martes, 18 de diciembre de 2012

Collage de verano (3)

323 ¿Qué le pasa a María, Gon?, que lo mismo se atrasa que se adelanta, pero en fin debe ser producto de las prisas de estos días, tú ya tienes preparado la siguiente entrega, así es, pues adelante que a Vero le va a dar algo y a Trini también se le nota algo inquieta, en eso estoy, Alba, lo dicho, por si llegamos tarde FELIZ NAVIDAD para todas, que así sea…

COLLAGE DE VERANO (3)
.../...Viene de Collage de verano (2)

Nos llega a todos los de departamento un correo electrónico firmado por los tres compañeros que se fueron de comisión por Cataluña y con la excusa se lo andan pasando de aupa, mientras nosotros aquí sacando las castañas del fuego, para que luego digan. Unas fotos preciosas, y la que más me impresiona de todo es una que le han hecho a unas pinturas de Dalí donde destaca por encima de todo dos pies que parecen estar andando sobre el cielo. Nuestros tres compañeros tienen el detalle de acompañar las fotos con una lectura – con esos pies para andar sobre el cielo se consiguen todos los sueños – que a mí me deja un tanto difuso de ideas porque no sé por donde van. Yo creo que en el fondo se están pasando unas vacaciones de puta madre, mientras que los demás aquí en el horno éste que tenemos por ciudad. Esta empresa es que no tiene arreglo, lo mismo se deja caer con esa comisión encubierta para favorecer a unos cuantos que nos tiene a todos sacrificados. ¿No podíamos repartir el verano entre todos? Así por lo menos nos quitábamos unos días del calor, pues ¡no señor! Aquí estamos al capricho de estos explotadores – porque no tienen otro nombre -, que para colmo son los que se llevan todos los beneficios. Cada noche sueño con el coche cargado hasta la corcha, con todos los bártulos en la baca y un camping esperándonos con la gente de un lado a otro chorreando agua, reliados en las toallas playeras. Con mucho verde alrededor -¡ya puestos!-, el mar a cincuenta metros al que se accede por un camino de tierra, un sendero de grandes setos tras de los cuales puede verse una pradera llena de vacas y artísticos pajares de forma cónica. Arenas finas y olas juguetonas donde echándole valor pasaríamos un rato inolvidable. Hay algunas nubes en el cielo provenientes de los montes cercanos, pero no le tendríamos miedo, puede hasta que llueva pero ya nos la arreglaríamos. Los niños jugarían en pandilla dentro del recinto, que no es demasiado grande y los mayores departiríamos amigablemente entre unas copas que parecen de sidra. Desde una plataforma próxima me atrevería a montarme en una parapente como acompañante y aunque lleve un nudo en la garganta durante todo el tiempo, lo que vería desde esa altura y a esa velocidad, no tiene precio. Otros decidirían pasear a caballo y los vería como hormiguitas que se mueven lentamente.


Suena el teléfono. Despierto. Por fin encuentro lo que buscaba: revolviendo un viejo archivador, me encuentro una carta de Florencio, al que no veo desde hace diez años. Me pongo enseguida en contacto telefónico con mis amigos “portugueses” por si aún estoy a tiempo de pasarles los datos encontrados y que pueden terminar por hacerme el favor que les pedí antes que se marchasen. La empresa tampoco resulta fácil porque Florencio, además de haberse especializado en cirugía también puede haber cambiado de domicilio, pero bueno si yo fuera él no cambiaría. La PraÇa da Figueira por lo que yo sé no es un lugar para abandonar fácilmente, pero en esas estamos, la vida da tantas vueltas que lo que hoy parece imposible, nos lo podemos encontrar mañana como un hecho consolidado. Doctor Florencio, quien me iba a decir a mí que aquel raposo que robaba brevas en las Huerta Los Pinos, se iba a convertir con el paso del tiempo en una figura del bisturí. Seguro que él no tiene problemas de veraneo, ni la mujer en el Norte, ni los niños en el Sur, ni los amigos en el Oeste, ni... ¿pero que digo? Me estoy volviendo carajote con tanto especular con las vacaciones. Esto debe ser efecto del cambio climático, seguro, yo antes no era así y sin vacaciones no es la primera vez que me quedo y he currado como el que más en la oficina y me han pasado cosas mucho peores y todas las he sobrellevado con gallardía, pero ahora es que no sé que me pasa que no soy capaz de sobrevivir en esta isla desierta que yo mismo me he montado. ¿No será que mi jefe me tiene abandonado y no me patea? Ahora que lo pienso lleva una temporada que está más dócil que un cordero. Tendré que hablar con él.

