viernes, 30 de octubre de 2009

Contenedores (2)


122 ¿Y bien Gon nos traes algo?, la segunda parte de “Contenedores”, ¡ah! pues vamos a ello...

CONTENEDORES (2)

.../...Viene de Contenedores (1)

Una vida muy aburrida para un personaje de novela como él, por eso el destino le tenía preparada una sorpresa: cierto día en que le dio un apretón en un lugar menos frecuentado por él, hizo lo de costumbre, se dirigió a los contenedores, levantó la tapa de cada uno de ellos y en el que le pareció más adecuado se metió con la misma naturalidad que solía hacerlo a diario, aunque en esta ocasión ya había notado que en aquel habitáculo de plástico pasaba algo raro, pero como iba a lo que iba, se desabrochó el cinturón, se bajó los pantalones y cuando se disponía a agacharse para hacer sus necesidades, escuchó un ligero susurro: “Espera un momento Marué, ¿qué vas a hacer?” Marué se levantó los pantalones, se dio con las greñas en la tapa del contenedor y no podía creer que estuviera acompañado, ¿quién era ese tío que estaba dentro del basurero, si eso era patrimonio suyo? Lo miró de arriba abajo sin decir palabra, se sentó en un rincón y le dijo: ¿Tienes un cigarro?”Claro que tenía un cigarro, precisamente se ocultaba en el interior del contenedor porque estaba hasta las narices de que todo el mundo estuviese detrás de él recordándole lo malo que es fumar en el trabajo, en su casa, en la calle, es que no se podía fumar uno un cigarro a gusto, sin tener la presión de los demás encima de los hombros; no sentaba tan mal la nicotina como las miradas que le lanzaban unos y otros; él de por si que era tímido. No le había quedado más remedio que refugiarse en el contenedor, donde seguro que no molestaba a nadie ni nadie le llamaría la atención. Marué estaba alucinando con las cosas que le contaba su compañero, que hablaba por los codos pero que tenía cierta gracia al contarlo, y lo curioso es que a pesar del sitio donde estaban metidos, aquel hombre olía bien, no como él que entre lo poco que se lavaba y el oficio que se traía entre manos, andaba siempre rodeado de un tufo característico de su especie. Ni siquiera se había dado cuenta, que en el momento de aparecer entre las bolsas y los cartones le había llamado por su nombre como si lo conociese de toda la vida. El hombre le dijo que tenía alguna prisa, pero que no dejase de venir al día siguiente, porque le interesaba mucho seguir hablando con él, y además le prometió algunos euros de los de verdad, sin que tuviera que ponerse a trabajar ni nada de eso; sólo quería hablar con él.

El hombre se fue, asomándose poco a poco para no ser descubierto en su salida del artilugio urbano, y Marué sin darle demasiada importancia a lo que le había ocurrido, volvió a desabrocharse el cinturón, que en realidad era por lo que estaba allí; pero antes de que pudiera agacharse, oyó pasos cerca del contenedor y se contuvo un instante. Se ocultó detrás de un cartón y esperó acontecimientos. La tapa-puerta fue descubriéndose lentamente y sin ver bien que ocurría, si se pudo dar cuenta de que alguien estaba entrando en el recinto. Buscó un resquicio por donde mirar y se encontró de buenas a primeras con el muslo de una gachí como las que veía en las revistas de las puertas de atrás de los quioscos. Quiso cerrar los ojos pero estos se negaron a obedecerle, por el contrario sus menudos dedos fueron proporcionándole un mayor ángulo de visión de aquel espectáculo a todas luces inesperado. La joven comenzó a quitarse ropa como si estuviese en el hall de su casa y al Marué cada vez era más difícil controlar sus impulsos. En su puñetera vida había estado tan cerca de una cosa tan apetitosa como aquella. Es que no tenía más que alargar un poco la mano y ya podía tocarla. Cuando ésta se encontraba tan sólo con las bragas y el sujetador como únicas prendas sobre su cuerpo, a los oídos del Marué le llegó una canción: “Venga muchachote, sal de ahí que te estoy esperando”. De un manotazo mandó a hacer puñetas el cartón que le ocultaba y se abalanzó sobre Luci como un león en celo. “Tranquilo muchacho, despacito que no tenemos prisa”. Marué era sordomudo provisional, sus tentáculos tocaban todo lo que podían y con los labios enrojecidos pretendió dar un repaso generalizado por toda la anatomía de la muchacha. Luci lo desnudó con gran habilidad, le clavó sus dedos en aquellas nalgas oscuras y lo apretó contra su cuerpo provocándole un estado de catarsis que dejó a Marué boca arriba pero entero. Luci maniobró adecuadamente, acomodó su cintura el movimiento convulsivo de Marué y lo fue domando poco a poco. Ella no tenía claro si terminaría impregnada del mismo color que el muchacho porque ambos sudaban como si estuviesen en una sauna, cerró los ojos y se dedicó a disfrutar del momento, hasta que aquel pedazo de carbón expelió un alarido que hizo tamborilear la tapa-puerta. Mientras él recuperaba el aliento, ella se fue vistiendo y acicalando, abrió su bolso, le puso en la mano unos cuantos cigarrillos y antes de que dijese nada, besó sus labios. “Mañana te espero a la misma hora, no me faltes” y como quien no quiere la cosa abrió la puerta, miró a un lado y a otro y saltó al exterior. Marué estaba en ese momento que no sabía si pellizcarse, pegarse dos bofetadas en cada moflete o irse para la unidad de psiquiatría del tirón. Pasó una hora arrinconado, fumando sin parar, desnudo como dos días después de venir al mundo, y tratando de interiorizar lo que pasaba en ese contenedor del que no quería salir por nada que le ofreciesen.

