamos la fiesta es paz...¡Feliz Año, amigos!
COLLAGE DE VERANO (4)
.../...Viene de  Collage de verano (3)

El jefe se deja caer, como el que no quiere la cosa, que para el próximo año existe la posibilidad que el encuentro de trabajo se traslade ni más ni menos que a la Laponia – por aquello de abrir el mercado al exterior -. El asunto cae en el departamento como si se tratara del gordo de Navidad. Se comienza a especular, que si los que están por Cataluña participarían también del evento o sería para los que no se han movido – laboralmente claro –este año. ¿Sería imprescindible saber inglés o eso corresponde tan sólo a los directivos?. Circulan preguntas y respuestas de un lado para otro, pero como es lógico nadie habla claro ni se compromete a adelantar nada hasta que se vaya perfilando mejor el asunto. Tendremos que ponernos en contacto con los sindicatos para evitar que los agraciados sean siempre los mismos. Ya hay quien sueña con Norway, Kafjord y no sé cuantas palabrejas más que se transmiten de boca en boca, por los pasillos, por los tablones de anuncios, correos electrónicos y demás medios que disponemos por la oficina para jodernos los unos a los otros. Y sólo ha sido un rumor. No quiero ni pensar lo que puede pasar si se confirman los hechos.
Muñoz Molina hacía que sus personajes se encontraran unos a otros en aquel invierno en Lisboa, con una facilidad pasmosa y yo por más que intento dar con mi amigo Florencio no hay manera. Ya lo he intentado en unos cuantos hospitales, pero entre que no me entiendo muy bien con quien me coge el teléfono y que tampoco tengo claro que esté en Lisboa, así estamos. Pero yo no me canso, daré con él como Manolo que me llamo. Mis amigos me cuentan maravilla de esa ciudad. He intentado –por hacer algo- una pirueta literaria que consistió en meterme en el libro de Muñoz Molina como un personaje más, como vi que había pistolas de por medio y eso casi siempre suele acabar en tiros, me dije “¡Ya está!. Yo seré por ejemplo el taxista, ¡si!, el taxista que tiene que trasladar a un herido de bala con toda urgencia hasta el hospital”. Tendría que trabucar un tanto el desarrollo de la obra, pero bueno como se trata de una buena causa, no creo que al autor le fuese a molestar demasiado, además si se me complican las cosas, le cambio el título a la novela mencionada y ¡ya está!. La puedo llamar por ejemplo: el otoño en Lisboa, ¡ea!. Bien pues – como digo – yo sería el taxista que recoge al herido que como consecuencia de una persecución callejera termina en mi taxi huyendo del de la pistola. Atravesaríamos a toda leche el puente sobre el Tajo, con las luces encendidas, tocando el claxon y zigzagueando para hacer adelantamientos insospechados. Nada de choques, ni atascos, ni gente cayendo al agua, que a mí con llevar a una persona herida ya me parece suficiente para una trama amorosa. Por mi radio-taxi me pongo en contacto con la policía y me echan un cable con el tráfico, en lugar de empeorar la situación, que es lo que ocurre casi siempre, se me colocan por detrás y por delante con la sirenas a toda pastilla como si fuese yo el coger de una persona importante y me conducen hasta un hospital donde una vez cumplimentados los trámites y echas las declaraciones oportunas – y ya con la confianza suficiente – pregunto por el doctor Florencio, eminente cirujano al que nadie tiene la fortuna de conocer ni en ese hospital ni en todo el área hospitalaria. Deshecho, casi con lágrimas en los ojos, retorno a mi táxi y me vuelvo hasta el lugar donde recogí al herido a buscar alguna pista a ver si me doy cuenta donde me he equivocado. Doy unas cuantas vueltas por los alrededores, hago unas cuantas preguntas, pero no me gusta demasiado la pinta de alguna gente que anda por esas calles, así que decido dejarlo todo porque tampoco es cosa de llevarme yo algún mamporro luego de haberme colado de hurtadillas en la obra. Me salgo.
Mi mujer de nuevo pasa al ataque y me llama desde Santander, que lo del futuro proyecto telefónico va mejor de lo que esperaba y por tanto se amplía la estancia por el Norte, que siente mucho no poder estar conmigo, ni con sus hijos, pero es que esta gente aprieta lo suyo. Mientras me cuenta todo esto, yo no dejo de acordarme del hijo puta del Domínguez que si se hubiera quedado en le parto de su madre, no se hubiera perdido nada. Tengo que continuar mi campaña de intimidación ahora que me he enterado que anda otra persona metida de por medio. ¿Mira que si al final descubro un lío de faldas?. Que como por el Norte hay muchas vacas, no puede dejar de acordarse de sus hijos, de cuando eran pequeños y hacían aquellas preguntas tan graciosas sobre la piel de estos animales y de aquellas tetas tan gordas y los cuernos y las pezuñas y esas bocazas todo el día rumia que rumia – muele que muele, decía ella -. Hay un sitio que se llama Puente del Diablo que no puedo dejar de verlo, aunque sea lo último que haga en esta vida. Creo que exagera, porque sitios bonitos habrá tantos por ahí perdidos que la contemplación de cualquiera de ellos puede dar lugar a pensar lo mismo. Sé, porque uno al fin y al cabo está instruido, que Cantabria y en concreto Santander son de esos lugares que nos llama mucho la atención a la gente del Sur, que nos quedamos extasiados con esos valles y ese verde y sus montañas, pero tampoco hay que exagerar ¡eh!, que aquí tampoco andamos mancos. En medio de la conversación, me dan impulsos de preguntarle por su tierra, su hogar, su familia, su marido, pero me contengo porque me puede mi orgullo y lo que me tenga que decir que me lo diga por propio impulso. Yo con decirle la que estamos pasando en la oficina, ya tengo bastante. A mí no es que me cabreen las cosas del Norte, esos paraísos que dicen poseer, lo que me cabrea es no poder disfrutarlos. Que está allí mi mujer, también podría haber estado yo de consorte contemplando el azul del mar, mientras que ella les cuadra las cuentas a los de la telefónica, ¡digo yo!. En cambio estoy aquí, aguantando todo el calor del mundo, las ocurrencias de Domínguez, la incertidumbre del trabajo y sin mis hijos para hacerme compañía. Al final me voy a tener que aficionar a eso de la interné – como hace más de uno por aquí cerca -, para que los días se me pasen más rápido y para el año que viene ya procuraré yo montármelo de otra manera porque ésta no me convence mucho. Hace ya tanto tiempo que no tenemos unas vacaciones como Dios manda que maldita me hace la gracia que los niños hayan crecido y que la mujer haya conseguido la independencia laboral. Al final, mejores casas, mejores coches, pero para no parar nunca ni en la casa ni en el coche. ¿Esto es vida?.

lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Feliz Nochebuena!

324
—¿Qué tal D. José, preparando la cena?

—Para comérmela, Alba, yo no soy cocinilla. En un día como el de hoy, me ha parecido oportuno tomarme con vosotros un cafetito, que ya hace tiempo que no coincidimos.

—Ya lo creo, D. José, le estaba preguntado yo a Alba por lo mismo. ¿Es verdad que ha sido usted capaz de leerse “Las correcciones” de J. Franzen?

—¡Cómo eres, Gon!, claro que he sido capaz ¿o es que crees que dedicándome a esto no leo nunca?, tengo muchas cosas que hacer, pero también leo ¿qué te crees?

—Bueno, bueno, no se me enfade usted, hombre, que yo también he sido capaz de leerme “Olive Kitteridge” de E. Strout, que no es moco de pavo.

—Perdona, perdona, Gon, pero no es lo mismo…le hecho un capote, jefe, es que este muchacho…Franzen no es que escriba raro, es que es muy pesado, parece que le encargan los libros al peso, ni punto de comparación con el libro de Strout, que en apariencia es muy sencillo, pero eso es debido a lo bien escrito que está y a lo conciso.

—¡Gracias, Alba!, pero se me defender solo, no creas, mis obligaciones gestoriales me impiden estar tan al tanto como vosotros, pero hago lo que puedo, quizás más de lo que Gon pueda sospechar. Por Cierto Alba ¿cómo llevas la lectura de Colinas?

—Una maravilla, jefe, me ha parecido un perfecto regalo el que usted me ha hecho al permitirme conocer a un poeta en toda la extensión de la palabra.

—Al que tuviste el gusto de conocer en Vandalia.

—Así es, ya le digo que esa antología de poemas me ha dado una idea cabal de su obra.

—D. José, no es por nada, pero yo estuve el otro día en el homenaje a Onofre Rojano.

