lunes, 21 de julio de 2014

Aquí hay sitio

401 Las vacaciones siempre dan más trabajo del habitual, eso me decía Alba y qué razón tenía, así unos fresquitos en la playa y otros sudando la gota gorda. Menos mal que ahí están Rafael Indi, Antonia María, J. Valle y María para hacerme más llevadera la tarea. A ellos y a todo el que se precie en leerlo, va dedicado este micro:

Juan se levanta bien temprano todos los días, porque sabe que en eso radica el éxito de su empresa. Se pone los pantalones de pana, la chaqueta negra y la gorra a cuadros y se va directamente al tajo antes que se haga tarde y se le escape la clientela. La gracia de aquella calle es hacer entrar los coches a contramano, porque a nadie se le ocurriría buscar aparcamiento metiéndose de esa manera; pero él se abrocha la chaquetilla, enarbola el bastón y comienza a marcarse pases de pecho como si estuviera en La Maestranza. Corre delante del coche hasta llevarlo al sitio reservado, retira el garrafón de plástico que le marca el espacio y alarga la mano en espera de la voluntad. Si alguien deja un hueco, allí coloca el garrafón y se va al final de la calle tratando de convencer a los automovilistas para que entren en su espacio, que allí manda él y de nada sirve esa señal roja con mancha blanca. Ese es otro mundo y éste de aquí, es el suyo.

lunes, 14 de julio de 2014

Descripción

400 ¡Aleluya, Gon! Llegamos a las cuatrocientas, su trabajito ha costado, Alba, y el jefe que ni se entera, en fin, nosotros a lo nuestro, hoy te voy a dejar un soneto…

                                                   









                                                   

                                                    Encorvado. Ancho sombrero de paja,
                                                    tez morena y resquebrajada; aroma
                                                    a tomillo y sol; caderas de goma.
                                                    Ciñendo la cintura negra faja.

                                                    Pan con tocino y gajo de naranja,
                                                    robustecen los músculos. Asoma
                                                    en el piporro virginal paloma,
                                                    sacia sus labios; por el pecho baja

                                                    rápida y vivificante. Esgrimiendo
                                                    segur con dientes afilados, corta,
                                                    amarra, canta, sigue maldiciendo

                                                    la amarga hora. Con su mirar exhorta
                                                    a ese Dios del que le hablan; y razona:
                                                    ¡Almacén de oro! ¡Gran miseria aporta!

lunes, 7 de julio de 2014

Mina de Saô Domingo

399 ¿Cómo te fue el fin de semana, Gon?, mejor de lo que esperaba, Alba, eso de tener temperaturas suaves a estas alturas del año, me viene muy bien, ¿dónde estuviste?, en las Minas de Santo Domingo, un pueblito portugués que tiene una praia fluvial que es una maravilla, o sea que no has visto ni a Marisa, ni a J. Valle ni a Amparo, ¿cómo los iba a ver si no he estado por aquí?, pues yo sí, ¿y?, que esto da para que sepas que “Cuando los bosques mueren!, sigue teniendo salida, oye, qué bien, ¿D. José estará contento?, como unas castañuelas, ¿te dio tiempo a leer algo?, aparte de una guía turística, poco más, que no digo eso, ya lo se, Alba, sigo con Eslava Galán y sus tiempos de posguerra, suerte la tuya, ¿por qué?, Gon, no te quiero decir el trabajito que me ha costado terminarme “Mi vida como hombre”, no me digas, creía que Roth era un fuera de serie, no te lo niego, Gon, pero es un libro de esos que te gusta o no te gusta, como todos, si, pero cuando es por obligación…, te entiendo, Alba, vamos a dejarlo ahí, ¿y qué me dices de la nominación de Araminta?, que quieres que te diga, Alba, me alegro porque es una buena chica, ¡ah!, y hablando de buenas chicas, terminé de leer el libro de Néstor Belda, ¿es bueno, eh?, ya lo creo, Gon, hay que animarlo para que escriba, merece la pena su apuesta, eso se lo dices al jefe que es amigo suyo y además creo que se traen algún negocio entre manos, yo de eso no se nada, Alba, lo mío, ya sabes, es leer, escribir… y darte las escapaditas que puedes ¿irás a los Sanfermines?, el asunto de los toros no lo llevo bien, Alba, y en cuanto a las escapaditas, te recuerdo que tú… ¡vale, vale!, no quería herir tu susceptibilidad, es cierto: hay que despejar la mente, no todo va a ser estar pegado a la pantalla del ordenador, claro, Alba, porque además las experiencias vividas… Gon…,¿dime?, mejor nos vamos ¿de acuerdo?, si, es mejor, ea, pues hasta luego.