.../...Continúa en Contenedores (y 3)


miércoles, 28 de octubre de 2009

Sevilla, estación términus


121 ¿Qué buena gente es Izaskun, verdad Gon?, ¿Por qué lo dices?, por que así lo creo y además fíjate que siempre nos pregunta por la nietísima, cosa que nosotros no hacemos y es que donde hay confianza, da asco, tampoco es eso Gon, lo que pasa es que estamos tan metidos en la faena, que vemos al jefe y lo último que se nos ocurre es preguntarle por esa criatura, de todas formas Alba, volviendo a Izaskun parece que está en horas bajas, si eso parece, así que le pediremos a D. José una foto de la nieta para mandársela, ya verás como le subimos la moral, y a ver si la visitamos también ¿no te parece?, eso por descontado, de hoy no pasa, hablando de visitas esperamos en la tertulia la de Miguel Angel que nos la ha prometido, ahí estaremos Alba, ¿qué te parece Vaz de Soto?, supongo que te referirás a su última publicación “Sevilla, estación términus”, a esa justamente, lo que llevo leído me está gustando y además ¿sabes una cosa?, dime Gon, es una gozada leer esa edición de Algaida, con esa textura de papel, con esas letras propias del contenido de libro, o sea que tú lo del libro electrónico…, caeré Alba, caeré en la tentación igual que hemos caído en todo lo que nos van metiendo en el mercado, pero me sigue gustando el placer de abrir las páginas de un libro y aspirar su aroma en todos los sentidos, te comprendo Gon porque a mí me pasa lo mismo, ¡aleluya! ¡estamos de acuerdo!, si Gon pero a mí me sigue gustando más la playa, lo sé pues para que lo sepas este próximo fin de semana nos vamos a ir a respirar aire puro por la Sierra de la Subbética cordobesa ¿tú que harás?, me pilla muy lejos el puente, aún no lo tengo decidido, lo que sea menos encerrarte en casa con asuntos laborales que tú eres muy capaz, ya veremos Gon, ya veremos.

