viernes, 4 de diciembre de 2009

Una granja muy particular (y 3)


136 ¿Qué traes bajo el brazo Gon?, el desenlace de la granja, ¡ah que bien!, espera que le diga a Nora que la foto que le reclamamos debe ponerla en el apartado de “Seguidores”, eso, eso que me hace ilu, ¡te hace ilu, te hace ilu!, cuida el lenguaje Gon, se dice: ilusión, anda dame esos folios...
UNA GRANJA MUY PARTICULAR (y3)
.../...Viene de Una granja muy particular(2)

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Y fueron precisamente esos reflejos vitales los que vinieron a dar un giro inesperado en su cotidiano vivir. A la clínica donde colaboraba vino un día un personaje relacionado con el mundo de la televisión para que atendiesen a su mascota, a la sazón un simpático chucho que enseguida se prendó de Maite. Aquello fue motivo para que pasado un tiempo la muchacha terminara apareciendo en los hogares andaluces hablando de su forma de relacionarse con los animales. Ella no tenía buena dicción, pero transmitía tanta humanidad, tanta dulzura que en unos meses, Josefa, Luís, Canela, Dionisio y hasta el propio Mini se convirtieron en rutilantes estrellas de la pantalla. La gente aparecía en el plató con sus animales de compañía, las cuotas de pantalla fueron creciendo y Maite pudo trasladarse de la ciudad a una casa de los alrededores, donde se hicieron realidad sus sueños y sus entrañables amigos disponían del espacio suficiente para no molestarse los unos a los otros, incluso aumentó la familia y su padre que era un manitas le construyó una preciosa jaula de grandes dimensiones, donde criaba en cautividad numerosas especies de aves en la categoría de pájaros.
La tía de Maite murió, la hermana terminó por desaparecer de su vida y sus padres estuvieron junto a ella todo lo que les aguantó el cuerpo, pero cuando llegó el temido momento de la soledad de Maite, ésta había madurado lo suficiente, sin dejar de ser una niña de grandes dimensiones, como para no temerle al destino ni necesitar a nadie a su vera. Tenía gente más o menos cerca que la quería, solvencia económica para sacar adelante sus carencias domésticas y sobre todo había conseguido, luego de muchos años vivir siempre rodeada de lo que más amaba en el mundo: su particular granja, sus animales que desde el día que nació le acompañaron, a los que supo cuidar, trasmitirles cariño, llorarles y no dejar nunca abandonados a su suerte. El día de su muerte conservaba en el rostro el brillo de los pómulos y esa brizna de felicidad con la que esbozó su último aliento.

4 comentarios:

  1. Ya estarè cumpliendo con su ilu, mi querido Gon ;0)

    Cuando se sabe amar al universo, uno podrà partir del mismo con ese brillo en los pòmulos...
    Tengo dos bellas hijas, que no tienen su propia granja, porque vivimos en un departamento, pero son tan grandiosas como Maite, rescatando por las calles esos tiernos seres, esos animalitos, haciendo todo lo que està a su alcance; muchos hoy tiene un hogar, otros estoy convencida que estàn en una granja de nubes...

    Me voy emocionada...
    Besos.

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  2. Maite tiene la misma dulzura y la misma inocencia que este relato.
    Un saludo sencillo y brillante.

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  3. Un final feliz para comenzar con buen ánimo el día!

    Blogs como el tuyo están teniendo un efecto malsano en mí. En la Casa del Libro que queda cerca de casa me deben echar algo de menos, hace unas semanas que apenas piso por allí :(

    Kate B.

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  4. Un relato que con la ternura y la ingenuidad de su protagonista nos demuestra cómo se puede vivir en armonía con el resto de los seres vivos cuando el espíritu comparte generosidad y amor.
    Un mensaje muy humano para los tiempos en que no habita la cordura precisamente, ni el amor.
    Buen texto amigo.
    Un cariño.

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