miércoles, 26 de julio de 2017

Hay un ángel



Hay un ángel en mi memoria
que evita pisar la débil tabla
a dos melosos querubines.
Colgaba en la cabecera con alcayata dorada.
Antes de hundir mi aguileña prominencia
en la nube de los sueños,
pensaba en su candorosa mano,
medio siglo después, otro ángel,
susurra por el dintel curvado
de mi cama, dos palabras, una frase,
un gesto, nada,
hasta que mis rendidos párpados
cuelgan el cartel de cerrado.
Entre tinieblas despierto librando
feroz combate
y en la arboleda pronto distingo
el áurea, las dos alas, el tull azulado
              y me sonríes
y me cuentas y te cuento
te distraes con los zapatos
hace calor y ni los pájaros
quieren salir esta tarde.
Aquel ángel ya no sé
si aún paga el ierrepeefe
pero éste que ahora vela
tan cerca de mi almohada,
sigue en situación activa
y tiene en regla los papeles.
Podéis repicar
                      ciconias.

jueves, 20 de julio de 2017

Mis fotos favoritas


Enfrascado en la lectura de Germinal, la obra de Zola, contemplo esta imagen, tomada de un cartel de Riotinto


  y se me erizan los vellos ¡qué gran semejanza con los agujeros negros del espacio! Casi prefiero centrarme en aquellas chumberas del camino,
 
 que evocan mi niñez cuando descubría la incomodidad de su recolección,


o en esa rana distraída, que contempla la vida de una manera distinta: ahora me asomo, ahora me sumerjo.


 ¿Y de las basuras incontroladas, qué decir? Ni carteles, ni multas: civismo, educación para la ciudadanía. Dichosa política.

 Mejor me asomo tras una tapia para descubrir una pequeño charquito, que es un remanso de paz ante los rigores del verano,


y puestos a asomarse, una cristalera envidiablemente conservada, allá en Tánger, me permite llegar hasta la finas arenas de

 Costa Ballena, en Rota, donde no sé por qué, se me antoja una revelación la similitud del nombre de la playa con la imagen tomada en una tarde de verano.

jueves, 13 de julio de 2017

Voz primera



Premio Barro de Poesía de 1981
Colección Vasija, 16

Selecciono estos tres poemas
1
Llevaba veinte años masticando
angustia a angustia
la savia incolora de unos años
eternos
acunando una lágrima
perdida en la pupila
como una idea absurda.
Llevaba veinte rítmicos instantes
encerrada en mi armario
bailando en soledad con la más fea
parte de mi,
jugando al escondite
con mis propios temores y preguntas.
Mi mundo había dado veinte brincos
ante su sombra
sin lograr que cayeras mariposas
azules,
sin atreverse a soñar que parasen
un momento
el incomprensible timo de la vida,
ese hueso sin nada que roer,
ese barranco...

2
Sólo eres mío cuando estás dormido,
completamente mío, sin batalla,
cuando tu piel tendida a mi parece un árbol
que regar con mi sangre.
Sólo llenas de agua mis pupilas
cuando en tus ojos cerrados sueña un niño,
cuando enlazada a tu respiración
espero la mañana.
Sólo eres mío, cuando sin pensarlo
abandonas tu muerte entre mis brazos,
cuando mis labios descubren tus caminos
y te pueden crear.
Y eres más mío cuando estás tan lejos
que el recuerdo es un pozo
y las palabras ciegas
rompen su soledad en las paredes.
pero si abres los ojos, amor,
eres de nuevo tu, lleno de luz
sobre mis lágrimas.

3
Una golondrina
blanca
como un sueño
ronda mis sienes tibias
en silencio.
Se ha dormido el dolor
en mis entrañas.
Anoche vi la brisa en las pestañas
del aire,
y besé el infinito con ternura
de niña,
porque ahora
y siempre
y para siempre
la esperanza aprieta un nombre
entre los dedos:
Tu nombre.