martes, 27 de octubre de 2009

Demasiado trabajo


120 El asunto laboral se está poniendo que arde, Gon, casi no me da tiempo a colgar ninguna entrada ni a realizar visitas, es que andamos con un otoño muy raro Alba, ¿a que te refieres?, que hace mucho calor, ¿y qué tiene que ver eso con lo que te estaba contando?, que no es normal, que no tiene uno el cuerpo para relajarse, ni para salir al campo a oxigenarse, ni nada y por tanto luego no se rinde lo que se debe, pero si yo no paro Gon, si a mí casi no me da tiempo a pensar en otra cosa que no sea las funciones propias de esta santa casa, para eso nos pagan Alba, si, pero hay que relajarse, esta tarea no es para hacerla deprisa y corriendo, que entonces no sale, ahí voy yo Alba, que como no acaba de llegar el otoño yo no me relajo y ahora además el cambio de hora, ¡¡vale!!, vamos a dejarlo que estoy viendo que no nos entendemos, te llevo a otro terreno ¿Qué te parece Truman Capote?, supongo que lo dices por la lectura de esos cuentos con sabor a Navidad: pues que escribía como los ángeles, cuando nos lo recomendaron por algo sería, pero ya sabes que tenemos pendiente profundizar más en su obra, no me lo recuerdes Gon que eso significa más trabajo, sarna con gusto…, ¿otra vez? ¿quieres que te pregunte por tu impresión del Ulises?, ¡¡No el Ulises no!!, déjame que termine de digerirlo, yo tengo unos cuentos folios preparados para comentar contigo, pues déjalos reposar Alba, déjalos para otro momento, como quieras, lo que puede ocurrir es que al jefe se le crucen los cables y nos obligue a comentarlo de un día para otro, entonces me rendiré a la evidencia, pero mientras tanto no me lo nombre, por favor Alba, como quieras, te dejo que ya mismo está aquí el auditor y tenemos que atenderlo, abur Alba, adios Gon.




viernes, 23 de octubre de 2009

Contenedores (1)


119 Escúchame Gon, por si a mí se me olvida –que estoy con algo de prisa -, le dices a Miguel Ángel que lo de la tertulia de la Alameda es en la calle Lumbreras 12-9, los miércoles a las 18h, y que estaríamos encantados de verlo, bueno vale, ¡ah! y a Marisa desearle una pronta recuperación, ¿algo más?, nada más, adios que hay que colgar el relato…

CONTENEDORES (1)
Es fino como un alambre y con una pelambrera estropajosa que le hace fácilmente identificable por cualquier calle. De andar ligero, casi siempre va solo, contándose a si mismo lo difícil que está el tráfico y encima el gracioso ese todos los días, pone el coche en el mismo paso de cebra, que no sé para que se gastan dinero en hacer el rebaje de las aceras, cuando le van a tener que poner alas a las sillas de ruedas. Los botines semidesabrochados en alguna ocasión tuvieron un color determinado, pero ya hace tiempo que no se sabe bien si son blancos, marrones o con listas azuladas. Viéndole caminar parece imposible que no tropiece consigo mismo, porque tiene un movimiento de caderas que le hacen castañear las rodillas; pantalones vaqueros que le arrastran, hasta el punto de tenerlos deshilachados por la parte baja; una camisa mal abrochada y a veces un jersey con el cuello en la espalda, como de ponérselo de prisa y corriendo todas las mañanas, y no acertar nunca que es palante y que es patrás. Su mundo discurre entre contenedores de basura donde busca y rebusca para llenar hasta las trancas del carrito de carrefur, habilitado para estos menesteres. Lo del reciclaje aún no lo tiene claro el personal, y a él le viene divino que se siga tirando de todo al contenedor gris de residuos domésticos. Antes era distinto, porque con el cartón y el papel podía mal que bien buscarse la vida, pero desde que pusieron tantos impedimentos para sacar el papel de los contenedores y pagarlo además tan bajo, no merecía la pena jugarse el tipo y tener que pelearse con los municipales cada dos por tres, así que con lo del biombo gris va tirando. Aparenta treinta y pico de años, aunque nunca se sabe, es esas circunstancias lo de menos es la edad y lo demás buscarse el sustento diario; con frecuencia camina junto a él una señora encorvada, de menor estatura y que lo mismo puede ser su madre que su abuela. Gesticulan mucho con las manos, como si nunca encontrasen la palabra justa que encaje en la conversación. Pero él se ve que está, en lo que está y no hay un solo contenedor por el que pase, al que no tenga que asomarse, remover un poco y en su caso apartar algo en el suelo, por si luego a la vuelta le viene bien llevárselo a la chabola. La mujer le suelta una reprimenda en un jerga difícilmente inteligible, pero que fijándose un poco viene más o menos a decirle, que deje eso para luego que ahora tiene prisa, que tienen que estar a las tantas en el médico y que si no fuera por ella, ya se habría quedado tieso en el interior de uno de esos cacharros de la basura. Y no le faltaba razón a la señora porque el muchacho echaba tantas peonadas alrededor de los contenedores, que en más de una ocasión se metía dentro, cerraba la tapa y allí como una rata en vaqueros y con greñas husmeaba, rebuscaba y hacía todas sus necesidades con la mayor naturalidad del mundo. Por la noche llegaba el camión de la basura, recogía y a la mañana siguiente todo volvía a comenzar de nuevo.

