miércoles, 29 de noviembre de 2023

Mis fotos preferidas

 


Las explotaciones mineras a cielo abierto dejaron su huella perenne en la orografía, como lo muestra esta corta situada en Minas Las Herrería, en el término municipal de Puebla de Guzmán.


 

Entre los escarabajos que se mueven por nuestros suelos está una especie “Blaps”, que son conocidos como escarabajos de la muerte, por su manía de frecuentar los cementerios.


 

Aunque la escasez de hierba se agudiza en verano, una cría siempre se siente segura con la presencia de la madre.


 

Nossa Senhora de Guadalupe, en la inmediaciones de Serpa, es una ermita de un blanco reluciente.


 

Nuestro Quijote, tantas y tantas veces representado, presenta este aspecto en el Parque del Alamillo de Sevilla.


 

Mercedes de Velilla fue una escritora sevillana que vivió a caballo de los siglos XIX y XX, y que los últimos días de su vida residió en Camas, donde también reposan sus restos.


 

Las puestas de sol es un espectáculo gratuito que nos ofrece la Naturaleza y a los que hay que aficionarse, por el bien del espíritu, como lo demuestra esta instantánea captada en Paymogo

 

La magna obra de la Torre Pelli vista desde la otra orilla del Guadalquivir presenta este aspecto.


 

Este olivo, a los pies de las murallas de Serpa, ha tenido tantas vidas, que es todo un ejemplo de supervivencia.


 

Y como no, mi gente, poetas en la Casa de la Sirena, en una tarde de loas y grata compañía con la poesía y la música como nexo de unión.


 

 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Las necesidades del servicio

 

Así comienza este relato que podéis encontrar en el libro Bajo la luz de mi plaza Otoño/Invierno

La operaria de la limpieza dejó el vehículo en medio del carril bici con el motor en marcha, se apeó, cogió la escoba y el recogedor y se dispuso a limpiar el suelo de colillas y envoltorios de patatas fritas que se acumulaban alrededor del quiosco. No había dado dos escobazos cuando le sonó el móvil; abandonó su tarea y se sentó enfrente del escaparate de prensa sin perder la noción de su trabajo.

—¿Qué pasa, cari? ¿por qué me llamas al trabajo? Tú sabes que no me puedo entretener: en cualquier momento pasa mi jefe y ya sabes cómo las gasta. Mira, sin ir más lejos, el otro día, la gorda esa de las trenzas ¡ya sabes!, la que tú te creías que era un tío, pues esa, la gorda le decimos nosotras porque con las mujeres no se habla, así que ella sabrá lo que se trae entre manos, que no veas tú lo mal que le sienta el pantalón del uniforme, se lo coloca cogido con pinzas al sujetador, pues el otro día estaba en la calle de aquí al lado, la que va para el centro, que no me sale ahora el nombre, ¿cómo se llama, coño?, ¡ojú, cada día estoy más desmemoriada!, estoy por pedirle una mañana al jefe e ir al médico a ver si me manda algo para la memoria porque no me acuerdo de nada, dentro de poco estoy como tu madre, que no quiero yo decir que tu madre vaya a estar mal ¡no!, no te lo tomes por ahí que tú enseguida tomas el rábano por las hojas y luego vas y se lo largas todo a tu hermana, que con la inquina que me tiene, ¡sí, sí, Francisco!, ¡inquina!, eso no se puede llamar de otra manera por mucho diccionario que tú hayas consultado en gugle, ¿tú te has fijado cómo me miraba el otro día cuando el cumpleaños de la Vero?, ¡sí hijo, sí!, espera que me ajusto el manos libres, lo que pasa es que una es prudente y se calla las cosas porque me dieron ganas de coger el bolso y salir por la puerta, así no se trata a la gente por muy cuñada que se sea, ya te lo digo, Fran, aprovecho ahora que viene al caso, la próxima vez que se dirija a mí con esa cara, soy capaz de arrearle un guantazo ¿lo oyes?, un guan-ta-zo, te voy a tener que ir dejando porque se ha parado un ciclista al lado de mi vehículo y está apuntando el número de la matrícula, pero ¿qué hace usted?, ¡oiga, oiga!

 

lunes, 20 de noviembre de 2023

El lento paso de este otoño

 

                                                 

                                                

 

El lento paso de este otoño

golpea mis sentidos

porque tú abriste la ventana

y entró una brisa de aire fresco.

Giro a ritmo de fado

mientras aguardo

la variación material de tu tiempo,

que no es balanceo de columpio

ni sacro fiesta de guardar,

ni café con tus gatos.

Recogí mi disfraz de ratón Pérez

—tal vez equivoqué mis pasos—

y el teléfono enmudeció conmigo

carente de luz de verano.

Cesárea canta bonito,

Pêtit-pêtit,

Más yo quiero gritar:

¿Por qué?

¿Qué Matrix me vino a ver

que no puedo alargar mi brazo

sin ser devorado al instante

por un gusano con ventosas?

Otro otoño que se desliza

en tu aguerrida primavera,

otra pared helada

donde incrustar el fornido piolet.

Tal vez acometa el camino,

tal vez acaricie la roca

y mire al fondo del collado

donde un atardecer en rojo y negro

se oculta manso tras las palmeras.

                                                       

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

Los ojos verdes

 


Una nueva “parada obligatoria”, en esta ocasión en:

LOS OJOS VERDES Y OTRAS LEYENDAS.- Gustavo Adolfo Bécquer.- //El País//

El comienzo de las leyendas de Bécquer —sin haber leído previamente esta edición— comienza con una frase que es la misma por la que me he guiado en mi etapa de escritor. ...” he dejado a capricho volar la pluma”. En ese plan me gusta elaborar mis relatos, a diferencia del género novelesco que requiere otra forma de trabajarlo.  
Pero eso es otra cosa; con relación a este libro ¿qué decir? Una maravilla, Bécquer escribió poco, pero ¡vaya tela como escribió! Como es lógico estas leyendas ya las conocía, no obstante resulta todo un placer volver a recrearme en ellas. El Romanticismo y Posromanticismo marcó una época. Pero ¿qué época no está impregnada por el romanticismo? A mí al menos me resulta difícil ponerme a escribir y no dejarme llevar por esa línea. Un clásico que sigue siendo recurrente y cuando una y otra vez se sigue acudiendo a él por algo será.
Títulos como “El monte de las ánimas”, “La ajorca de oro”, El rayo de luz”, “La promesa”, “El beso”, La cruz del diablo”, permanecerán siempre en mi memoria, de alguna u otra manera, puesto que Bécquer —a quien se le puede considerar un escritor Modernista— fue de los primeros escritores con los que tuve la dicha de encontrarme, a través de sus escritos.