—Lo se, lo se, Gon…

—Presentó su libro “La ciudad transida”, y aquello estuvo de animado que no se puede usted imaginar. ¿Lo ha leído?

—Ya sabes que no es lo mío, Gon, pásale el libro a Alba que para eso lleva esa sección.

—¡Jefe!, tengo un atraso de no te menees en las lecturas; además como nos encargó usted lo de Bach, lo de Pablo Neruda y lo de Zoido…

—Vamos a ver, vamos a ver, Alba, no me líes.

—Eso Alba, no nos líes.

—Está bien: El concierto de la Misa en Si Menor de J.S. Bach a cargo de la Orquesta Sinfónica Hispalense y el Coro de la misma Universidad fue todo un lujo. De la película “El cartero y Pablo Neruda” ¿qué os puedo decir?, poesía en estado puro y en cuanto a la ocurrencia de la nieve artificial en la Plaza de San Francisco…cosa de los tiempos que corren, que ya puede nevar en cualquier parte…hasta en Sevilla..y ahora os tengo que dejar que he de comprar el pavo para esta noche..
FELIZ NOCHEBUENA.

martes, 18 de diciembre de 2012

Collage de verano (3)

323 ¿Qué le pasa a María, Gon?, que lo mismo se atrasa que se adelanta, pero en fin debe ser producto de las prisas de estos días, tú ya tienes preparado la siguiente entrega, así es, pues adelante que a Vero le va a dar algo y a Trini también se le nota algo inquieta, en eso estoy, Alba, lo dicho, por si llegamos tarde FELIZ NAVIDAD para todas, que así sea…

COLLAGE DE VERANO (3)
.../...Viene de Collage de verano (2)

Nos llega a todos los de departamento un correo electrónico firmado por los tres compañeros que se fueron de comisión por Cataluña y con la excusa se lo andan pasando de aupa, mientras nosotros aquí sacando las castañas del fuego, para que luego digan. Unas fotos preciosas, y la que más me impresiona de todo es una que le han hecho a unas pinturas de Dalí donde destaca por encima de todo dos pies que parecen estar andando sobre el cielo. Nuestros tres compañeros tienen el detalle de acompañar las fotos con una lectura – con esos pies para andar sobre el cielo se consiguen todos los sueños – que a mí me deja un tanto difuso de ideas porque no sé por donde van. Yo creo que en el fondo se están pasando unas vacaciones de puta madre, mientras que los demás aquí en el horno éste que tenemos por ciudad. Esta empresa es que no tiene arreglo, lo mismo se deja caer con esa comisión encubierta para favorecer a unos cuantos que nos tiene a todos sacrificados. ¿No podíamos repartir el verano entre todos? Así por lo menos nos quitábamos unos días del calor, pues ¡no señor! Aquí estamos al capricho de estos explotadores – porque no tienen otro nombre -, que para colmo son los que se llevan todos los beneficios. Cada noche sueño con el coche cargado hasta la corcha, con todos los bártulos en la baca y un camping esperándonos con la gente de un lado a otro chorreando agua, reliados en las toallas playeras. Con mucho verde alrededor -¡ya puestos!-, el mar a cincuenta metros al que se accede por un camino de tierra, un sendero de grandes setos tras de los cuales puede verse una pradera llena de vacas y artísticos pajares de forma cónica. Arenas finas y olas juguetonas donde echándole valor pasaríamos un rato inolvidable. Hay algunas nubes en el cielo provenientes de los montes cercanos, pero no le tendríamos miedo, puede hasta que llueva pero ya nos la arreglaríamos. Los niños jugarían en pandilla dentro del recinto, que no es demasiado grande y los mayores departiríamos amigablemente entre unas copas que parecen de sidra. Desde una plataforma próxima me atrevería a montarme en una parapente como acompañante y aunque lleve un nudo en la garganta durante todo el tiempo, lo que vería desde esa altura y a esa velocidad, no tiene precio. Otros decidirían pasear a caballo y los vería como hormiguitas que se mueven lentamente.