.../...Continúa en Contenedores (2)

jueves, 22 de octubre de 2009

Repaso general


118 ¿Qué le decimos a Izaskun, Gon?, ¿Sobre qué?, sobre qué va a ser Gon,¡despierta!, nos ha preguntado si puede participar en esa tertulia a la que asistimos, ¡ah! Me parecería estupendo que pudiese estar con nosotros, lo malo es que no es “on line”, como se dice ahora, sino presencial y que yo sepa Izaskun tiene su morada muy lejos de nuestra querida Alameda, ¿en las islas?, eso parece Alba, pues ahí queda lo dicho, en este caso está la cosa difícil, por cierto ¿qué te pareció ayer la defensa que hizo el jefe del proyecto IFA2009?, que me va a parecer Alba, estupenda, nos dejó en buen lugar y sin duda resaltó nuestro trabajo, eso siempre da fuerzas para seguir adelante, ya sabes que esto de las letras requiere mucho autoconvencimiento y el jefe parece que se lo cree, ¿Y de Megustaescribir qué me cuentas?, que andan más liados por allí que el moño de…¡¡el lenguaje Gon, el lenguaje!!, que no he dicho nada Alba, no exageres, pero se te veía venir ¿qué me decias?, que al final nos tendrán que destinar en comisión de servicio a ver si somos capaces de poner un poco de orden en la casa, eso si no terminan por cerrar el portal y no dejar ni entrar ni salir a nadie, también puede ocurrir Alba, lo siento por nuestros compañeros, pero…no se puede estar en todas partes, ya lo veo Gon ¿Y Bublelandia?, pero bueno ¿esto que es, una auditoría bloguera o es que no tienes mejor cosa que hacer? ¿Alguna pregunta más?, ¡si! ¿terminaste el Ulises?, ¡anda ya! Apaga y vámonos que la lluvia te está afectando al coco, adios Gon nos vemos a la salida.


martes, 20 de octubre de 2009

El lugar de los hechos


117 ¿Qué te pareció la excursión del domingo, Gon?, que quieres que te diga: yo hubiese preferido irme con mis colegas habituales, lo que pasa es que la tarea es la tarea y…entonces ¿tú crees que no es necesario pisar el lugar del que vas a hablar?, tampoco es eso, estoy de acuerdo que si se puede es mejor conocer el escenario en el que te vas a basar para escribir, pero hoy día hay muchas posibilidades de conocer los sitios, ¿te refieres a interné?, sobre todo a eso, pero desde siempre los autores se han apoyado en su propia intuición para plantearnos situaciones de uno u otro calado, no cabe duda Gon, pero estarás de acuerdo en que siempre es mejor conocer de primera mano esos sitios, claro Alba, no voy a estar de acuerdo, además ya sabes que soy “culillo inquieto”, así que por mí mejor que mejor, o sea, que te gustó la visita del domingo, eso ya es otra cosa Alba, no me lleves a tu terreno: hubiese preferido hacer la ruta de senderismo prevista con mis amistades, pero entiendo que no era una tarea que había que llevar a cabo y no me arrepiento, sobre todo porque ahora podré ponerme en el lugar de los personajes cuando estemos situados en cualquiera de esos lugares que estuvimos saboreando, pues por ahí iba yo, ¡por fin nos hemos aclarado!, y por fin cayó Ulises, ¡no! Yo aún no lo terminé Alba, así que tendrás que esperar un poco antes de emitir opinión alguna, a mí me ha gustado, ¡que no Alba!, que esperes a que yo lo termine, luego hablaremos, como quieras ¿y los deberes para la Tertulia? ¿Los tienes hecho?, eso si Alba, he leído, he hecho correcciones y espero que en esta semana dejemos terminado el relato para el concurso, no está mal Gon, hay que seguir adelante, la tarea no ha hecho más que comenzar, ¡Uiiyuyui! Eso me suena a jefatura, ¡ni lo nombres Gon!, que llevamos una mañana muy tranquilita.

viernes, 16 de octubre de 2009

Tan sólo hace tres poemas


116 Ayer me dijo el jefe, en el día de Santa Eduvigis que no se te olvide colgar el poema número cuatro de “Reencuentro en azul”, y yo me dije: Alba no lo pienses, y no lo pensé…









Tan

sólo hace tres poemas

que reavivé

el rescoldo de aquel fuego

y he tenido que abrir la ventana

sediento de aire.

