lunes, 11 de mayo de 2020

La maleta



Apareció una mañana junto a los contenedores de basura, sin que nadie en los bloques vecinos supiese de quien era. Pasó una pareja de novios, la examinaron delicadamente y al verla tan reluciente pensaron que era una broma con cámara oculta, y decidieron dejarla donde estaba; pasó un señor mayor y tras comprobar que las ruedas se encontraban en perfecto estado y pasear con ella un trecho, volvió a dejarla en su sitio porque ¿a dónde iba a ir él con ella? Pasaron unos jóvenes que la pusieron en mitad del acerado y saltaron y saltaron por encima de ella con sus patinetes; por no cargar con ella la volvieron a poner junto a los contenedores; con las sombras de la noche, un cartonero buscó y rebuscó por entre sus múltiples bolsillos hasta encontrar un fajo enorme de las antiguas pesetas, pero lo dejó todo como estaba porque si lo mueve de allí, seguro que acaba enchironado; llegaron los basureros pero consideraron que era una pena enviar al camión una maleta tan nueva, mejor la dejarían por si le servía a alguien; pasó un perro que hizo un intento de mearse en ella, pero al oler a nueva, desconfió y prefirió alzar la pata en el árbol de costumbre... Pasaron y pasaron, hasta que un día, triste y descolorida por tanto infortunio, se le reventó el vientre y soltó todo el lastre de billetes ─que se llevó el viento─. Esa tarde una pareja de enamorados dieron con ella y pensaron que con un par de zurcidos y un poco de tres en uno, tendrían la valija ideal para el viaje que pensaban hacer.

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