jueves, 12 de julio de 2018

Del ritmo a la caricia


                                                                      Sevilla 1984
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Comienza el libro con estas primeras líneas del Pre-texto del autor
Estos versos se posaron originalmente sobre unas blancas páginas con innegable cariño, pero también con cierta trivialidad: borradores esbozados a vuela pluma, tachones, correcciones a vuela lápiz, retachones, palabras echadas al aire en una meditación de resonancias... También pasaron por los tipos de una máquina de escribir para rendir testimonio visual de su posible tersura, de su pretendida fluidez.
Mi voz por ti nacida
Porque esta voz nació para quererte,
para clamarte amores al oído,
para quebrar el eco enronquecido
de huracanes que mecen polvo y muerte.

Te juro que el decir se me convierte
en alas timoneras de latido;
que me quema ya en ansia desde el nido
encelada en rasgar el aire inerte.

Al toque del amor, sus alas fieras
te han de llevar en vuelo mis jirones
de corazón en sílabas viajeras...

y así besar tu orilla a borbotones
en bando de palomas mensajeras
desviviéndote azul entre canciones.

Si te miro a los ojos
Si te miro a los ojos
incendio fuera el bosque
ni paloma quedara
fugitiva del nido
que alcanzase a contarlo

un viento deseante
de transfiguración
aventará encendidas
las ascuas sediciosas
de inúmeros verdores

hasta esas nubes tímidas
como rebaño en fuga
tiñéndose de grana

y el arroyo esa cinta
platino que copiaba
la turquesa celeste
se injertará en el fuego
que corre que crepita
su nueva luz sangrante
cual pulso enfebrecido

cual iris de mis ojos.

Guiño de nácar
Del centro de esos ojos
que me miran, emerge
radiante y cristalina
centella de cariño.

Están cerrando el parque
y con nosotros dentro
los mágicos efluvios
de tu mirada líquida.

Del estanque, nenúfar
nacarado alucinas
mi tropel de sentidos;

margarita preciosa,
iris del agua verde,
candor a mi deriva.

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