El griterío

y un sin fin

de tubos de escape

engulleron la lluvia,

como esponjas de desorbitados POROS.

Por jardines y plazas públicas

precursores pétalos

rompen la monocromía

del verde,

y los receptores de radio

multiplican los minutos dedicados

al folklore en compás de tres por cuatro.

Mientras tanto

sigo inmerso

en los tentáculos

inflexibles de la MUSA.

Tan sólo me deja libre

un brazo para escribir

y una ténue iluminaria

en algún lóbulo perdido

de mi cerebro.

Se agolpan las IDEAS

en desesperada lucha

con multitud de lecciones

a medio digerir.

Cada frase

cada palabra

ha de pasar

por el tamiz, antigua ventanilla,

para que algún amigo

atentamente

le estampe el sello del VºBº

¿Y esto será poesía?

¿estas caprichosas líneas

formaran versos?.

Al final de la tarde

dudo...

Si estaré degustando cada instante

la finura de un rubio licor

o la amargura de un desconocido veneno.

Poetas

y poesía

pululan por mi alrededor

como gráciles mariposas

llamativas e inquietas.

¡MUSA! . Acude en mi ayuda

y sácame de este abismo

donde

no se si me hallo.


jueves, 15 de octubre de 2009

Tertulianos a escena



115 Desde la ciudad de Cáceres nos llegan unos aires que refrescan el ambiente cargado que de vez en cuando se vive por aquí, ¿eso no lo dirás por mí?, ¡que va, que va Gon!, lo digo de forma general, las horas de laboreo deberían ser más agradables, más relajantes y sin embargo siempre estamos corriendo y pendiente de no meter la pata más de la cuenta, es lo que tiene trabajar para otro, no sé porqué pero en estos días me he acordado de aquel “Superlópez” que apareció en los medios con ideas revolucionarias con relación a la clase trabajadora, y que luego –te recuerdo Alba-, terminó desapareciendo de oscura manera por espionaje entre empresas o algo por el estilo, ¿y porqué nos acordamos ahora de eso?, pues muy fácil, como te estoy pasando artículos de hemeroteca, está saliendo ahora en las primera planas de los diarios aquella noticia, tienes razón Gon, es que esto de tener que andar para atrás y para adelante en el tiempo es muy literario, pero tiene sus inconvenientes, de vez en cuando estás en tu sitio Gon, tengo que reconocerlo ¿qué te pareció ayer la Tertulia?, interesante, ¿nada más?,qué quieres que te hable, de la nueva incorporación, espera que pase un tiempo, ya veremos lo que da de si la criatura, tampoco es eso Gon, está claro que es bueno que haya gente nueva para que de otros puntos de vista, pero creo que hemos empezado con unas iniciativas interesantes: ese relato para concurso, esas lecturas comentadas, esos juegos de asimilaciones teóricas, y sobre todo Alba, la actitud crítica de unos para otros tan imprescindible para avanzar y no estancarse con lo puesto, ya veremos si aguantamos el ritmo Gon, por cierto te has dado cuenta que el jefe ha estado recientemente con Nerea, ¿y tú en que lo notas?, en que va a ser Gon, en la cara de bobo que se le pone cada vez que lo hace y hoy está especialmente obnubilado, porque lo de padrino sigue adelante, eso creo Gon, al menos es lo que se escucha por los pasillos, ya te contaré si me entero de algo más, claro Alba y sobre todo no dejes de decirle algo a Izaskun que seguro que te lo va a agradecer, de acuerdo Gon, ¡hala!, dejemos ya tiempo para otras cosas, a la pantalla Gon, a la pantalla.


