martes, 22 de mayo de 2012

Una parada obligatoria (y 6)


298 Oye Gon, si ves a Verónica, Trini o María diles de parte de D. José que no dejen de visitar “Al otro lado del espejo”, ¿y por qué no se lo dices tú?, es que tengo prisa, eso y cuelgo también el final del relato eterno, no me puedo entretener Gon, ¡joder, con las prisas!, adios..

UNA PARADA OBLIGATORIA ( y 6)
.../...Viene de Una parada obligatoria (5)
Se ve el mar, se ven las salinas
A Cádiz, 1 kilómetro.
Alejandra y Matías se habían vuelto del día de campo porque en la sierra el tiempo estaba infernal, por lo que el jefe de expedición, en un momento dado decidió que lo mejor era no seguir con la ruta y regresar. Cuando llegaron al portal de la casa de Alejandra, ésta tuvo un presentimiento y llamó a su hijo:
—¿Augusto? ¿Estás en casa?
Augusto estaba en casa, pero no estaba solo. Al parecer gozaba de grata compañía, por lo que le pidió a su madre que le diese un pequeño espacio de tiempo para poner un poco de orden. A regañadientes y por insistencia de Matías, decidieron hacerle caso al muchacho y se metieron en una cafetería próxima sin saber muy bien que estaban haciendo. Apenas le habían dado un par de sorbos a la taza de café, cuando vieron caminar a paso ligero, bajo el mismo paraguas, y por la acera de enfrente, a dos personas que nunca hubiesen podido imaginar verlas tan juntas: Augusto y Nieves. Se miraron los dos, quedaron mudos un instante y casi por acto reflejo buscaron los móviles y marcaron los números de sus hijos. Más tarde subieron al piso de Alejandra y prepararon una tila, sin reparar en las condiciones en que se hallaba la casa, ni el olor a tabaco, ni las manchas del suelo, ni nada de nada.
—Y ahora ¿qué hacemos Matías?
—Yo que sé...De momento irme a mi casa y hablar con mi hija, no quiero pensar ni decir nada hasta que hable con ella.
—Yo a éste lo cuelgo.
—Bueno, tranquilízate porque no sabemos nada, solo imaginamos. Espera a que venga y hablar con él.
—¿Qué hable con él?
—Si, habla con él, yo me voy a ir, que al final vamos a coger una pulmonía. Ya hace tiempo que nos teníamos que haber dado una ducha y aún...
—Si quieres...
—No, no quiero, prefiero llegar a mi casa cuanto antes y ponerme al día de todo. Ya hablaremos. Adiós.
Final de trayecto
Ni Alejandra pudo con la presión de ver a un Matías demasiado preocupado por su hija pequeña, ni Matías fue capaz de liquidar de forma definitiva su proyecto de familia. En lugar de ser la amante quien ocupase las cuatro paredes de su nuevo hogar, fue la madre de sus hijas quien se instaló en el piso, al ver como Silvia mejoraba anímicamente en la misma proporción en que sus padres frecuentaban sus visitas. Alejandra se escudó en sus amigas para tratar de encontrar una explicación lógica a todo lo ocurrido, pero ni una ni otra fueron capaces de contestar el tremendo golpe que le tenía reservado el destino. Por su parte Augusto y Nieves siguieron con su relación porque sus padres poco podían hacer por muchas connotaciones que tuviese esa inesperada atracción entre los jóvenes. Ellos – Alejandra y Matías – no habían sido capaces de ver lo que de forma tan sencilla estaban llevando a cabo sus hijos. ¿Era el final de un trayecto o tal vez simplemente se había tratado de una parada obligatoria?
 

3 comentarios:

  1. ¡Vaya dos cobardicas!

    Voy a ver qué se cuece en "Al otro lado del espejo"

    Abrazos

    ("La palabraja dichosa" de hoy: eaudged pssons)

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  2. Iré a ese otro lado del espejo, gracias, amigo.

    Un beso.

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  3. Fui al otro lado del espejo como una Alicia dopada y volví para volver a leer el final que ya había leído :)

    Espero que se den una oportunidad y sean felices, aunque para un relato me gusta ;)
    Los finales felices para Walt Disney.

    Abrazos

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¿Y ahora qué? ¿No me vas a decir nada?