Suena el teléfono. Despierto. Por fin encuentro lo que buscaba: revolviendo un viejo archivador, me encuentro una carta de Florencio, al que no veo desde hace diez años. Me pongo enseguida en contacto telefónico con mis amigos “portugueses” por si aún estoy a tiempo de pasarles los datos encontrados y que pueden terminar por hacerme el favor que les pedí antes que se marchasen. La empresa tampoco resulta fácil porque Florencio, además de haberse especializado en cirugía también puede haber cambiado de domicilio, pero bueno si yo fuera él no cambiaría. La PraÇa da Figueira por lo que yo sé no es un lugar para abandonar fácilmente, pero en esas estamos, la vida da tantas vueltas que lo que hoy parece imposible, nos lo podemos encontrar mañana como un hecho consolidado. Doctor Florencio, quien me iba a decir a mí que aquel raposo que robaba brevas en las Huerta Los Pinos, se iba a convertir con el paso del tiempo en una figura del bisturí. Seguro que él no tiene problemas de veraneo, ni la mujer en el Norte, ni los niños en el Sur, ni los amigos en el Oeste, ni... ¿pero que digo? Me estoy volviendo carajote con tanto especular con las vacaciones. Esto debe ser efecto del cambio climático, seguro, yo antes no era así y sin vacaciones no es la primera vez que me quedo y he currado como el que más en la oficina y me han pasado cosas mucho peores y todas las he sobrellevado con gallardía, pero ahora es que no sé que me pasa que no soy capaz de sobrevivir en esta isla desierta que yo mismo me he montado. ¿No será que mi jefe me tiene abandonado y no me patea? Ahora que lo pienso lleva una temporada que está más dócil que un cordero. Tendré que hablar con él.

Domínguez viene a verme muy preocupado porque dice que ha recogido de su buzón dos correos, dos postales que le tienen sin vivir. A mí se me cae el bolígrafo de la mano y me pongo como un tomate colorado, casi sin reacción ni saber que decirle. “¿Dos postales?””¡Sí, dos postales!”.”Una – me dice – con un barquito de vela y un texto difuso y preocupante y la otra de París, haciendo alusión a lo de que bien vale una misa”. Me cuenta que van dirigidas a su señora, que prudentemente volvió a colocarlas en el buzón a la espera de una reacción por su parte, pero que no sabe que hacer, ni que medidas tomar. Yo, dentro de mi confusión le aconsejo prudencia y que espere, que puede tratarse de un error, de un concurso o de alguna propaganda de las que tanto abundan hoy día, pero él me derriba todos mis supuestos al instante de enviárselos, Insisto en que espere, que sea ella la que hable y le cuente . “¿Y si no habla? – me dice enfadado-“.Joder con mi ocurrencia! Éste con el cabreo de mi postal, seguro que no se ha fijado bien en la segunda. ¿Cómo puede ser la misma persona, si yo no he mandado más que una? La culpa la tuvo él, si no me hubiera pinchado, ahora que se fastidie. Lo malo es que viene a mí a contarme las cosas y yo no tengo valor para aclararle nada. Le sigo la corriente y ya está, con lo que estará sufriendo la pobre criatura. Como me llaman por la dos, aprovecho para decirle a Domínguez que luego seguiremos charlando, aunque lo que de verdad siento es que no sé como voy a salir de ésta. ¿De quién será esa segunda postal?
Mis hijos me cuentan que el asunto de las olas va de maravilla, que están más morenos que el año pasado por estas fechas y que un día si y un día no van con unos amigos hasta la Cala para ver el cine de verano a la orilla de la playa. Nos pusieron “Piratas del Caribe”.”¡Que suerte, una de piratas y en la orilla del mar””. Nada hijos a disfrutar de la vida que son dos días, que para eso estamos los mayores. Que si me acuerdo de aquel lugar donde se produjeron las inundaciones, llevándose el Paseo Marítimo. “Si, de la tele – les digo con recochineo –, pues que lo han dejado que no hay quien lo reconozca”.”Mira que bien, ¿Y cuando volvéis?”Que no saben – me responden -, cuando se les acabe el dinero”. Les recuerdo sus obligaciones de cara a los exámenes de Septiembre, pero no parecen demasiado afectados por ese evento, se ve que tienen dominada la situación. Tendré que hablar con su madre.