martes, 13 de octubre de 2009

El Sol, el mar, el campo, Ulises



114 Supongo Gon que con tantos días de descanso te habrá dado tiempo a terminar el Ulises, ¿qué quieres que te diga Alba?, pues no me ha dado tiempo: uno también tiene sus necesidades, que todo no va a ser machacarse los sesos, tienes razón pero es que a mí me está resultando…,¿apasionante?, no es esa la palabra Gon, porque si no fuera por la guía, ya habría renunciado, pues yo ni con la guía consigo encontrarle el punto adecuado, ¡que follón de personajes y estilos!, te entiendo, lo que pasa es que hay que centrarse nada más que en los dos principales: Bloom y Stephen, pero es que ahí nunca sabe uno donde anda, ¡ya!, es un experimento literario, ¿cuál es el experimento, el de Joyce o el del jefe contigo y conmigo?, porque estoy casi por asegurar que él no se ha leído el libro ni en sus años de estudiante, deja al jefe tranquilo, que lleva unos días soportables, no vayas a levantar la liebre, di la verdad Gon, te fuiste el domingo de senderismo, el lunes de celebraciones y el sábado sabe Dios donde y ¡claro! Ni siquiera le has dedicado un rato al trabajo, ¿y tú no te fuiste a la playa todo el puente?, ¡y qué a gusto he estado Gon!, créeme es la mejor época para disfrutar a las olas del mar: sin bullas, sin excesivo calor y sin la presión de nadie para hacer lo que te venga en gana, no me das envidia Alba porque no te has separado del libraco, mientras que yo ….¡ya te pillé!, ves como no le has metido mano adecuadamente, otra vez volvemos al principio ¡anda!, déjame de historias que ya lo terminaré, dale recuerdos a Izaskun, Cristina, Fernando y Miguel Angel, que no he podido verlos y sé que han estado por aquí y a la tarea Alba, que no es poca, antes de irte ¿por dónde caminaste el domingo?, por las orillas del río Odiel, a ver cuando te animas, ya hablaremos Gon, ya hablaremos…



miércoles, 7 de octubre de 2009

La Carta (y 3)


113 Ya no te queda ni tiempo ni excusas para que nos desveles el misterio de la carta, así que Gon: a cumplir con tu obligación…


LA CARTA (y 3)


Viene de La Carta (2)


Unas hojas del calendario más y nos encontramos al dinámico profesor caminando por el pasillo del centro educativo, cartera en mano, y con la mente puesta en la próxima reunión del claustro. Al llegar a la sala de reuniones, un compañero le avisa que le han estado buscando, que se trata de una mujer y que le había dicho que volvería. Fue a sentarse, pero de pronto se le vino a la mente una instantánea de una persona que vio en el pasillo, y que le pareció que le había mirado. Soltó la cartera y el abrigo, volvió sobre sus pasos y al mirar al fondo del pasillo divisó a la mujer que prácticamente no se había movido del mismo sitio, se acercó a ella y le dijo:

— ¿Perdone, me buscaba a mi? Soy Juan...

No le dio tiempo a terminar la frase, la mujer – algo más baja que él – se le quedó mirando tan fijamente que Juan comprendió al instante que se hallaba ante aquellas esmeraldas que tan bien conocía, y que nunca a pesar de paso de los años, había conseguido borrar de su cabeza. Se abrazaron como dos jóvenes enamorados, fundieron sus cuerpos dando marcha atrás en el reloj como si nada significasen los cuatro pelos que le quedaban a Juan, ni el tinte que no llegaba a la raíz, lucido por Carmen. Fue un instante mágico, al que siguieron dos sinceros besos en la mejilla y un apretón de manos. Querían decirse tantas cosas en ese momento que no acertaban a moverse ni que actitud tomar. Poco después estaban en una cafetería donde Juan pudo oír de labios de Carmen, palabras tan dulces que parecía imposible que hubiesen pasado treinta años por su vidas.

Aquella noche no durmió, todo su cuerpo era un flan, su mente un continuo desfile de imágenes de cuando la conoció, del primer beso que se dieron con sabor a caramelo, de esos gestos que continuaban siendo los mismos, de esas lágrimas vertidas en la taza de café. Habían quedado para el día siguiente y él prometió llevarle el poemario, que con tanto cariño le dedicase y que esperaba su turno en el fondo del cajón, y no quería olvidarse de la carta que recibió del Jefe del Negociado de Estadística, para que ella le ratificase de viva voz que formaba parte de ese vagabundaje que había tejido durante tres décadas, hasta conseguir lo que iba a conseguir en las próximas horas. A Carmen le brillaban los ojos, hablaba con seguridad y transmitía una ternura que casi tenían mudo a Juan, a pesar de lo acostumbrado que estaba éste de tratar con sus alumnas y las madres de sus alumnas. Carmen le explicó dulcemente, que aún le quería y que a pesar de que la vida le había tratado bien y estaba contenta con su familia, nada ni nadie habían logrado borrarlo de su mente. Si había removido cielo y tierra hasta conseguir tenerlo frente a frente, era nada más que para decirle eso mirándole a los ojos. No quería abandonar su familia, ni comenzar otra vida, ni volverse loca, pero tampoco quería dejar el mundo de los vivos sin haber tenido la oportunidad de decir lo que ahora estaba diciendo. A Juan se le formó tal nudo en la garganta que apenas le quedaban palabras de agradecimiento; le entregó el poemario, tomó sus manos y le dedicó el más cálido beso que jamás hubiese imaginado. Se abrazaron, se besaron en la mejilla y se dijeron adiós.

