miércoles, 10 de diciembre de 2025

Por un instante me vi

 


Por un instante me vi
perdido en el Lejano Oriente,
cuando mi gepeese
                             indicaba
Riu la Noguera de Tor
¿Qué ha ocurrido, Dios Santo?
—O mejor gritar ¡por Alá!—
Yo quería entrar en Saraís,
descubrir la magia oculta
de esa embaucadora grafía
y me vi envuelto en la espiral
de una concha de caracol.
En cada ascenso más belleza,
más formas de mostrar
                                   al mundo
donde está la fuente de Trevis,
parecía como si Dios-Alá
fuera trazando un camino
que hiciera olvidar el retorno.
el bosque, el arrendajo,
el manto algodonoso que insiste
en permanecer a mis pies
y de repente, un poblado
con su mastín, sus calabazas,
un restaurante de lujo y un cartel
indicador: Irán.
¡Oh Alá! ¡Oh Dios!
¿Habéis confabulado el destino
de este pobre viajero?
Pisé con miedo la piedra
temiendo encontrar una duna
                                              que se tragase mi sueño
y al asomarme al balcón,
de claras vistas al valle,
comprendí que no cabían
más píxeles de amor en verde
por mis incrédulas
                          pupilas. 

 

1 comentario:

  1. Por fin me sales en lista de lectura José.
    Tú poema destila una perplejidad casi onírica: el viajero, extraviado por un azar tecnológico, se adentra en un paisaje pirenaico que se transfigura en paraje oriental, como si la geografía obedeciera a una cartografía caprichosa y mística. La narración mezcla devoción híbrida y sorprendida liturgia —Dios y Alá en connivencia fabulosa— para expresar un asombro reverencial ante la naturaleza, cuyos elementos se tornan símbolos iniciáticos: la espiral del caracol, el bosque velado, el poblado fantasmal.
    Me encanta. Un abrazo

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