A Domínguez se la acrecientan los males -¡seré agorero!-. Ahora me cuenta que le ha llegado una nueva postal con una fuente que dice que está en la Plaza de la Constitución, pero no sabe de que pueblo, porque no le dio tiempo de más, antes que su mujer la quitase de en medio, pero con la misma firma, que eso si que la vio bien a las claras. ¡Ah!, y un sello con una foto el lince ibérico que dice que está en peligro de extinción. “¿Pero Domínguez, qué tiene que ver eso con lo que me está contando?”. “¡Hombre!. Era por si te servía de pista, tu que eres muy observador – me responde –“. Le pregunto sobre la actitud de su mujer, sino le dice nada al respecto cuando él le entrega las postales, me dice que él no se las entrega, lo deja todo encima de la mesita de entrada junto con la propaganda y los recibos del banco. Ahora sería el momento en que tendría yo que refregarle por la cara sus propias palabras, pero no soy capaz. Cuando me pinchan, tengo muy mala leche, pero luego en frío soy incapaz de hacerle daño a nadie. Yo estoy contento – con sus mijitas – con la mujer que me tocó en suerte; hemos conformado una familia y creo que nos entendemos en lo fundamental, por lo tanto no tengo motivos para pensar que me están engañando; la distancia siempre es muy traicionera y en cualquier momento te puedes encontrar con la sorpresa, no cabe duda, pero hay que confiar, tenemos que ser mejor pensados de lo que somos, sino no podríamos vivir, pero es que este Domínguez me saca de quicio.

.../...Continúa en Collage de verano (4)


martes, 11 de diciembre de 2012

Sierra de Mamede

322 Qué tarde se nos está haciendo, Gon, y que lo digas, Alba, es que llevamos una temporadita que ya, ya, y encima aparece otra oferta de apertura de tienda nueva, espero que a D. José le siga funcionando todavía el cerebro y no se le ocurra, pues no se yo que decirte, compañero del alma, seguro, seguro que se lo está pensando, aunque sea de pasada, dime algo de tu viaje por el Alentejo, ¡oh!, ¡qué maravilla, Gon!, Évora, Portalegre, Marvao, Monsaraz, Monsanto, Apalhao…una maravilla, conseguiste olvidarte de mí y del jefe por unos días ¿no es cierto?, hombre, de ti no tanto, pero del jefe si, no te quepa duda ¿sino de qué sirven las escapadas?, tienes razón, Alba, qué pregunta más tonta la mía, tienes que saber que anduvo por aquí Vero, ya me lo imagino, pues ya sabes, trabaja en tu relato, que la tienes enganchada, en eso ando Alba, pero es que me come la bulla, como a todos Gon, pero bueno, todo se andará, por cierto ¿qué tal se portaron tus amigos?, ¿con qué?, con tu cumple, ¡ah, el cumple!, nos lo pasamos divino, no te puedes imaginar, Gon, son una gente muy apañada y te hacen sentir bien, eso es bueno, ya lo creo, y además, Gon, a la vuelta me encontré que la gente de PsP me habían inundado el correo de felicitaciones, que también es de agradecer, y que lo digas, Gon, en fin, vámonos ya que es muy tarde…

martes, 4 de diciembre de 2012

Collage de verano (2)


321 Tiene razón Trini, entrar en un grupo es para estar, y que lo digas Alba, bueno es  D. José para andar con pequeñeces, ahí hasta el final, hasta que nos echan, y que lo digas, Gon, para pesados nosotros, aunque Vero tampoco anda mal de paciencia ¿eh?, ya lo creo, y que es para aguntarnos a nosotros hay que tener mucha...