Al quedarse solo, Juan desplegó la misiva que en su día le enviara el Ayuntamiento, volvió a leerla una vez más y la estrujó contra su pecho, teniendo la sensación de haberse convertido en ese momento en el hombre más afortunado que habitaba sobre la Tierra. Un sol espléndido iluminaba la amplia avenida, por la que regresaba a su trabajo.



martes, 6 de octubre de 2009

Comienza el senderismo


112 No me has contado nada de tu primera salida senderista, más vale que no te diga nada Alba, ¿por qué, no te gustó la ruta?, lo que no me gustó es el calorazo tan inmenso con que fuimos castigados, ¿pero si era el Camino de Santiago?, pues se ve que el santo debía estar de baja, porque vaya castigo tan divino, yo creía que la mitad de la gente se quedaba en la cuesta del Calvario, ves como es mejor la playa, no tiene nada que ver Alba, cada cosa en su sitio, la playa tiene sus encantos ¡qué duda cabe!, pero es la fecha que estamos ya es hora de salir al campo, además la ruta no estaba mal, lo que pasa es que vaya como castigaba el Lorenzo, esto es el Sur Gon, no lo olvides, ¡ya!, por cierto Alba, comencé también con la tarea del Ulises y ando más perdido que un día de ruta, ¡no me digas!, pues eso es lo que hay, échale paciencia que si yo me estoy enterando de algo es gracias a las ayudas prestadas por los analistas de la obra, ¿pero eso hombre pensó en todas estas cosas cuando elaboró el Ulises?, no lo sé, lo más probable es que se le escapase de las manos como suele ocurrir cuando surgen historias de este calado, pero si es que yo no ceso de encontrarme con personajes que soy incapaz de relacionarlos, te aconsejo que utilices las guías y casi es mejor olvidarse de los personajes, o sea, considerarlo como un tratado lingüístico, más o menos Gon, yo lo que quiero es que me sirva para nuestro trabajo, porque tengo claro que necesita más de una lectura y un buen tiempo de reposo para fijar contenido, menos mal que en la Tertulia no le dado a nadie por proponer su análisis, ahí vamos a disfrutar, ¿y cual es la última propuesta?, pues vamos a elaborar un relato colectivo para enviarlo a un premio, a ver si tenemos suerte, ¿y esa idea a quien se le ocurrido, al jefe?, ¡no! El jefe nos tiene metidos en el lío, pero la idea ha surgido de una tertuliana con buenos principios, ¡ya!, ¿alguna novedad más?, leer…pero…lo que tienes que hacer es acudir a la cita ¿qué hago yo dándote detalles?, vámonos que se hace tarde.