Domínguez viene a verme muy preocupado porque dice que ha recogido de su buzón dos correos, dos postales que le tienen sin vivir. A mí se me cae el bolígrafo de la mano y me pongo como un tomate colorado, casi sin reacción ni saber que decirle. “¿Dos postales?””¡Sí, dos postales!”.”Una – me dice – con un barquito de vela y un texto difuso y preocupante y la otra de París, haciendo alusión a lo de que bien vale una misa”. Me cuenta que van dirigidas a su señora, que prudentemente volvió a colocarlas en el buzón a la espera de una reacción por su parte, pero que no sabe que hacer, ni que medidas tomar. Yo, dentro de mi confusión le aconsejo prudencia y que espere, que puede tratarse de un error, de un concurso o de alguna propaganda de las que tanto abundan hoy día, pero él me derriba todos mis supuestos al instante de enviárselos, Insisto en que espere, que sea ella la que hable y le cuente . “¿Y si no habla? – me dice enfadado-“.Joder con mi ocurrencia! Éste con el cabreo de mi postal, seguro que no se ha fijado bien en la segunda. ¿Cómo puede ser la misma persona, si yo no he mandado más que una? La culpa la tuvo él, si no me hubiera pinchado, ahora que se fastidie. Lo malo es que viene a mí a contarme las cosas y yo no tengo valor para aclararle nada. Le sigo la corriente y ya está, con lo que estará sufriendo la pobre criatura. Como me llaman por la dos, aprovecho para decirle a Domínguez que luego seguiremos charlando, aunque lo que de verdad siento es que no sé como voy a salir de ésta. ¿De quién será esa segunda postal?
Mis hijos me cuentan que el asunto de las olas va de maravilla, que están más morenos que el año pasado por estas fechas y que un día si y un día no van con unos amigos hasta la Cala para ver el cine de verano a la orilla de la playa. Nos pusieron “Piratas del Caribe”.”¡Que suerte, una de piratas y en la orilla del mar””. Nada hijos a disfrutar de la vida que son dos días, que para eso estamos los mayores. Que si me acuerdo de aquel lugar donde se produjeron las inundaciones, llevándose el Paseo Marítimo. “Si, de la tele – les digo con recochineo –, pues que lo han dejado que no hay quien lo reconozca”.”Mira que bien, ¿Y cuando volvéis?”Que no saben – me responden -, cuando se les acabe el dinero”. Les recuerdo sus obligaciones de cara a los exámenes de Septiembre, pero no parecen demasiado afectados por ese evento, se ve que tienen dominada la situación. Tendré que hablar con su madre.

A Domínguez se la acrecientan los males -¡seré agorero!-. Ahora me cuenta que le ha llegado una nueva postal con una fuente que dice que está en la Plaza de la Constitución, pero no sabe de que pueblo, porque no le dio tiempo de más, antes que su mujer la quitase de en medio, pero con la misma firma, que eso si que la vio bien a las claras. ¡Ah!, y un sello con una foto el lince ibérico que dice que está en peligro de extinción. “¿Pero Domínguez, qué tiene que ver eso con lo que me está contando?”. “¡Hombre!. Era por si te servía de pista, tu que eres muy observador – me responde –“. Le pregunto sobre la actitud de su mujer, sino le dice nada al respecto cuando él le entrega las postales, me dice que él no se las entrega, lo deja todo encima de la mesita de entrada junto con la propaganda y los recibos del banco. Ahora sería el momento en que tendría yo que refregarle por la cara sus propias palabras, pero no soy capaz. Cuando me pinchan, tengo muy mala leche, pero luego en frío soy incapaz de hacerle daño a nadie. Yo estoy contento – con sus mijitas – con la mujer que me tocó en suerte; hemos conformado una familia y creo que nos entendemos en lo fundamental, por lo tanto no tengo motivos para pensar que me están engañando; la distancia siempre es muy traicionera y en cualquier momento te puedes encontrar con la sorpresa, no cabe duda, pero hay que confiar, tenemos que ser mejor pensados de lo que somos, sino no podríamos vivir, pero es que este Domínguez me saca de quicio.

.../...Continúa en Collage de verano (4)


2 comentarios:

  1. Lo debe estar flipando... jajajaja
    Qué intriga.
    ¿Qué pasará? ¿Y esas nuevas postales? ¿En qué acabará esto? ¿Cuándo se les acabará el dinero a los hijos?

    Bueno, a esperar, no hay otra :D

    Felices fiestas y esas cosas...

    Besos

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  2. Con estos días tan de diciembre se me hace imposible pensar en las vacaciones de verano idílicas. Claro que lo del camping no es lo mío, prefiero ir a Portugal o a ver piedras a cualquier lado:)

    Pobre Domínguez. Creo que se esta va a querer a su mujer más que nunca, o mejor dicho, va a valorar a su mujer más que nunca. Claro, cuando descubra la broma, si es que alguna vez lo hace o si es en verdad una broma, porque dos postales son demasiadas para según qué esposas:)

    A ver qué pasa en la siguiente entrega.
    Paciencia con ese veraneo al pie del cañón.

    Abrazos

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