COLLAGE DE VERANO (2) 
.../Viene de Collage de verano (1) 
Mi mujer me escribe desde LLanes, que va muy bien todo y que hay mucho verde y que la temperatura es muy fesca. Menos mal porque si  el Norte tuviese los calores que tenemos por aquí ¿dónde iríamos a pasar las vacaciones? Yo que con esto de los sms y los emails no acabo de enterarme le contesto como puedo aunque sin saber a ciencia cierta quien será el destinatario de mis mensajes. Ella como trabaja en el medio no tiene ningún problema y parece que le cuesta trabajo mandar una carta de las de toda la vida o llamarme más a menudo. Todas sus energías las gasta con sus hijos, que se desvive por ellos, el día que los maridos incomprendidos nos rebelemos o nos agrupemos como asociación, que se pongan a temblar las feministas porque ya veremos quien tiene más fuerza. Que los hórreos son muy bonitos – ya lo sé, los he visto en la tele -, y que a su empresa se les ha ocurrido lanzar una campaña aunando la innovación tecnológica con la conservación de este tipo de construcciones. Yo no acabo de entender por donde va el asunto ¿qué tendrá que ver la rapidez comunicativa con la inmovilidad de estas reliquias? En fin, que se quiebren la cabeza los técnicos que para eso le pagan, y espero que bien, que se note que juega mi mujer en el mismo equipo. Si uno tiene que ser el sacrificado, por lo menos que obtenga algún beneficio, aunque sea de manera indirecta. ¡Que dura es la vida del trabajador! Todos el año aguantando a unos y a otros para que de vez en cuando – ni siquiera todos los años -, se pueda uno pasar una semana tostándose al sol o contemplando como pacen los asturcones por las montañas de Covadonga. Esto de encontrarse en medio de la cadena, es que te deja como anhelado. Si estás arriba, disfrutas todo lo que puedes y algo más de tu privilegiada posición y lo mismo te da que nieve en Asturias como en el Teide. Si te apetece vas y ya está. Si estás abajo, bastante tienes con buscarte el sustento diario, independientemente de la época del año de que se trate, lo mismo da que sea invierno que verano, lo importante es eso: llegar al día siguiente. Pero si te quedas en medio – como es mi caso y el de Domínguez y el del desgraciado del jefe -, te la dan por todos lados. Te pones a comer y enchufas la tele para distraerte un poco y terminas por darle las gracias de Dios por lo afortunado que eres, que puedes estar pensando en vacaciones, aunque la disfruten otros. En fin, un lío.
Desde Cue, en LLanes, me llega otra postal que por ese afán de interaccionarlo todo, pone en un recuadro con letra pequeña “Antilles Beach” ¡Con lo bonito que es el español! De que forma nos hemos dejado comer el terreno por los ingleses. Se la enseño a Domínguez y se le caen dos lagrimones pensando en ese verde tan cercano a la orilla del mar. A continuación a quien se le caen los lagrimones es a mí ante la preguntita de mi compañero de fatigas: “¿Manolo y tú estás tranquilo teniendo a tu mujer por esos lugares tan bonitos?” “¿A qué te refieres, Domínguez?”  - contesto yo sabiendo demás a que se estaba refiriendo - . Le salgo al quite y le expongo toda mi teoría sobre la portaduría de los cuernos, pero claro eso lo digo de boquilla para afuera, por dentro tengo un come-come que de buenas ganas cogía un avión y me plantaba en el Norte para sorprender cualquier acto impuro que pudiera estar cometiendo mi mujer. Pero a continuación me contengo y le sigo la corriente en plan festivo que es mejor y más sano para todos. Hoy día hay que ser de mente abierta y no pensar que andamos por ahí engañándonos los unos a los otros, eso es cosa de películas veraniegas y épocas pasadas. Las circunstancias laborales son las que son y te pueden llevar de un lado a otro y no hay que mezclarlas con las sentimentales, será mamonazo el Domínguez con lo que me sale ahora. Me podría hablar del Valle de Valdeón, ya que estamos en lugares alucinantes o de los fichajes de su equipo o de la nueva versión del carro de Manolo Escobar que ahora ha subido en él nada menos que el Koala, o de los atascos de la Gota de Leche, pero no, el cabrito va y me mete los dedos directamente en los ojos, como diciendo: ¿Tú estás seguro de tu mujer? ¿Y tú de la tuya?, le tendría que haber contestado yo, pero lo cierto es que no sé si está en su casa o anda por la playa, pero me tengo que enterar. Esto no queda así. Aprovecho un momento en que ha salido del despacho y le registro los cajones. Descubro una postal horrorosa de la Costa del Sol, que decía: “Hola María, hola Carlos, Hola Juan y Ignacio. Estamos en este rincón muy vien ¿I vosotros espero que también un veso a todas. León”. Mañana se va a enterar éste de quien soy yo.
Me doy una vuelta por el centro y me recorro unas cuantas tiendas de artículos para turistas buscando postales que sean de Sevilla para enviárselo al domicilio de Domínguez y meter un poco de cizaña. Me cuesta lo suyo dar con lo que busco, pero termino por encontrar una muy bonita con barquito de vela incluido de Calella de Palafruguell en la Costa Brava. Me busco un texto entre cariñoso y enigmático y la dirijo a María, la mujer de Domínguez, con lo mal que tiene la vista no se va a percatar que tiene matasellos de Sevilla. Además como no se la espera, seguro que puede más el factor sorpresa que todos los detalles y ahora que averigüe quien es el enigmático firmante. A ver que me cuenta en los próximos días. “Cuidado que tengo mala leche – pienso –“, pero esto después de haber consumado la fechoría, así que ahora ya no vale el arrepentimiento.