lunes, 5 de octubre de 2009

Especulaciones


111 A ver Gon, tenemos un pequeño problema: Krisstinah y yo pensamos que las cosas pasadas ya no vuelven, a Izaskun la tienes en ascuas y en algún que otro comentario que he escuchado por los pasillos, piensan que porqué no van a volver; ante esta tesitura ¿no podrías adelantarnos algo?, ¿qué quieres que te diga, Alba? Juan –el protagonista de nuestra historia – no me deja ni que le pinche el teléfono para que yo mismo pueda pillar onda, es más listo que el hambre y a estas alturas –como podrás imaginar – su figura ha crecido tanto que yo lo único que hago es poner el lápiz sobre el papel para que él me diga que tengo que contar, pues si que me lo pones difícil Gon, al final va a ser verdad que tenemos que esperar a la próxima entrega y quedarnos todos comiéndonos las ganas, digo yo ¿y si le preguntásemos a Nerea?,¡pero que locuras dices Alba!, ¿he escuchado Nerea?, ¡ostias Don José!, ¿se puede saber qué tenéis que decir vosotros sobre esa criatura en lugar que estar dedicados a vuestro trabajo?, mire usted Don José, es que Alba me había preguntado…¡si Don José! Le había preguntado por la fecha del bautizo, ¿del bautizo? ¿y para qué quieren ustedes saber la fecha del bautizo?, ¡joé jefe para qué va a ser!, modere esa lengua Gon, ¡Uuuii, perdone Don José!, quería decirle…¡vale, vale!, ya les informaré yo de la fecha, cuando yo me entere, porque soy el padrino y aún no me han dicho ni la fecha, eso si ¡eh!, la cartera que la tenga preparada ¡estos niños!, bueno vale, déjense de tanta cháchara y a trabajar..¡ale, ale a trabajar!


jueves, 1 de octubre de 2009

La carta (2)


110 Gon tiene el honor hoy de colgarnos la segunda parte de esa misteriosa “carta”, que todos estamos deseando de abrir, ya veremos que nos depara su inquieta mente…

LA CARTA (2)
.../...Viene de La Carta (1)
Poco a poco le iban entrando ganas de coger la carta y pegarle fuego, porque ya le estaba comiendo la moral, pero cada vez que la tenía delante de sus ojos y contemplaba a aquel sello de tinta azul con el NODO en el centro y la firma tan rimbombante del Jefe del Negociado, se le abrían las carnes de pensar que habría detrás de aquella solicitud. Las hojas del calendario fueron cayendo y el misterio de la carta a Juan se le escapaba de las manos, así que la misiva pasó a formar parte de ese montón de legajos que tenía archivados en un AZ con el subtitulo de “Varios”.
Un día al salir de clase lo llamaron de secretaría para decirle que tenía una llamada. Atendió de prisa y corriendo al último alumno que le solicitaba explicación de algo que no había entendido, y cogió el teléfono; entre la bulla del exterior y la de los compañeros que se encontraban en la misma habitación, no acertaba a enterarse bien quien era la persona que se encontraba al otro lado de la línea; se tapó con la mano izquierda el oído correspondiente a esa parte de su anatomía, y entonces si pudo oír nítidamente una voz femenina que preguntaba por él, dándole toda clase de muestras de conocerlo, puesto que además de mencionar su nombre y dos apellidos del tirón, le trataba con tanta familiaridad que parecía que se veían a diario. Juan no acertaba a saber de quien se trataba; esa forma de hablar, ese acento tan fino no era propio de Sevilla y no podía ser ninguna trampa, porque las referencias que hacía la muchacha pertenecían a su intimidad. Cuando le dijo su nombre, tuvo que buscar asiento porque no podía creer que fuese la misma persona que él estaba pensando. Ella le explicó como había dado con la Academia donde trabajaba, y pudo comprobar que había llevado a cabo una tarea de investigación que ya quisieran para si los mejores detectives de la ciudad. No se podía imaginar como luego de tantos años, esa mujer que había formado una familia, que tenía tres hijos y cuya vida discurría tan lejos de Sevilla, aún conservase el recuerdo y el cariño de aquel joven con el que un día soñó conquistar la luna. Durante unos meses mantuvieron una relación telefónica que le traían a Juan con un tremendo dolor de cabeza, porque no sabía como afrontar la realidad y tampoco sabía si en el fondo sentía algo por esa mujer que otrora le cautivó, pero que luego de veinte años, si conseguía verla, no sabía cual sería su reacción. Recordaba la esmeralda de sus ojos y el trigal de su pelo, y aquel poemario que un día le dedicara y que ella nunca pudo tener en sus manos. No comprendía por qué se separaron, por qué no respondió a sus continuas llamadas y por qué ella estaba casada y con tres hijos y él seguía soltero y sin pintas de formar un hogar. El trabajo le absorbía la mente y el recuerdo de aquella mujer se terminó esfumando, cuando ella le planteó que sus hijos parecían sospechar algo, y que era mejor dejar las llamadas para evitar males mayores. Juan entendió el mensaje y Carmen volvió a ocupar ese lugar en que se encontraba antes de la primera llamada a la secretaría de la Academia.

.../...Continúa en La Carta (y 3)